Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Isaías 1

1 Visión que Isaías, hijo de Amós, vio tocante a Judá y Jerusalén en
tiempo de Ozías, Jotam, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá.

2 Oíd, cielos, escucha, tierra, que habla Yahveh; «Hijos crié y saqué
adelante, y ellos se rebelaron contra mí.

3 Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no
conoce, mi pueblo no discierne.»

4 ¡Ay, gente pecadora, pueblo tarado de culpa. semilla de malvados,
hijos de perdición! Han dejado a Yahveh, han despreciado al Santo de
Israel, se han vuelto de espaldas.

5 ¿En dónde golpearos ya, si seguís contumaces? La cabeza toda está
enferma, toda entraña doliente.

6 De la planta del pie a la cabeza no hay en él cosa sana:
golpes,
magulladuras y heridas frescas, ni cerradas, ni vendadas, ni ablandadas con
aceite.

7 Vuestra tierra es desolación, vuestras ciudades, hogueras de fuego;
vuestro suelo delante de vosotros extranjeros se lo comen, y es una
desolación como devastación de extranjeros.

8 Ha quedado la hija de Sión como cobertizo en viña, como albergue
en pepinar, como ciudad sitiada.

9 De no habernos dejado Yahveh Sebaot un residuo minúsculo, como
Sodoma seríamos, a Gomorra nos pareceríamos.

10 Oíd una palabra de Yahveh, regidores de Sodoma. Escuchad una
instrucción de nuestro Dios, pueblo de Gomorra.

11 «¿A mí qué, tanto sacrificio vuestro? - dice Yahveh -. Harto estoy
de holocaustos de carneros y de sebo de cebones; y sangre de
novillos y
machos cabríos no me agrada,

12 cuando venís a presentaros ante mí. ¿Quién ha solicitado de
vosotros esa pateadura de mis atrios?

13 No sigáis trayendo oblación vana: el humo del incienso me resulta
detestable. Novilunio, sábado, convocatoria: no tolero
falsedad y
solemnidad.

14 Vuestros novilunios y solemnidades aborrece mi alma: me han
resultado un gravamen que me cuesta llevar.

15 Y al extender vosotros vuestras palmas, me tapo los ojos por no
veros. Aunque menudeéis la plegaria, yo no oigo. Vuestras manos están de
sangre llenas:

16 lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de delante de mi vista,
desistid de hacer el mal,

17 aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad sus derechos al
oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda.

18 Venid, pues, y disputemos - dice Yahveh -: Así fueren vuestros
pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como
el carmesí, cual la lana quedarán.


19 Si aceptáis obedecer, lo bueno de la tierra comeréis.

20 Pero si rehusando os oponéis, por la espada seréis devorados, que
ha hablado la boca de Yahveh.

21 ¡Cómo se ha hecho adúltera la villa leal! Sión llena estaba de
equidad, justicia se albergaba en ella, pero ahora, asesinos.

22 Tu plata se ha hecho escoria. Tu bebida se ha aguado.

23 Tus jefes, revoltosos y aliados con bandidos. Cada cual ama el
soborno y va tras los regalos. Al huérfano no hacen justicia, y el pleito de la
viuda no llega hasta ellos.

24 Por eso - oráculo del Señor Yahveh Sebaot, el Fuerte de Israel -:

¡Ay! Voy a desquitarme de mis contrarios, voy a vengarme de mis
enemigos.

25 Voy a volver mi mano contra ti y purificaré al crisol tu
escoria,
hasta quitar toda tu ganga.

26 Voy a volver a tus jueces como eran al principio, y a tus consejeros
como antaño. Tras de lo cual se te llamará Ciudad de Justicia, Villa-leal.

27 Sión por la equidad será rescatada, y sus cautivos por la justicia.

28 Padecerán quebranto rebeldes y pecadores a una, y los desertores
de Yahveh se acabarán.

29 Porque os avergonzaréis de las encinas que anhelabais, y os
afrentaréis de los jardines que preferíais.

30 Porque seréis como encina que se le cae la hoja, y como jardín que
a falta de agua está.

31 El hombre fuerte se volverá estopa, y su trabajo, chispa: arderán
ambos a una, y no habrá quien apague.

Isaías 2

1 Lo que vio Isaías, hijo de Amós, tocante a Judá y Jerusalén.

2 Sucederá en días futuros que el monte de la Casa de Yahveh será
asentado en la cima de los montes y se alzará por encima de las
colinas.
Confluirán a él todas las naciones,

3 y acudirán pueblos numerosos. Dirán: «Venid, subamos al monte de
Yahveh, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y
nosotros sigamos sus senderos.» Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén
la palabra de Yahveh.

4 Juzgará entre las gentes, será árbitro de pueblos numerosos. Forjarán
de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No levantará
espada
nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra.

5 Casa de Jacob, andando, y vayamos, caminemos a la luz de Yahveh.
6 Has desechado a tu pueblo, la Casa de Jacob, porque estaban llenos

de adivinos y evocadores, como los filisteos, y con extraños chocan
la
mano;

7 se llenó su tierra de plata y oro, y no tienen límite sus
tesoros; se
llenó su tierra de caballos, y no tienen límite sus carros;

8 se llenó su tierra de ídolos, ante la obra de sus manos se inclinan,
ante lo que hicieron sus dedos.


9 Se humilla el hombre, y se abaja el varón: pero no les perdones.

10 Entra en la peña, húndete en el polvo, lejos de la presencia
pavorosa de Yahveh y del esplendor de su majestad, cuando él se alce para
hacer temblar la tierra.

11 Los ojos altivos del hombre serán abajados, se humillará la
altanería humana, y será exaltado Yahveh solo en aquel día.

12 Pues será aquel día de Yahveh Sebaot para toda depresión, que sea
enaltecida, y para todo lo levantado, que será rebajado:

13 contra todos los cedros del Líbano altos y elevados, contra todas
las encinas del Basán,

14 contra todos los montes altos, contra todos los cerros elevados,

15 contra toda torre prominente, contra todo muro inaccesible,

16 contra todas las naves de Tarsis, contra todos los barcos cargados
de tesoros.

17 Se humillará la altivez del hombre, y se abajará la altanería
humana; será exaltado Yahveh solo, en aquel día,

18 y los ídolos completamente abatidos.

19 Entrarán en las grietas de las peñas y en las hendiduras de la tierra,
lejos de la presencia pavorosa de Yahveh y del esplendor de su majestad,
cuando él se alce para hacer temblar la tierra.

20 Aquel día arrojará el hombre a los musgaños y a los topos los
ídolos de plata y los ídolos de oro que él se hizo para postrarse ante ellos,

21 y se meterá en los agujeros de las peñas y en las hendiduras de las
piedras, lejos de la presencia pavorosa de Yahveh y del esplendor de
su
majestad, cuando él se alce para hacer temblar la tierra.

22 Desentendeos del hombre, en cuya nariz sólo hay aliento, porque

¿qué vale él?

Isaías 3

1 Pues he aquí que el Señor Yahveh Sebaot está quitando de Jerusalén
y de Judá todo sustento y apoyo: (todo sustento de pan y todo sustento de
agua);

2 el valiente y el guerrero, el juez y el profeta, el augur y el anciano,

3 el jefe de escuadra y el favorito, el consejero, el sabio hechicero y el
hábil encantador.

4 Les daré mozos por jefes, y mozalbetes les dominarán.

5 Querrá mandar la gente, cada cual en cada cual, los unos a los otros
y cada cual en su compañero. Se revolverá el mozo contra el anciano, y el
vil contra el hombre de peso.

6 Pues agarrará uno a su hermano al de su mismo apellido, diciéndole:

«Túnica gastas: príncipe nuestro seas, toma a tu cargo esta ruina.»

7 Pero el otro exclamará aquel día: «No seré vuestro médico; en mi
casa no hay pan ni túnica: no me pongáis por príncipe del pueblo.»

8 Así que tropezó Jerusalén, y Judá ha caído; pues sus lenguas y sus
fechorías a Yahveh han llegado, irritando los ojos de su majestad.


9 La expresión de su rostro les denuncia, y sus pecados como Sodoma
manifiestan, no se ocultan. ¡Ay de ellos, porque han merecido su
propio
mal!


dará.

10 Decid al justo que bien, que el fruto de sus acciones comerá.

11 ¡Ay del malvado! que le irá mal, que el mérito de sus manos se le

12 A mi pueblo le oprime un mozalbete, y mujeres le dominan. Pueblo

mío, tus regidores vacilan y tus derroteros confunden.

13 Se levanta a pleitear Yahveh y está en pie para juzgar a los
pueblos.

14 Yahveh demanda en juicio a los ancianos de su pueblo y a sus
jefes. «Vosotros habéis incendiado la viña, el despojo del mísero tenéis en
vuestras casas.

15 Pero ¿qué os importa? Machacáis a mi pueblo y moléis el rostro de
los pobres» - oráculo del Señor Yahveh Sebaot -.

16 Dice Yahveh: «Por cuanto son altivas las hijas de Sión, y andan
con el cuello estirado y guiñando los ojos, y andan a pasitos menudos, y con
sus pies hacen tintinear las ajorcas»,

17 rapará el Señor el cráneo de las hijas de Sión, y Yahveh destapará
su desnudez.

18 Aquel día quitará el Señor el adorno de las ajorcas, los solecillos y
las lunetas;

19 los aljófares, las lentejuelas y los cascabeles;

20 los peinados, las cadenillas de los pies, los ceñidores, los pomos de
olor y los amuletos,

21 los anillos y aretes de nariz;

22 los vestidos preciosos, los mantos, los chales, los bolsos,
23 los espejos, las ropas finas, los turbantes y las mantillas.

