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Evangelio: Mateo 9,6-28.

6 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados - dice entonces al paralítico -: "Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa"."
7 Él se levantó y se fue a su casa.
8 Y al ver esto, la gente temió y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres.
9 Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: "Sígueme." Él se levantó y le siguió.
10 Y sucedió que estando él a la mesa en la casa, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos.
11 Al verlo los fariseos decían a los discípulos: "¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?"
12 Mas él, al oírlo, dijo: "No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal.
13 Id, pues, a aprender qué significa Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores."
14 Entonces se le acercan los discípulos de Juan y le dicen: "¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan?"
15 Jesús les dijo: "¿Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio
16 Nadie echa un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, porque lo añadido tira del vestido, y se produce un desgarrón peor.
17 Ni tampoco se echa vino nuevo en pellejos viejos
18 Así les estaba hablando, cuando se acercó un magistrado y se postraba ante él diciendo: "Mi hija acaba de morir, pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá."
19 Jesús se levantó y le siguió junto con sus discípulos.
20 En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto.
21 Pues se decía para sí: "Con sólo tocar su manto, me salvaré."
22 Jesús se volvió, y al verla le dijo: "¡Ánimo!, hija, tu fe te ha salvado." Y se salvó la mujer desde aquel momento.
23 Al llegar Jesús a casa del magistrado y ver a los flautistas y la gente alborotando,
24 decía: "¡Retiraos! La muchacha no ha muerto
25 Mas, echada fuera la gente, entró él, la tomó de la mano, y la muchacha se levantó.
26 Y esta noticia se divulgó por toda aquella comarca.
27 Cuando Jesús se iba de allí, le siguieron dos ciegos gritando: "¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!"
28 Y al llegar a casa, se le acercaron los ciegos, y Jesús les dice: "¿Creéis que puedo hacer eso?" Dícenle: "Sí, Señor."




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