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Evangelio: Mateo 27,3-47.

3 Entonces Judas, el que le entregó, viendo que había sido condenado, fue acosado por el remordimiento, y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos,
4 diciendo: "Pequé entregando sangre inocente." Ellos dijeron: "A nosotros, ¿qué? Tú verás."
5 Él tiró las monedas en el Santuario
6 Los sumos sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: "No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque son precio de sangre."
7 Y después de deliberar, compraron con ellas el Campo del Alfarero como lugar de sepultura para los forasteros.
8 Por esta razón ese campo se llamó "Campo de Sangre", hasta hoy.
9 Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: Y tomaron las treinta monedas de plata, cantidad en que fue apreciado aquel a quien pusieron precio algunos hijos de Israel,
10 y las dieron por el Campo del Alfarero, según lo que me ordenó el Señor.
11 Jesús compareció ante el procurador, y el procurador le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?" Respondió Jesús: "Tú lo dices."
12 Y, mientras los sumos sacerdotes y los ancianos le acusaban, no respondió nada.
13 Entonces le dice Pilato: "¿No oyes de cuántas cosas te acusan?"
14 Pero él a nada respondió, de suerte que el procurador estaba muy sorprendido.
15 Cada Fiesta, el procurador solía conceder al pueblo la libertad de un preso, el que quisieran.
16 Tenían a la sazón un preso famoso, llamado Barrabás.
17 Y cuando ellos estaban reunidos, les dijo Pilato: "¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo?",
18 pues sabía que le habían entregado por envidia.
19 Mientras él estaba sentado en el tribunal, le mandó a decir su mujer: "No te metas con ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa."
20 Pero los sumos sacerdotes y los ancianos persuadieron a la gente para que pidiese la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.
21 Y cuando el procurador les dijo: "¿A cuál de los dos queréis que os suelte?", respondieron: "¡A Barrabás!"
22 Díceles Pilato: "Y ¿qué voy a hacer con Jesús, el llamado Cristo?" Dicen todos: "¡Sea crucificado!" -
23 "Pero ¿qué mal ha hecho?", preguntó Pilato. Mas ellos seguían gritando con más fuerza: "¡Sea crucificado!"
24 Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: "Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis."
25 Y todo el pueblo respondió: "¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!"
26 Entonces les soltó a Barrabás
27 Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte.
28 Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura
29 y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña
30 y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la cabeza.
31 Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle.
32 Al salir, encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón, y le obligaron a llevar su cruz.
33 Llegados a un lugar llamado Gólgota, esto es, "Calvario",
34 le dieron a beber vino mezclado con hiel
35 Una vez que le crucificaron, se repartieron sus vestidos, echando a suertes.
36 Y se quedaron sentados allí para custodiarle.
37 Sobre su cabeza pusieron, por escrito, la causa de su condena: "Este es Jesús, el rey de los judíos."
38 Y al mismo tiempo que a él crucifican a dos salteadores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
39 Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo:
40 "Tú que destruyes el Santuario y en tres días lo levantas, ¡sálvate a ti mismo, si eres hijo de Dios, y baja de la cruz!"
41 Igualmente los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo:
42 "A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: que baje ahora de la cruz, y creeremos en él.
43 Ha puesto su confianza en Dios
44 De la misma manera le injuriaban también los salteadores crucificados con él.
45 Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona.
46 Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: "¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?", esto es: "¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?"
47 Al oírlo algunos de los que estaban allí decían: "A Elías llama éste."




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