24 Por debajo del bálsamo habrá hedor, por debajo de la faja, soga,
por debajo de la peluca, rapadura, y por debajo del traje, refajo de arpillera.
y por debajo de la hermosura, vergüenza.

25 Tus gentes a espada caerán, y tus campeones en guerra.

26 Y darán ayes y se dolerán a las puertas, y tú, asolada, te sentarás
por tierra.

Isaías 4

1 Asirán siete mujeres a un hombre en aquel día diciendo: «Nuestro
pan comeremos, y con nuestras túnicas nos vestiremos. Tan sólo déjanos
llevar tu nombre: quita nuestro oprobio.»

2 Aquel día el germen de Yahveh será magnífico y glorioso, y el fruto
de la tierra será la prez y ornato de los bien librados de Israel.

3 A los restantes de Sión y a los que quedaren de Jerusalén, se
les
llamará santos: serán todos los apuntados como vivos en Jerusalén.

4 Cuando haya lavado el Señor la inmundicia de las hijas de Sión, y
las manchas de sangre de Jerusalén haya limpiado del interior de ella con
viento justiciero y viento abrasador,


5 creará Yahveh sobre todo lugar del monte de Sión y sobre toda su
reunión, nube y humo de día, y resplandor de fuego llameante de noche. Y
por encima la gloria de Yahveh será toldo

6 y tienda para sombra contra el calor diurno, y para abrigo y reparo
contra el aguacero y la lluvia.

Isaías 5

1 Voy a cantar a mi amigo la canción de su amor por su viña. Una
viña tenía mi amigo en un fértil otero.

2 La cavó y despedregó, y la plantó de cepa exquisita. Edificó una
torre en medio de ella, y además excavó en ella un lagar. Y esperó que diese
uvas, pero dio agraces.

3 Ahora, pues, habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, venid a
juzgar entre mi viña y yo:

4 ¿Qué más se puede hacer ya a mi viña, que no se lo haya hecho yo?

Yo esperaba que diese uvas. ¿Por qué ha dado agraces?

5 Ahora, pues, voy a haceros saber, lo que hago yo a mi viña: quitar su
seto, y será quemada; desportillar su cerca, y será pisoteada.

6 Haré de ella un erial que ni se pode ni se escarde. crecerá la zarza y
el espino, y a las nubes prohibiré llover sobre ella.

7 Pues bien, viña de Yahveh Sebaot es la Casa de Israel, y los
hombres de Judá son su plantío exquisito. Esperaba de ellos justicia, y hay
iniquidad; honradez, y hay alaridos.

8 ¡Ay, los que juntáis casa con casa, y campo a campo anexionáis,
hasta ocupar todo el sitio y quedaros solos en medio del país!

9 Así ha jurado a mis oídos Yahveh Sebaot: «¡Han de quedar desiertas
muchas casas; grandes y hermosas, pero sin moradores!

10 Porque diez yugadas de viña darán sólo una medida, y una carga de
simiente producirá una medida.»

11 ¡Ay, los que despertando por la mañana andan tras el licor; los que
trasnochan, encandilados por el vino!

12 Sólo hay arpas y cítaras, pandero y flauta en sus libaciones, y no
contemplan la obra de Yahveh, no ven la acción de sus manos.

13 Por eso fue deportado mi pueblo sin sentirlo, sus notables estaban
muertos de hambre, y su plebe se resecaba de sed.

14 Por eso ensanchó el seol su seno dilató su boca sin medida, y a él
baja su nobleza y su plebe y su turba gozosa.

15 Se humilla el hombre, se abaja el varón, los ojos de los altivos son
abajados;

16 es ensalzado Yahveh Sebaot en juicio, el Dios Santo muestra su
santidad por su justicia.

17 Pacerán los corderos como en su pastizal, y entre las ruinas gordos
cabritos ramonearán.

18 ¡Ay, los que arrastran la culpa con coyundas de engaños y el
pecado como con bridas de novilla!


19 Los que dicen: «¡Listo, apresure su acción, de modo que la
veamos. Acérquese y venga el plan del Santo de Israel, y que lo sepamos!»

20 ¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal; que dan oscuridad
por luz, y luz por oscuridad; que dan amargo por dulce, y dulce por amargo!

21 ¡Ay, los sabios a sus propios ojos, y para sí mismos discretos!

22 ¡Ay, los campeones en beber vino, los valientes para escanciar


licor,

23 los que absuelven al malo por soborno y quitan al justo su derecho.
24 Tal devora las espigas una lengua de fuego y el heno en llamas se

derrumba: la raíz de ellos será como podre, y su flor subirá como
tamo.
Pues recusaron la enseñanza de Yahveh Sebaot y despreciaron el dicho del
Santo de Israel.

25 Por eso se ha encendido la ira de Yahveh contra su pueblo,
extendió su mano sobre él y le golpeó. Y mató a los príncipes: sus
cadáveres yacían como basura en medio de las calles. Con todo eso, no se
ha calmado su ira, y aún sigue extendida su mano.

26 Iza bandera a un pueblo desde lejos y le silba desde los confines de
la tierra: vedlo aquí, rápido, viene ligero.

27 No hay en él quien se canse y tropiece, quien se duerma y se
amodorre; nadie se suelta el cinturón de los lomos, ni se rompe la correa de
su calzado.

28 Sus saetas son agudas y todos sus arcos están tensos. Los cascos de
sus caballos semejan pedernal y sus ruedas, torbellino.

29 Tiene un rugido como de leona, ruge como los cachorros, brama y
agarra la presa, la arrebata, y no hay quien la libre.

30 Bramará contra él aquel día como el bramido del mar, y oteará la
tierra, y habrá densa oscuridad, pues la luz se habrá oscurecido en la espesa
tiniebla.

Isaías 6

1 El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado en un trono
excelso y elevado, y sus haldas llenaban el templo.

2 Unos serafines se mantenían erguidos por encima de él; cada uno
tenía seis alas: con un par se cubrían la faz, con otro par se cubrían los
pies,
y con el otro par aleteaban,

3 Y se gritaban el uno al otro: «Santo, santo, santo, Yahveh Sebaot:
llena está toda la tierra de su gloria.».

4 Se conmovieron los quicios y los dinteles a la voz de los que
clamaban, y la Casa se llenó de humo.

5 Y dije: «¡Ay de mí, que estoy perdido, pues soy un hombre de labios
impuros, y entre un pueblo de labios impuros habito: que al rey
Yahveh
Sebaot han visto mis ojos!»

6 Entonces voló hacia mí uno de los serafines con una brasa en la
mano, que con las tenazas había tomado de sobre el altar,

7 y tocó mi boca y dijo: «He aquí que esto ha tocado tus labios: se ha
retirado tu culpa, tu pecado está expiado.»


8 Y percibí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré? ¿y quién
irá de parte nuestra»? Dije: «Heme aquí: envíame.»

9 Dijo: «Ve y di a ese pueblo: “Escuchad bien, pero no entendáis, ved
bien, pero no comprendáis.”

10 Engorda el corazón de ese pueblo hazle duro de oídos, y pégale los
ojos, no sea que vea con sus ojos. y oiga con sus oídos, y entienda con su
corazón, y se convierta y se le cure.»

11 Yo dije: «¿Hasta dónde, Señor?» Dijo: «Hasta que se vacíen las
ciudades y queden sin habitantes, las casas sin hombres, la campiña
desolada,

12 y haya alejado Yahveh a las gentes, y cunda el abandono dentro del

país.

13 Aun el décimo que quede en él volverá a ser devastado como la

encina o el roble, en cuya tala queda un tocón: semilla santa será su tocón.»

Isaías 7

1 En tiempo de Ajaz, hijo de Jotam, hijo de Ozías, rey de Judá, subió
Rasón, rey de Aram, con Pécaj, hijo de Remalías, rey de Israel, a Jerusalén
para atacarla, más no pudieron hacerlo.

2 La casa de David había recibido este aviso: «Aram se ha unido con
Efraím», y se estremeció el corazón del rey y el corazón de su
pueblo,
como se estremecen los árboles del bosque por el viento.

3 Entonces Yahveh dijo a Isaías: «Ea, sal con tu hijo Sear Yasub al
final del caño de la alberca superior, por la calzada del campo del Batanero,
al encuentro de Ajaz,

4 y dile: «¡Alerta, pero ten calma! No temas, ni desmaye tu corazón
por ese par de cabos de tizones humeantes,

5 ya que Aram, Efraím y el hijo de Remalías han maquinado tu ruina
diciendo:

6 Subamos contra Judá y desmembrémoslo, abramos brecha en él y
pongamos allí por rey al hijo de Tabel.”

7 Así ha dicho el Señor Yahveh: No se mantendrá, ni será así;

8 porque la capital de Aram es Damasco, y el cabeza de Damasco,
Rasón; Pues bien: dentro de sesenta y cinco años, Efraím dejará de
ser
pueblo.

9 La capital de Efraím es Samaría, y el cabeza de Samaría, el hijo de
Remalías. Si no os afirmáis en mí no seréis firmes.»

10 Volvió Yahveh a hablar a Ajaz diciendo:

11 «Pide para ti una señal de Yahveh tu Dios en lo profundo del seol o
en lo más alto.»

12 Dijo Ajaz: «No la pediré, no tentaré a Yahveh.»

13 Dijo Isaías: «Oíd, pues, casa de David: ¿Os parece poco cansar a
los hombres, que cansáis también a mi Dios?

14 Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una
doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por
nombre
Emmanuel.


15 Cuajada y miel comerá hasta que sepa rehusar lo malo y elegir lo
bueno.

16 Porque antes que sepa el niño rehusar lo malo y elegir lo bueno,
será abandonado el territorio cuyos dos reyes te dan miedo.

