37Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró. 38Y el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo. 39Al ver el centurión, que estaba frente a él, que había expirado de esa manera, dijo: "Verdaderamente este hombre era hijo de Dios." 40Había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de Joset, y Salomé, 41que le seguían y le servían cuando estaba en Galilea, y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén. 42Y ya al atardecer, como era la Preparación, es decir, la víspera del sábado, 43vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. 44Se extrañó Pilato de que ya estuviese muerto y, llamando al centurión, le preguntó si había muerto hacía tiempo. 45Informado por el centurión, concedió el cuerpo a José, 46quien, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que estaba excavado en roca 47María Magdalena y María la de Joset se fijaban dónde era puesto.