Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Daniel 12, 41-60

41 No quiso revelárnoslo. De todo esto nosotros somos testigos.» La

asamblea les creyó como ancianos y jueces del pueblo que eran. Y la
condenaron a muerte.

42 Entonces Susana gritó fuertemente: «Oh Dios eterno, que conoces
los secretos, que todo lo conoces antes que suceda,

43 tú sabes que éstos han levantado contra mí falso testimonio. Y
ahora voy a morir, sin haber hecho nada de lo que su maldad ha tramado
contra mí.»

44 El Señor escuchó su voz

45 y, cuando era llevada a la muerte, suscitó el santo espíritu de un
jovencito llamado Daniel,

46 que se puso a gritar: «¡Yo estoy limpio de la sangre de esta
mujer!»

47 Todo el pueblo se volvió hacia él y dijo: «¿Qué significa eso que
has dicho?»

48 El, de pie en medio de ellos, respondió: «¿Tan necios sois, hijos de
Israel, para condenar sin investigación y sin evidencia a una hija de Israel?

49 ¡Volved al tribunal, porque es falso el testimonio que éstos han
levantado contra ella!»

50 Todo el pueblo se apresuró a volver allá, y los ancianos dijeron a
Daniel: «Ven a sentarte en medio de nosotros y dinos lo que piensas, ya que
Dios te ha dado la dignidad de la ancianidad.»

51 Daniel les dijo entonces: «Separadlos lejos el uno del otro, y yo les
interrogaré.»

52 Una vez separados, Daniel llamó a uno de ellos y le dijo:

«Envejecido en la iniquidad, ahora han llegado al colmo los delitos de tu
vida pasada,

53 dictador de sentencias injustas, que condenabas a los inocentes y
absolvías a los culpables, siendo así que el Señor dice: "No
matarás al
inocente y al justo."

54 Conque, si la viste, dinos bajo qué árbol los viste juntos.»
Respondió él: «Bajo una acacia.»

55 «En verdad - dijo Daniel - contra tu propia cabeza has mentido,
pues ya el ángel de Dios ha recibido de él la sentencia y viene a partirte por
el medio.»


56 Retirado éste, mandó traer al otro y le dijo: «¡Raza de Canaán, que
no de Judá; la hermosura te ha descarriado y el deseo ha pervertido
tu
corazón!

57 Así tratabais a las hijas de Israel, y ellas, por miedo, se entregaban
a vosotros. Pero una hija de Judá no ha podido soportar vuestra iniquidad.

58 Ahora pues, dime: ¿Bajo qué árbol los sorprendiste juntos?» El
respondió: «Bajo una encina.»

59 En verdad, dijo Daniel, tú también has mentido contra tu propia
cabeza: ya está el ángel del Señor esperando, espada en mano, para partirte
por el medio, a fin de acabar con vosotros.»

60 Entonces la asamblea entera clamó a grandes voces, bendiciendo a
Dios que salva a los que esperan en él.