17 Yahveh atraerá sobre ti y sobre tu pueblo y sobre la casa de tu
padre, días cuales no los hubo desde aquel en que se apartó Efraím de Judá
(el rey de Asur).

18 Aquel día silbará Yahveh al enjambre que hay en los confines de
los ríos de Egipto, y a las abejas que hay en tierra de Asur;

19 vendrán y se posarán todas ellas en las quebradas, en los resquicios
de las peñas, en todas las corrientes y en todos los arroyos.

20 Aquel día rapará el Señor con navaja alquilada allende el Río, con
el rey de Asur, la cabeza y el vello de las piernas y también la
barba
afeitará,

21 Aquel día criará cada uno una novilla y un par de ovejas.

22 Y así de tanto dar leche, comerá cuajada, porque «cuajada y miel
comerá todo el que quedare dentro del país».

23 Aquel día, cualquier lugar donde antes hubo mil cepas por valor de
mil piezas de plata, será de la zarza y el abrojo.

24 Con flechas y arco se entrará allí, pues zarza y abrojo será toda la
tierra,

25 y en ninguno de los montes que se desbrozan con la azada se podrá
entrar por temor de las zarzas y abrojos; será dehesa de bueyes y pastizal de
ovejas.»

Isaías 8

1 Yahveh me dijo: «Toma una placa grande, escribe en ella con buril:
de Maher Salal Jas Baz,

2 y toma por fieles testigos míos al sacerdote Urías y a Zacarías, hijo
de Baraquías.»

3 Me acerqué a la profetisa, que concibió y dio a luz un hijo, Yahveh
me dijo: «Llámale Maher Salal Jas Baz,

4 pues antes que sepa el niño decir “papá” y “mamá”, la riqueza de
Damasco y el botín de Samaría serán llevados ante el rey de Asur.»

5 Volvió Yahveh a hablarme de nuevo:

6 «Porque ha rehusado ese pueblo las aguas de Siloé que van de vagar
y se ha desmoralizado ante Rasón y el hijo de Remalías,

7 por lo mismo, he aquí que el Señor hace subir contra ellos las aguas
del Río embravecidas y copiosas. Desbordará por todos sus cauces, (el rey
de Asur y todo su esplendor) invadirá todas sus riberas.

8 Seguirá por Judá anegando a su paso, hasta llegar al cuello. Y la
envergadura de sus alas abarcará la anchura de tu tierra, Emmanuel.

9 Sabedlo, pueblos: seréis destrozados; escuchad, confines todos de la
tierra; en guardia: seréis destrozados; en guardia: seréis destrozados.


10 Trazad un plan: fracasará. Decid una palabra: no se cumplirá.
Porque con nosotros está Dios.

11 Pues así me ha dicho Yahveh cuando me tomó de la mano y me
apartó de seguir por el camino de ese pueblo:

12 No llaméis conspiración a lo que ese pueblo llama conspiración, ni
temáis ni tembléis de lo que él teme.

13 A Yahveh Sebaot, a ése tened por santo, sea él vuestro temor y él
vuestro temblor.

14 Será un santuario y piedra de tropiezo y peña de escándalo para
entrambas Casas de Israel; lazo y trampa para los moradores de Jerusalén.

15 Allí tropezarán muchos, caerán, se estrellarán y serán atrapados y
presos.

16 Envuelve el testimonio, sella la enseñanza entre mis discípulos.

17 Aguardaré por Yahveh, el que vela su faz de la casa de Jacob, y
esperaré por él.

18 Aquí estamos yo y los hijos que me ha dado Yahveh, por señales y
pruebas en Israel, de parte de Yahveh Sebaot, el que reside en el
monte
Sión.

19 Y cuando os dijeren: «Consultad a los nigromantes y a los adivinos
que bisbisean y murmujean; ¿es que no consulta un pueblo a sus dioses, por
los vivos a los muertos?»:

20 en pro de la enseñanza y el testimonio ¡Vaya si dirán cosa tal! Lo
que no tiene provecho.

21 Pasará por allí lacerado y hambriento, y así que le dé el hambre, se
enojará y faltará a su rey y a su Dios. Volverá el rostro a lo alto,

22 la tierra oteará, y sólo habrá cerrazón y negrura, lobreguez prieta y
tiniebla espesa.

23 Pues, ¿no hay lobreguez para quien tiene apretura? Como el tiempo
primero ultrajó a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí, así el postrero
honró el camino del mar, allende el Jordán, el distrito de los Gentiles.

Isaías 9

1 El pueblo que andaba a oscuras

2 vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz
brilló sobre ellos. Acrecentaste el regocijo, hiciste grande la alegría. Alegría
por tu presencia, cual la alegría en la siega, como se regocijan repartiendo
botín.

3 Porque el yugo que les pesaba y la pinga de su hombro - la vara de
su tirano - has roto, como el día de Madián.

4 Porque toda bota que taconea con ruido, y el manto rebozado en
sangre serán para la quema, pasto del fuego.

5 Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el
señorío sobre su hombro, y se llamará su nombre «Maravilla de Consejero»,

«Dios Fuerte», «Siempre Padre», «Príncipe de Paz».


6 Grande es su señorío y la paz no tendrá fin sobre el trono de David y
sobre su reino, para restaurarlo y consolidarlo por la equidad y la justicia,
Desde ahora y hasta siempre, el celo de Yahveh Sebaot hará eso.

7 Una palabra ha proferido el Señor en Jacob, y ha caído en Israel.

8 Sabedla, pueblo todo, Efraím y los habitantes de Samaría, los que
con arrogancia y engreimiento dicen:

9 «Los ladrillos han caído, pero de sillar edificaremos; los sicómoros
fueron talados, pero por cedros los cambiaremos.»

10 Pues bien, Yahveh ha dado ventaja a su adversario, Rasón, y azuzó
a sus enemigos:

11 Aram por delante y los filisteos por detrás, devoraron a Israel a
boca llena. Con todo eso no se ha calmado su ira, y aún sigue su
mano
extendida.

12 Pero el pueblo no se volvió hacia el que le castigaba, no buscaron a
Yahveh Sebaot.

13 Por eso ha cercenado Yahveh a Israel cabeza y cola, palmera y
junco, en un mismo día.

14 El anciano y honorable es la cabeza, y el profeta impostor es
la

cola.

15 Los directores de este pueblo han resultado desviadores, y sus

dirigidos, extraviados.

16 Por eso, de sus jóvenes no se apiadará el Señor, con sus huérfanos
y viudas no tendrá misericordia, pues todos son impíos y malvados, y toda
boca profiere majadería Con todo eso no se ha calmado su ira, y aún sigue
su mano extendida.

17 Porque ha ardido como fuego la maldad, zarza y espino devora, y
va a prender en las espesuras del bosque: ya se estiran en columna de humo.
18 Por el arrebato de Yahveh la tierra ha sido quemada, y es el pueblo

como pasto de fuego; nadie tiene piedad de su hermano,

19 Corta a diestra y queda con hambre, come a siniestra y no se sacia;
cada uno se come la carne de su brazo.

20 Manasés devora a Efraím Efraím a Manasés, y ambos a una van
contra Judá. Con todo eso no se ha calmado su ira, y aún sigue su
mano
extendida.

Isaías 10

1 ¡Ay! los que decretan decretos inicuos, y los escribientes que
escriben vejaciones,

2 excluyendo del juicio a los débiles, atropellando el derecho de los
míseros de mi pueblo, haciendo de las viudas su botín, y despojando a los
huérfanos.

3 Pues ¿qué haréis para el día de la cuenta y la devastación que
de
lontananza viene? ¿a quién acudiréis para pedir socorro? ¿dónde
dejaréis
vuestra gravedad?


4 Con tal de no arrodillarse entre los prisioneros, entre los muertos
caerían. Con todo eso no se ha calmado su ira, y aún sigue su mano
extendida.

5 ¡Ay, Asur, bastón de mi ira, vara que mi furor maneja!

6 Contra gente impía voy a guiarlo, contra el pueblo de mi cólera voy
a mandarlo, a saquear saqueo y pillar pillaje, y hacer que lo pateen como el
lodo de las calles.

7 Pero él no se lo figura así, ni su corazón así lo estima, sino que su
intención es arrasar y exterminar gentes no pocas.

8 Pues dice: «¿No son mis jefes todos ellos reyes?

9 ¿No es Kalnó como Karkemis? ¿No es Jamat como Arpad? ¿No es
Samaría como Damasco?

10 Como alcanzó mi mano a los reinos de los ídolos - cuyas estatuas
eran más que las de Jerusalén y Samaría -

11 como hice con Samaría y sus ídolos, ¿no haré asimismo con
Jerusalén y sus simulacros?»

12 Pues bien, cuando hubiere dado remate el Señor a todas sus
empresas en el monte Sión y en Jerusalén, pasará revista al fruto
del
engreimiento del rey de Asur y al orgullo altivo de sus ojos.

13 Porque dijo: «Con el poder de mi mano lo hice, y con mi sabiduría,
porque soy inteligente, he borrado las fronteras de los
pueblos, sus
almacenes he saqueado, y he abatido como un fuerte a sus habitantes.

14 Como un nido ha alcanzado mi mano la riqueza de los pueblos, y
como se recogen huevos abandonados, he recogido yo toda la tierra, y no
hubo quien aleteara ni abriera el pico ni piara.»

15 ¿Acaso se jacta el hacha frente al que corta con ella? ¿o se tiene por
más grande la sierra que el que la blande? ¡como si la vara moviera al que
la levanta! ¡como si a quien no es madera el bastón alzara!

16 Por eso enviará Yahveh Sebaot entre sus bien comidos,
enflaquecimiento, y, debajo de su opulencia, encenderá un incendio como
de fuego.

17 La luz de Israel vendrá a ser fuego, y su Santo, llama; arderá
y
devorará su espino y su zarza en un solo día,

18 y el esplendor de su bosque y de su vergel en alma y en cuerpo será
consumido: será como el languidecer de un enfermo.

19 Lo que quede de los árboles de su bosque será tan poco, que un
niño los podrá contar.

20 Aquel día no volverán ya el resto de Israel y los bien librados de la
casa de Jacob a apoyarse en el que los hiere, sino que se apoyarán
con
firmeza en Yahveh.

21 Un resto volverá, el resto de Jacob, al Dios poderoso.

22 Que aunque sea tu pueblo, Israel, como la arena del mar, sólo un
resto de él volverá. Exterminio decidido, rebosante de justicia.

23 Porque es un exterminio decidido lo que Yahveh Sebaot realizará
en medio de toda la tierra.


24 Por tanto, así dice el Señor Yahveh Sebaot: «No temas, pueblo mío
que moras en Sión, a Asur que con la vara te da golpes y su bastón levanta
contra ti (en el camino de Egipto).

25 Porque un poquito más y se habrá consumado el furor, y mi ira los
consumirá.»

26 Despertará contra él Yahveh Sebaot un azote, como cuando la
derrota de Madián en la peña de Horeb, o cuando levantó su bastón contra
el mar en el camino de Egipto.

27 Aquel día te quitará su carga de encima del hombro y su yugo de
sobre tu cerviz será arrancado. Y el yugo será destruido (...)

28 Vino sobre Ayyat, pasó por Migrón, en Mikmás pasó revista.

29 Han pasado el Vado: «Haremos noche en Gueba.» Temblaba
Ramá, Guibeá de Saúl huía.

30 ¡Da gritos de júbilo, Bat Gallim, escucha Laisa! ¡Respóndele,
Anatot!

31 Se desbandó Madmená. Los habitantes de Guebim se han puesto a
salvo.

32 Hoy mismo en Nob haciendo alto menea su mano contra el Monte
de la hija de Sión, la colina de Jerusalén.

33 He aquí que el Señor Yahveh Sebaot sacude el ramaje con
estrépito; las guías más altas están partidas y las elevadas van a caer.

34 Golpeará las espesuras del bosque con el hierro, y por los golpes de
un Poderoso, caerá.

Isaías 11

1 Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces
brotará.

2 Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e
inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de
Yahveh.

3 Y le inspirará en el temor de Yahveh. No juzgará por las apariencias,
ni sentenciará de oídas.

4 Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a
los
pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con el
soplo de sus labios matará al malvado.

5 Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus
flancos.

6 Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con
el
cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño
los
conducirá.

7 La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como
los bueyes, comerá paja.

8 Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la
víbora el recién destetado meterá la mano.


9 Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la
tierra estará llena de conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas
el
mar.

10 Aquel día la raíz de Jesé que estará enhiesta para estandarte de
pueblos, las gentes la buscarán, y su morada será gloriosa.

11 Aquel día volverá el Señor a mostrar su mano para recobrar el resto
de su pueblo que haya quedado de Asur y de Egipto, de Patrós, de Kus, de
Elam, de Senaar, de Jamat y de las islas del mar.

12 Izará bandera a los gentiles, reunirá a los dispersos de Israel, y a los
desperdigados de Judá agrupará de los cuatro puntos cardinales.

13 Cesará la envidia de Efraím, y los opresores de Judá serán
exterminados. Efraím no envidiará a Judá y Judá no oprimirá a Efraím.

14 Ellos se lanzarán sobre la espalda de Filistea Marítima, a una
saquearán a los hijos de Oriente. Edom y Moab bajo el dominio de su
mano, y los ammonitas bajo su obediencia.

15 Secará Yahveh el golfo del mar de Egipto y agitará su mano contra
el Río. Con la violencia de su soplo lo partirá en siete arroyos,
y hará
posible pasarlo en sandalias;

16 habrá un camino real para el resto de su pueblo que haya
sobrevivido de Asur, como lo hubo para Israel, cuando subió del país
de
Egipto.

Isaías 12

1 Y dirás aquel día: «Yo te alabo, Yahveh, pues aunque te airaste
contra mí, se ha calmado tu ira y me has compadecido.

2 He aquí a Dios mi Salvador: estoy seguro y sin miedo, pues Yahveh
es mi fuerza y mi canción, él es mi salvación,»

3 Sacaréis agua con gozo de los hontanares de salvación.»

4 y diréis aquel día: «Dad gracias a Yahveh, aclamad su nombre,
divulgad entre los pueblos sus hazañas, pregonad que es sublime su
nombre.

5 Cantad a Yahveh, porque ha hecho algo sublime, que es digno de
saberse en toda la tierra.

6 Dad gritos de gozo y de júbilo, moradores de Sión, que grande es en
medio de ti el Santo de Israel.»

Isaías 13

1 Oráculo contra Babilonia, que contempló Isaías, hijo de Amós.

2 Sobre el monte pelado izad la bandera, levantad la voz a ellos, agitad
la mano y que entren por las puertas de los nobles.

3 Yo he mandado a mis consagrados y también he llamado a mis
valientes, para ejecutar mi ira a mis gallardos.

4 ¡Ruido estruendoso en los montes, como de mucha gente! ¡Ruido
estrepitoso de reinos, naciones reunidas! Yahveh Sebaot pasa revista a
su
tropa de combate.


5 Vienen de tierra lejana, del cabo de los cielos, Yahveh y los
instrumentos de su enojo para arrasar toda la tierra.

6 Ululad, que cercano está el Día de Yahveh, como la destrucción de
Sadday viene.

7 Por eso todos los brazos decaen y todo corazón humano se derrite.

8 Se empavorecen, angustias y apuros les sobrecogen, cual parturienta
se duelen. Cada cual se asusta de su prójimo. Son los suyos rostros
llameantes.

9 He aquí que el Día de Yahveh viene implacable, el arrebato, el ardor
de su ira, a convertir la tierra en yermo y exterminar de ella a los pecadores.

10 Cuando las estrellas del cielo y la constelación de Orión no
alumbren ya, esté oscurecido el sol en su salida y no brille la luz de la luna,

11 pasaré revista al orbe por su malicia y a los malvados por su culpa.
Haré cesar la arrogancia de los insolentes, y la soberbia de los desmandados
humillaré.

12 Haré que el hombre sea más escaso que el oro fino, y la humanidad
más que metal de Ofir.

13 Por eso haré temblar los cielos, y se removerá la tierra de su sitio,
en el arrebato de Yahveh Sebaot, en el día de su ira hirviente.

14 Será como gacela acosada, como ovejas cuando no hay quien las
reúna: cada uno enfilará hacia su pueblo, cada uno huirá hacia su tierra.

15 Todo el que fuere descubierto será traspasado, y todo el que fuere
apresado caerá por la espada.

16 Sus párvulos serán estrellados ante sus ojos, serán saqueadas sus
casas, y sus mujeres violadas.

17 He aquí que yo despierto contra ellos a los medos, que no estiman
la plata, ni desean el oro.

18 Machacarán a todos sus muchachos, estrellarán a todas sus
muchachas, del fruto del vientre no se apiadarán ni de las criaturas tendrán
lástima sus ojos.

19 Babilonia, la flor de los reinos, prez y orgullo de Caldea, será
semejante a Sodoma y Gomorra, destruidas por Dios.

20 No será habitada jamás ni poblada en generaciones y generaciones,
ni pondrá tienda allí el árabe, ni pastores apacentarán allí.

21 Allí tendrán aprisco bestias del desierto y se llenarán sus casas de
mochuelos. Allí morarán las avestruces y los sátiros brincarán allí.

22 Se responderán las hienas en sus alcázares y los chacales en sus
palacios de recreo. Su hora está para llegar y sus días no tendrán prórroga.

Isaías 14

1 Cuando se compadezca Yahveh de Jacob y prefiera todavía a Israel,
los afincará en el solar de ellos, y se les juntarán forasteros,
que serán
incorporados a la casa de Jacob.

2 Tomarán a otros pueblos y, llevándoselos a su lugar, se los apropiará
la casa de Israel sobre el solar de Yahveh como esclavos y esclavas. Harán
cautivos a sus cautivadores, y dominarán sobre sus tiranos.


3 Entonces, cuando te haya calmado Yahveh de tu disgusto y tu
desazón y de la dura servidumbre a que fuiste sometido,

4 dirigirás esta sátira al rey de Babilonia. Dirás: ¡Cómo ha acabado el
tirano, cómo ha cesado su arrogancia!

5 Ha quebrado Yahveh la vara de los malvados, el bastón de los
déspotas,

6 que golpeaba a los pueblos con saña golpes sin parar, que dominaba
con ira a las naciones acosándolas sin tregua.

7 Está tranquila y quieta la tierra toda, prorrumpe en aclamaciones.

8 Hasta los cipreses se alegran por ti, los cedros del Líbano: «Desde
que tú has caído en paz, no sube el talador a nosotros.»

9 El seol, allá abajo, se estremeció por ti saliéndote al encuentro; por ti
despierta a las sombras, a todos los jerifaltes de la tierra; hace levantarse de
sus tronos a los reyes de todas las naciones.

10 Todos ellos responden y te dicen: «¡También tú te has vuelto débil
como nosotros, y a nosotros eres semejante!

11 Ha sido precipitada al seol tu arrogancia al son de tus cítaras.

Tienes bajo ti una cama de gusanos, tus mantas son gusanera.

12 ¡Cómo has caído de los cielos, Lucero, hijo de la Aurora! ¡Has sido
abatido a tierra, dominador de naciones!

13 Tú que habías dicho en tu corazón: «Al cielo voy a subir, por
encima de las estrellas de Dios alzaré mi trono, y me sentaré en el Monte de
la Reunión, en el extremo norte.

14 Subiré a las alturas del nublado, me asemejaré al Altísimo.
15 ¡Ya!: al seol has sido precipitado, a lo más hondo del pozo.»

16 Los que te ven, en ti se fijan; te miran con atención: «¿Ese es aquél,
el que hacía estremecer la tierra, el que hacía temblar los reinos,

17 el que puso el orbe como un desierto, y asoló sus ciudades, el que a
sus prisioneros no abría la cárcel?»

18 Todos los reyes de las naciones, todos ellos yacen con honor, cada
uno en su morada.

19 Pero tú has sido arrojado fuera de tu sepulcro, como un brote
abominable, recubierto de muertos acuchillados, arrojados sobre las piedras
de la fosa, como cadáver pisoteado.

20 No tendrás con ellos sepultura, porque tu tierra has destruido, a tu
pueblo has asesinado. No se nombrará jamás la descendencia de los
malhechores.

21 Preparad a sus hijos degollina por la culpa de sus padres: no
sea
que se levanten y se apoderen de la tierra, y llenen de ciudades la haz del
orbe.

22 Yo me alzaré contra ellos - oráculo de Yahveh Sebaot - y suprimiré
en Babilonia el nombre y resto, hijos y nietos - oráculo de Yahveh.

23 La convertiré en patrimonio de erizos y tierra pantanosa, la barreré
con escoba exterminadora - oráculo de Yahveh Sebaot.

24 Ha jurado Yahveh Sebaot diciendo: «Tal como lo había ideado, así
fue. Y como lo planeé, así se cumplirá:


25 Quebrantaré a Asur en mi tierra, sobre mis montes le pisotearé. Se
apartará su yugo de sobre ellos, su fardo de sobre sus hombros se apartará.»
26 Este es el plan tocante a toda la tierra, y ésta la mano
extendida

sobre las naciones.

27 Si Yahveh Sebaot toma una decisión, ¿quién la frustrará? Si él
extiende su mano, ¿quién se la hará retirar?

28 El año en que murió el rey Ajaz hubo esta oráculo:

29 No te alegres, Filistea toda, porque se haya quebrado la vara del
que te hería; pues de raíz de culebra saldrá víbora, y su fruto será dragón
volador.

30 Los débiles pacerán en mis pastos y los pobres en seguro se
acostarán, mientras que haré morir de hambre tu posteridad, y mataré lo que
de ti reste

31 ¡Ulula, puerta! ¡grita, ciudad! ¡derrítete, Filistea toda, que del norte
una humareda viene, y nadie deserta en sus columnas!

32 ¿Y qué se responderá a los mensajeros de esa gente?: «Que Yahveh
fundó a Sión, y en ella se refugiarán los pobres de su pueblo.»

Isaías 15

1 Oráculo sobre Moab. Porque de noche ha sido saqueada, Ar Moab
ha perecido Porque de noche ha sido saqueada, Quir Moab ha perecido.

2 Subía la hija de Dibbón a los oteros llorando: sobre el Nebo y sobre
Medba Moab ulula. En todas sus cabezas, calvicie; toda barba, raída.

3 En sus calles se han ceñido sayal, sobre sus azoteas y en sus plazas
todo el mundo ulula, baja llorando.

4 Gritaban Jesbón y Elalé, hasta Yahas se oía su voz. Por eso los
guerreros de Moab tiemblan, su alma le tiembla dentro.

5 Su corazón por Moab clama, sus fugitivos van hasta Soar (Eglat
Selisiyyá). ¡La cuesta de Lujit la suben llorando, y por el camino
de
Joronáyim dan gritos desgarrados!

6 ¡Las aguas de Nimrim son un sequedal, y se ha secado la hierba, se
agostó el césped, no hay verdor!

7 Por eso hicieron ahorros... y sus reservas allende el arroyo de
los
Sauces se las llevan.

8 ¡Los gritos han rodeado las fronteras de Moab; hasta Egláyim llega
su ulular, en Beer Elim su ulular!

9 ¡Las aguas de Dimón van llenas de sangre! ¡Aún más añadiré sobre
Dimón! ¡Contra los escapados de Moab, y contra los que queden en su
suelo un león!

Isaías 16

1 Enviad corderos al señor del país desde la Roca del Desierto al
monte de la hija de Sión.

2 Como aves espantadas, nidada dispersa, serán las hijas de Moab
cabe los vados del Arnón.


3 Presenta algún plan, toma una decisión. Haz tu sombra como la
noche en pleno mediodía; esconde a los acosados, al fugitivo no delates.

4 Acójanse en ti los acosados de Moab; sé para ellos cobijo ante el
devastador. Cuando no queden tiranos, acabe la
devastación, y
desaparezcan del país los opresores,

5 será establecido sobre la piedad el trono, y se sentará en él con
lealtad - en la tienda de David - un juez que busque el derecho, y sea presto
a la justicia.

6 Hemos oído la arrogancia de Moab: ¡una gran arrogancia! Su
altanería, su arrogancia y su furor y sus bravatas sin fuerza.

7 Por eso, que ulule Moab por Moab; ulule todo él. Por los panes de
uvas de Quir Jaréset gimen: «¡Ay, abatidos!»

8 Pues la campiña de Jesbón se ha marchitado, el viñedo de Sibmá,
cuyas cepas majaron los señores de las gentes. Hasta Yazer alcanzaban, se
perdían por el desierto, sus frondas se extendían, pasaban la mar.

9 Por eso voy a llorar como llora Yazer, viña de Sibmá. Te regaré con
mis lágrimas, Jesbón y Elalé, porque sobre tu cosecha y sobre tu segada se
ha extinguido el clamor,

10 y se retira del vergel alegría y alborozo, y en las viñas no se lanzan
cantos de júbilo, ni gritos. Vino en los lagares no pisa el pisador: el clamor
ha cesado.

11 Por eso mis entrañas por Moab como el arpa resuenan, y mi
interior por Quir Jeres.

12 Luego, cuando vea Moab que se cansa sobre el alto, entrará a su
santuario a orar, pero nada podrá.

13 Esta es la palabra que en un tiempo pronunció Yahveh acerca de
Moab.

14 Y ahora ha hablado Yahveh diciendo: «Dentro de tres años, como
años de jornalero, será despreciada la gloria de Moab con toda su numerosa
muchedumbre, y el resto será pequeñísimo, insignificante.»

Isaías 17

1 Oráculo contra Damasco. He aquí que Damasco deja de ser ciudad,
y va a ser montón de derribo.

2 Abandonadas sus ciudades para siempre, serán para los ganados; se
acostarán allí y no habrá quien los espante.

3 Dejará de existir el baluarte de Efraím y el reinado de Damasco, y el
resto de Aram vendrá a ser como la gloria de los israelitas -
oráculo de
Yahveh Sebaot -.

4 Aquel día, será debilitada la gloria de Jacob, y su
gordura
enflaquecerá.

5 Será como cuando apuña un segador la mies, y su brazo las espigas
siega; será como espigador en el valle de Refaím,

6 - que quedan en él rebuscos -; como en el vareo del olivo: dos, tres
bayas en la punta de la guía; cuatro, cinco en sus ramas fructíferas - oráculo
de Yahveh, el Dios de Israel -.


7 Aquel día se dirigirá el hombre a su Hacedor, y sus ojos hacia
el
Santo de Israel mirarán.

8 No se fijará en los altares, obras de sus manos, ni lo que hicieron sus
dedos mirará: los cipos y las estelas solares.

9 Aquel día estarán tus ciudades abandonadas, como cuando el
abandono de los bosques y matorrales, ante los hijos de Israel: habrá
desolación.

10 Porque olvidaste a Dios tu salvador, y de la Roca de tu fortaleza no
te acordaste. Por eso plantabas plantíos deleitosos, y de mugrón extranjero
los sembraste.

11 Hoy tu plantío veías crecer, y florecer desde la mañana tu simiente.
Pero desaparecerá la mies el día de la enfermedad, y el dolor será incurable.
12 ¡Ay!, bramar de muchos pueblos, como bramar de mares braman.

Retumbar de naciones que retumban como retumbo de crecidas aguas.

13 (De naciones que retumban como retumbo de crecidas aguas.) Pero
él las increpa, y de lejos huyen, y son perseguidas como el tamo
de los
montes por el viento, y como torbellino por el huracán.

14 A la hora del atardecer se presenta el miedo, antes de la mañana ya
no existen. Esea sea la parte de nuestros despojadores, la suerte de nuestros
saqueadores.

Isaías 18

1 ¡Ay, tierra de susurro de alas, la de allende los ríos de Kus,

2 la que envía por mar embajadores, y en barcos de juncos sobre la
haz de las aguas! Id, mensajeros ligeros, a la nación esbelta y de brillante
piel, al pueblo temible desde siempre, nación vigorosa y dominadora, cuya
tierra surcan ríos.

3 Todos los moradores del orbe y habitantes de la tierra, al izarse
pendón en los montes, mirad, al tañerse el cuerno, escuchad;

4 que así me ha dicho Yahveh: Estaré quedo y observaré desde mi
puesto, como calor ardiente al brillar la luz, como nube de rocío en el calor
de la siega.

5 Pues antes de la siega, al acabar la floración, cuando su fruto
en
cierne comience a madurar, cortará los sarmientos con la podadera y
los
pámpanos viciosos arrancará y podará.

6 Serán dejados juntamente a merced de las aves rapaces de los
montes y de las bestias de la tierra; pasarán allí el verano las rapaces y toda
bestia terrestre allí invernará.

7 En aquel tiempo se presentará un obsequio a Yahveh Sebaot, al
lugar del nombre de Yahveh Sebaot, el monte Sión, de parte de un pueblo
esbelto y de brillante piel, y de parte de un pueblo temible desde siempre,
nación vigorosa y dominadora, cuya tierra surcan ríos.

Isaías 19


1 Oráculo contra Egipto. Allá va Yahveh cabalgando sobre nube ligera
y entra en Egipto, se tambalean los ídolos de Egipto ante él y el corazón de
Egipto se derrite en su interior.

2 Revolveré a egipcios contra egipcios, peleará cada cual con su
hermano, y cada uno con su compañero, ciudad contra ciudad, reino contra
reino.

3 Se trastornará el espíritu de Egipto en su interior, y sus planes
anularé. Consultarán a los ídolos, a los brujos, a los nigromantes y
los
adivinos.

4 Entregaré a Egipto en manos de un señor duro, y un rey cruel los
dominará - oráculo del Señor Yahveh Sebaot -.

5 Se desecarán las aguas del mar, y el Río se secará y quedará seco;
hederán los ríos,

6 menguarán y se secarán los canales de Egipto. La caña y el junco se
marchitarán.

7 Los prados junto al canal, junto al borde del canal, y todo sembrado
del canal se secarán, serán aventados y desaparecerán.

8 Gemirán los pescadores, y se lamentarán todos los que echan en el
canal anzuelo; y los que extienden red sobre las aguas, languidecerán.

9 Estarán confusos los que trabajan el lino, cardadoras y tejedores
palidecerán.

10 Estarán sus tejedores abatidos, todos los jornaleros desanimados.
11 En verdad, están locos los príncipes de Soán, los sabios consejeros

de Faraón forman un estúpido consejo. ¿Cómo decís a Faraón: «Hijo de
sabios soy, hijo de reyes antiguos?»

12 Pues entonces, ¿dónde están tus sabios? Que te manifiesten, pues, y
te hagan conocer lo que ha planeado Yahveh Sebaot tocante a Egipto.

13 Han enloquecido los príncipes de Soán, han sido engañados los
príncipes de Nof; los jefes de sus tribus extravían a Egipto.

14 Yahveh ha infundido en ellos espíritu de vértigo que hace dar
tumbos a Egipto en todas sus empresas, como se tambalea el ebrio en
su
vomitona.

15 Y no le sale bien a Egipto empresa alguna que haga la cabeza o la
cola, la palmera o el junco.

16 Aquel día será Egipto como las mujeres. Temblará y se espantará
cada vez que Yahveh Sebaot menee su mano contra él.

17 El territorio de Judá será la afrenta de Egipto: cada vez que se lo
mienten, se espantará ante los planes que Yahveh Sebaot está
trazando
contra él.

18 Aquel día habrá cinco ciudades en tierra de Egipto que hablarán la
lengua de Canaán y que jurarán por Yahveh Sebaot: Ir Haheres se llamará
una de ellas.

19 Aquel día habrá un altar de Yahveh en medio del país de Egipto y
una estela de Yahveh junto a su frontera.


20 Estará como señal y testimonio de Yahveh Sebaot en el país de
Egipto. Cuando clamen a Yahveh a causa de los opresores, les enviará un
libertador que los defenderá y librará.

21 Será conocido Yahveh de Egipto, y conocerá Egipto a Yahveh
aquel día, le servirán con sacrificio y ofrenda, harán votos a Yahveh y los
cumplirán.

22 Yahveh herirá a Egipto, pero al punto le curará. Se convertirán a
Yahveh, y él será propicio y los curará.

23 Aquel día habrá una calzada desde Egipto a Asiria. Vendrá Asur a
Egipto y Egipto a Asiria, y Egipto servirá a Asur.

24 Aquel día será Israel tercero con Egipto y Asur, objeto
de
bendición en medio de la tierra,

25 pues le bendecirá Yahveh Sebaot diciendo: «Bendito sea mi pueblo
Egipto, la obra de mis manos Asur, y mi heredad Israel.»

Isaías 20

1 El año en que vino el copero mayor a Asdod - cuando le envió
Sargón, rey de Asur, y atacó a Asdod y la tomó -,

2 en aquella sazón habló Yahveh por medio de Isaías, hijo de Amós,
en estos términos: «Ve y desata el sayal de tu cintura, y quítate
las
sandalias de los pies.» El lo hizo así, y anduvo desnudo y descalzo.

3 Dijo Yahveh: «Así como ha andado mi siervo Isaías desnudo y
descalzo tres años como señal y presagio respecto a Egipto y Kus,

4 así conducirá el rey de Asur a los cautivos de Egipto y a los
deportados de Kus, mozos y viejos, desnudos, descalzos y nalgas al aire -
desnudez de Egipto.

5 Se quedarán asustados y confusos por Kus, su esperanza, y por
Egipto, su prez.

6 Y dirán los habitantes de esta costa aquel día: «Ahí tenéis en qué ha
parado la esperanza nuestra, adonde acudíamos en busca de auxilio para
librarnos del rey de Asur. Pues ¿cómo nos escaparemos nosotros?

Isaías 21

1 Oráculo sobre el Desierto Marítimo. Como torbellinos pasando por
el Négueb vienen del desierto, del país temible.

2 Una visión dura me ha sido mostrada: El saqueador saquea y el
devastador devasta. Sube Elam; asedia, Media. He hecho cesar
todo
suspiro.

3 Por eso mis riñones se han llenado de espanto. En mí hacen presa
dolores, como dolores de parturienta. Estoy pasmado sin poder oír, me
estremezco sin ver.

4 He perdido el sentido, escalofríos me sobrecogen. El crepúsculo de
mis anhelos se me convierte en sobresalto.

5 Se prepara la mesa, se despliega el mantel, se come y se bebe.
-

¡Levantaos, jefes, engrasad el escudo!

6 Pues así me ha dicho el Señor: «Anda, pon un vigía que vea y avise.


7 Cuando vea carros, troncos de caballos, jinetes en burro, jinetes en
camello, preste atención, mucha atención.»

8 Y exclamó el vigía: «Sobre la atalaya, mi señor, estoy firme a lo
largo del día, y en mi puesto de guardia estoy firme noches enteras.

9 Pues bien: por ahí vienen jinetes, troncos de caballos.» Replicó y
dijo: «¡Cayó, cayó Babilonia, y todas las estatuas de sus dioses se
han
estrellado contra el suelo!»

10 Trilla mía y parva de mi era: lo que he oído de parte de Yahveh
Sebaot, Dios de Israel, os lo he anunciado.

11 Oráculo sobre Duma. Alguien me grita desde Seír: «Centinela,

¿qué hay de la noche? centinela, ¿qué hay de la noche?»

12 Dice el centinela: «Se hizo de mañana y también de noche. Si
queréis preguntar, volveos, venid.»

13 Oráculo en la estepa. En el bosque, en la estepa, haced noche,
caravanas de dedanitas.

14 Al encuentro del sediento llevad agua, habitantes del país de Temá;
salid con pan al encuentro del fugitivo.

15 Pues de las espadas huyen, de la espada desnuda, del arco tendido,
de la pesadumbre de la guerra.

16 Pues así me ha dicho el Señor: «Al cabo de un año como año de
jornalero se habrá consumido toda la gloria de Quedar.

17 Del resto de los arqueros, de los paladines, de los bravos de
los
hijos de Quedar, quedarán pocos, porque Yahveh, Dios de Israel, lo ha
dicho.»

Isaías 22

1 Oráculo contra el valle de la Visión. ¿Qué tienes ahora, que has
subido en pleno a las azoteas,

2 de rumores henchida, ciudad alborotada, villa bullanguera? Tus
caídos no son caídos a espada ni muertos en guerra.

3 Todos sus jefes huyeron a una: del arco escapaban. Todos tus
valientes fueron apresados a una: lejos huían.

4 Por eso he dicho: «¡Apartaos de mí! Voy a llorar amargamente. No
os empeñéis en consolarme por la devastación de la hija de mi pueblo.»

5 Porque es día de perturbación, de extravío y de aplastamiento para el
Señor Yahveh Sebaot. En el valle de la Visión se zapa un muro y el grito de
socorro llega a la montaña,

6 Elam lleva el carcaj, Aram monta a caballo, Quir desnuda el escudo.
7 Tus mejores valles se vieron llenos de carros, y los de a
caballo

formaron frente a la puerta.

8 Entonces cayó la defensa de Judá. Contemplasteis aquel día el
arsenal de la Casa del Bosque.

9 Y las brechas de la ciudad de David visteis que eran muchas, y
reunisteis las aguas de la alberca inferior.

10 Las casas de Jerusalén contasteis, y demolisteis casas para fortificar
la muralla.


11 Un estanque hicisteis entre ambos muros para las aguas de la
alberca vieja; pero no os fijasteis en su Hacedor, al que desde
antiguo lo
ideó de lejos no le visteis.

12 Llamaba el Señor Yahveh Sebaot aquel día a lloro y a lamento y a
raparse y ceñirse de sayal,

13 mas lo que hubo fue jolgorio y alegría, matanza de bueyes y
degüello de ovejas, comer carne y beber vino: «¡Comamos y bebamos, que
mañana moriremos!»

14 Entonces me reveló al oído Yahveh Sebaot: «No será expiada esa
culpa hasta que muráis» - ha dicho el Señor Yahveh Sebaot -.

15 Así dice el Señor Yahveh Sebaot: Preséntate al mayordomo, a
Sebná, encargado del palacio,

16 el que labra en alto su tumba, el que se talla en la peña una morada:

«¿Qué es tuyo aquí y a quién tienes aquí, que te has labrado aquí
una
tumba?»

17 He aquí que Yahveh te hace rebotar, hombre, y te vuelve a agarrar.
18 Te enrolla en ovillo, como una pelota en tierra de amplios espacios.

Allí morirás, y allí irán tus carrozas gloriosas, vergüenza del palacio de tu
señor.

19 Te empujaré de tu peana y de tu pedestal te apearé.

20 Aquel día llamaré a mi siervo Elyaquim, hijo de Jilquías.

21 Le revestiré de tu túnica, con tu fajín le sujetaré, tu autoridad
pondré en su mano, y será él un padre para los habitantes de
Jerusalén y
para la casa de Judá.

22 Pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; abrirá, y
nadie cerrará, cerrará, y nadie abrirá.

23 Le hincaré como clavija en lugar seguro, y será trono de gloria para
la casa de su padre.

24 Colgarán allí todo lo de valor de la casa de su padre - sus
descendientes y su posteridad -, todo el ajuar menudo, todas las
tazas y
cántaros.

25 Aquel día - oráculo de Yahveh Sebaot - se removerá la clavija
hincada en sitio seguro, cederá y caerá, y se hará añicos el peso
que
sostenía, porque Yahveh ha hablado.

Isaías 23

1 Oráculo sobre Tiro. Ululad, naves de Tarsis, porque ha
sido
destruida vuestra fortaleza. De vuelta del país de Kittim les ha sido
descubierto.

2 Quedad mudos, habitantes de la costa, mercaderes de Sidón, cuyos
viajantes atravesaban el mar

3 por las aguas inmensas. La siembra del canal, la siega del Nilo, era
su riqueza, y ella era el mercado de las naciones.

4 Avergüénzate, Sidón, porque ha dicho la mar: «No tuve dolores ni di
a luz, ni crié mancebos, ni eduqué doncellas.»


Tiro.

5 En cuanto se oiga la nueva en Egipto, se dolerán de las nuevas de

6 Pasad a Tarsis, ululad, habitantes de la costa:

7 ¿Es ése vuestro emporio arrogante, de remota antigüedad, cuyos pies

le llevaron lejos en sus andanzas?

8 ¿Quién ha planeado esto contra Tiro, la coronada cuyos
comerciantes eran príncipes, cuyos traficantes eran nobles de la tierra?

9 Es Yahveh Sebaot quien ha planeado profanar el orgullo de toda su
magnificencia y envilecer a todos los nobles de la tierra.

10 Cultiva tu tierra, hija de Tarsis: no hay puerto ya.

11 Su mano extendió él sobre la mar, hizo estremecer los reinos.
Yahveh mandó respecto a Canaán, demoler sus castillos,

12 y dijo: No vuelvas más a rebullir, doncella oprimida, hija de Sidón.

Levántate y vete a Kittim, que tampoco allí tendrás reposo.

13 Ahí tienes la tierra de los caldeos; no eran un pueblo; Asur la fundó
para las bestias del desierto. Levantaron torres de asalto, demolieron
sus
alcázares, la convirtieron en ruinas.

14 Ululad, naves de Tarsis, porque ha sido destruida vuestra fortaleza.
15 Aquel día quedará en olvido Tiro durante setenta años. En los días

de otro rey, al cabo de setenta años, le sucederá a Tiro como en la canción
de la ramera:

16 «Toma el arpa, rodea la ciudad, ramera olvidada: tócala bien, canta
a más y mejor, para que seas recordada.»

17 Bien, al cabo de los setenta años visitará Yahveh a Tiro, y ella
volverá a su ganancia y se prostituirá a todos los reinos de la tierra sobre la
haz de la tierra.

18 Será su mercadería y su ganancia consagrada a Yahveh. No será
atesorada ni almacenada, sino que para los que moren delante de Yahveh
será su mercadería, para comer a saciedad y para cubrirse espléndidamente.

Isaías 24

1 He aquí que Yahveh estraga la tierra, la despuebla, trastorna su
superficie y dispersa a los habitantes de ella:

2 al pueblo como al sacerdote; al siervo como al señor; a la criada
como a su señora; al que compra como al que vende; al que presta como al
prestatario; al acreedor como a su deudor.

3 Devastada será la tierra y del todo saqueada, porque así ha hablado
Yahveh.

4 En duelo se marchitó la tierra, se amustia, se marchita el orbe,
el
cielo con la tierra se marchita.

5 La tierra ha sido profanada bajo sus habitantes, pues traspasaron las
leyes, violaron el precepto, rompieron la alianza eterna.

6 Por eso una maldición ha devorado la tierra, y tienen la culpa los que
habitan en ella. Por eso han sido consumidos los habitantes de la tierra, y
quedan pocos del linaje humano.


7 El mosto estaba triste, la viña mustia: se trocaron en suspiros todas
las alegrías del corazón.

8 Cesó el alborozo de los tímpanos, suspendióse el estrépito de los
alegres, cesó el alborozo del arpa.

9 No beben vino cantando: amarga el licor a sus bebedores.

10 Ha quedado la villa vacía, ha sido cerrada toda casa, y no se puede
entrar.

11 Se lamentan en las calles por el vino. Desapareció toda alegría,
emigró el alborozo de la tierra.

12 Ha quedado en la ciudad soledad, y de desolación está herida la
puerta.

13 Porque en medio de la tierra, en mitad de los pueblos, pasa como
en el vareo del olivo, como en los rebuscos cuando acaba la vendimia.

14 Ellos levantan su voz y lanzan hurras; la majestad de Yahveh
aclaman desde el mar.

15 Por eso, en Oriente glorificad a Yahveh, en las islas del mar el
nombre de Yahveh, Dios de Israel.

16 Desde el confín de la tierra cánticos hemos oído: «¡Gloria al
justo!» Y digo: «¡Menguado de mí, menguado de mí! ¡Ay de mí, y de estos
malvados que hacen maldad, los malvados que han consumado la maldad!»

17 ¡Pánico, hoya y trampa contra ti, morador de la tierra!

18 Sucederá que el que escape del pánico, caerá en la hoya, y el que
suba de la hoya, será preso en la trampa. Porque las esclusas de lo alto han
sido abiertas, y se estremecen los cimientos de la tierra,

19 Estalla, estalla la tierra, se hace pedazos la tierra, sacudida se
bambolea la tierra,

20 vacila, vacila la tierra como un beodo, se balancea como una
cabaña; pesa sobre ella su rebeldía, cae, y no volverá a levantarse.

21 Aquel día castigará Yahveh al ejército de lo alto en lo alto y a los
reyes de la tierra en la tierra;

22 serán amontonados en montón los prisioneros en el pozo, serán
encerrados en la cárcel y al cabo de muchos días serán visitados.

23 Se afrentará la luna llena, se avergonzará el pleno sol, cuando reine
Yahveh Sebaot en el monte Sión y en Jerusalén, y esté la Gloria en
presencia de sus ancianos.

Isaías 25

1 Yahveh, tú eres mi Dios, yo te ensalzo, alabo tu nombre, porque has
hecho maravillas y planes muy de antemano que no fallan.

2 Porque has puesto la ciudad como un majano, y la villa fortificada,
hecha como una ruina; el alcázar de orgullosos no es ya ciudad, y
nunca
será reedificado.

3 Por eso te glorificará un pueblo poderoso, villa de gentes despóticas
te temerá.


4 Porque fuiste fortaleza para el débil, fortaleza para el pobre en
su
aprieto, parapeto contra el temporal, sombra contra el calor. Porque
el
aliento de los déspotas es como lluvia de invierno.

5 Como calor en sequedal humillarás el estrépito de los poderosos;
como el calor a la sombra de una nube, el himno de los déspotas se
debilitará.

6 Hará Yahveh Sebaot a todos los pueblos en este monte un convite de
manjares frescos, convite de buenos vinos: manjares de tuétanos, vinos
depurados;

7 consumirá en este monte el velo que cubre a todos los pueblos y la
cobertura que cubre a todos los gentes;

8 consumirá a la Muerte definitivamente. Enjugará el Señor Yahveh
las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre
toda la tierra, porque Yahveh ha hablado.

9 Se dirá aquel día: «Ahí tenéis a nuestro Dios: esperamos que nos
salve; éste es Yahveh en quien esperábamos; nos regocijamos y nos
alegramos por su salvación.»

10 Porque la mano de Yahveh reposará en este monte, Moab será
aplastado en su sitio como se aplasta la paja en el muladar.

11 Extenderá en medio de él sus manos como las extiende el nadador
al nadar, pero Yahveh abajará su altivez y el esfuerzo de sus manos.

12 La fortificación inaccesible de tus murallas derrocará, abajará, la
hará tocar la tierra, hasta el polvo.

Isaías 26

1 Aquel día se cantará este cantar en tierra de Judá: «Ciudad fuerte
tenemos; para protección se le han puesto murallas y antemuro.

2 Abrid las puertas, y entrará una gente justa que guarda fidelidad;
3 de ánimo firme y que conserva la paz, porque en ti confió.

4 Confiad en Yahveh por siempre jamás, porque en Yahveh tenéis una
Roca eterna.

5 Porque él derroca a los habitantes de los altos, a la villa inaccesible;
la hace caer, la abaja hasta la tierra, la hace tocar el polvo;

6 la pisan pies, pies de pobres, pisadas de débiles.»

7 La senda del justo es recta; tú allanas la senda recta del justo.

8 Pues bien, en la senda de tus juicios te esperamos, Yahveh; tu
nombre y tu recuerdo son el anhelo del alma.

9 Con toda mi alma te anhelo en la noche, y con todo mi espíritu por
la mañana te busco. Porque cuando tú juzgas a la tierra, aprenden justicia
los habitantes del orbe.

10 Aunque se haga gracia al malvado, no aprende justicia; en tierra
recta se tuerce, y no teme la majestad de Yahveh.

11 Yahveh, alzada está tu mano, pero no la ven; verán tu celo por el
pueblo y se avergonzarán, tu ira ardiente devorará a tus adversarios.


12 Yahveh, tú nos pondrás a salvo, que también llevas a cabo todas
nuestras obras.

13 Yahveh, Dios nuestro, nos han dominado otros señores fuera de ti,
pero no recordaremos otro Nombre sino el tuyo.

14 Los muertos no vivirán, las sombras no se levantarán, pues los has
castigado, los has exterminado y has borrado todo recuerdo de ellos.

15 Has aumentado la nación, Yahveh, has aumentado la nación y te
has glorificado, has ampliado todos los límites del país.

16 Yahveh, en el aprieto de tu castigo te buscamos; la angustia de la
opresión era tu castigo para nosotros.

17 Como cuando la mujer encinta está próxima al parto sufre, y se
queja en su trance, así éramos nosotros delante de ti, Yahveh.

18 Hemos concebido, tenemos dolores como si diésemos a luz viento;
pero no hemos traído a la tierra salvación, y no le nacerán
habitantes al
orbe.

19 Revivirán tus muertos, tus cadáveres resurgirán, despertarán y
darán gritos de júbilo los moradores del polvo; porque rocío luminoso es tu
rocío, y la tierra echará de su seno las sombras.

20 Vete, pueblo mío, entra en tus cámaras y cierra tu puerta tras de ti,
escóndete un instante hasta que pase la ira.

21 Porque he ahí a Yahveh que sale de su lugar a castigar la culpa de
todos los habitantes de la tierra contra él; descubre la tierra sus manchas de
sangre y no tapa ya a sus asesinados.

Isaías 27

1 Aquel día castigará Yahveh con su espada dura, grande, fuerte, a
Leviatán, serpiente huidiza, a Leviatán, serpiente tortuosa, y matará
al
dragón que hay en el mar.

2 Aquel día se dirá: Viña deliciosa, cantadla.

3 Yo, Yahveh, soy su guardián. A su tiempo la regaré. Para que no se
la castigue, de noche y de día la guardaré.

4 - Ya no tengo muralla. ¿Quién me ha convertido en espinos y
abrojos? - Yo les haré guerra y los pisotearé, los quemaré todos a una,

5 o que se acojan a mi amparo, que hagan la paz conmigo, que
conmigo hagan la paz.

6 En los días que vienen arraigará Jacob, echará Israel flores y frutos,
y se llenará la haz de la tierra de sus productos.

7 ¿Acaso le ha herido como hirió a quien le hería? ¿ha sido muerto él
como fueron muertos sus matadores?

8 Te querellaste con ella y la echaste, la despediste; la echó con
su
aliento áspero como viento de Oriente.

9 En verdad, con esto sería expiada la culpa de Jacob, y éste sería todo
el fruto capaz de apartar su pecado; dejar todas las piedras que le sirven de
ara de altar como piedras de cal desmenuzadas. Cipos y estelas del sol no se
erigirán,


10 pues la ciudad fortificada ha quedado solitaria, mansión dejada y
abandonada como un desierto donde el novillo pace, se tumba y ramonea.

11 Cuando se seca su ramaje es quebrado en astillas: vienen mujeres y
le prenden fuego. Por no ser éste un pueblo inteligente, por eso no le tiene
piedad su Hacedor, su Plasmador no le otorga gracia.

12 Aquel día vareará Yahveh desde la corriente del Río hasta el
torrente de Egipto, y vosotros seréis reunidos de uno en uno, hijos de Israel.
13 Aquel día se tocará un cuerno grande, y vendrán los perdidos por
tierra de Asur y los dispersos por tierra de Egipto, y adorarán a Yahveh en

el monte santo de Jerusalén.

Isaías 28

1 ¡Ay, corona de arrogancia - borrachos de Efraím - y capullo
marchito - gala de su adorno - que está en el cabezo del valle
fértil,
aficionados al vino!

2 He aquí que uno, fuerte y robusto, enviado por el Señor, como una
granizada, como huracán devastador, como aguacero torrencial de
desbordadas aguas, los echará a tierra con la mano.

3 Con los pies será hollada la corona de arrogancia, los borrachos de
Efraím,

4 y el capullo marchito, gala de su adorno, que está en el cabezo del
valle fértil; y serán como la breva que precede al verano, que, en cuanto la
ve uno, la toma con la mano y se la come.

5 Aquel día será Yahveh Sebaot corona de gala, diadema de adorno
para el resto de su pueblo,

6 espíritu de juicio para el que se siente en el tribunal, y energía para
los que rechazan hacia la puerta a los atacantes.

7 También ésos por el vino desatinan y por el licor
divagan:
sacerdotes y profetas desatinan por el licor, se ahogan en vino, divagan por
causa del licor, desatinan en sus visiones, titubean en sus decisiones.

8 Porque todas las mesas están cubiertas de vómito asqueroso, sin
respetar sitio.

9 «¿A quién se instruirá en el conocimiento? ¿a quién se le hará
entender lo que oye? A los recién destetados, a los retirados de los pechos.

10 Porque dice: = Sau la sau, sau la sau, cau la cau, cau la cau, zeer
sam, zeer sam. =»

11 Sí, con palabras extrañas y con lengua extranjera hablará a este
pueblo

12 él, que les había dicho: «¡Ahora, descanso! Dejad reposar al
fatigado. ¡Ahora, calma!» Pero ellos no han querido escuchar.

13 Ahora Yahveh les dice: «= Sau la sau, sau la sau, cau la cau, cau la
cau, zeer sam, zeer sam =», de suerte que vayan y caigan hacia atrás y se
fracturen, caigan en la trampa y sean presos.

14 Por tanto oíd la palabra de Yahveh, hombres burlones, señores de
este pueblo de Jerusalén.


15 Porque habéis dicho: «Hemos celebrado alianza con la muerte, y
con el seol hemos hecho pacto, cuando pasare el azote desbordado, no nos
alcanzará, porque hemos puesto la mentira por refugio nuestro y en el
engaño nos hemos escondido.»

16 Por eso, así dice el Señor Yahveh: «He aquí que yo pongo por
fundamento en Sión una piedra elegida, angular, preciosa y fundamental:
quien tuviere fe en ella no vacilará.

17 Pondré la equidad como medida y la justicia como nivel.» Barrerá
el granizo el refugio de mentira y las aguas inundarán el escondite.

18 Será rota vuestra alianza con la muerte y vuestro pacto con el seol
no se mantendrá. Cuando pasare el azote desbordado, os aplastará.

19 Siempre que pase os alcanzará. Porque mañana tras mañana pasará,
de día y de noche, y habrá estremecimiento sólo con oírlo.

20 La cama será corta para poder estirarse y el cobertor será estrecho
para poder taparse.

21 Porque como en el monte Perasim surgirá Yahveh, como en el
valle de Gabaón se enfurecerá para hacer su acción, su extraña
acción, y
para trabajar su trabajo, su exótico trabajo.

22 Ahora no os burléis, no sea que se aprieten vuestras ligaduras.
Porque cosa concluida y decidida he oído de parte de Yahveh Sebaot,
tocante a toda la tierra.

23 Escuchad y oíd mi voz, atended y oíd mi palabra.

24 ¿Acaso cada día ara al arador para sembrar, abre y rompe su
terreno?

25 Luego que ha igualado su superficie, ¿no esparce la neguilla, y
desparrama el comino, y pone trigo, cebada y espelta, cada cosa en
su
tablar?

26 Quien le enseña esta usanza, quien le instruye es su Dios.

27 Porque no con el trillo es trillada la neguilla, ni se hace girar rueda
de carreta sobre el comino; sino que con el bastón es apaleada la neguilla, y
el comino con la vara.

28 ¿Se tritura el grano? No. No se le trilla indefinidamente; se hace
girar la rueda de la carreta, y se le limpia, pero sin triturarlo.

29 También esto de Yahveh Sebaot ha salido: trazar un plan
maravilloso, llevar a un gran acierto.

Isaías 29

1 ¡Ay, Ariel, Ariel, villa donde acampó David! Añadid año sobre año,
las fiestas completen su ciclo,

2 y pondré en angustias a Ariel, y habrá llanto y gemido. Ella será
para mí un Ariel;

3 acamparé en círculo contra ti, estrecharé contra ti la estacada, y
levantaré contra ti trinchera;


4 serás abatida, desde la tierra hablarás, por el polvo será ahogada tu
palabra, tu voz será como un espectro de la tierra, y desde el
polvo tu
palabra será como un susurro.

5 Y será como polvareda fina la turba de tus soberbios, y como tamo
que pasa la turba de tus potentados. Sucederá que, de un momento a otro,

6 de parte de Yahveh Sebaot serás visitada con trueno, estrépito y
estruendo, turbión, ventolera y llama de fuego devoradora,

7 Será como un sueño, visión nocturna, la turba de todas las gentes
que guerrean contra Ariel, todas sus milicias y las máquinas de guerra que
la oprimen.

8 Será como cuando el hambriento sueña que está comiendo, pero
despierta y tiene el estómago vacío; como cuando el sediento sueña que está
bebiendo, pero se despierta cansado y sediento. Así será la turba de todas
las gentes, que guerrean contra el monte Sión.

9 Idiotizaos y quedad idiotas, cegaos y quedad ciegos; emborrachaos,
pero no de vino, tambaleaos, y no por el licor.

10 Porque ha vertido sobre vosotros Yahveh espíritu de sopor, he
pegado vuestros ojos (profetas) y ha cubierto vuestras cabezas (videntes).

11 Toda revelación será para vosotros como palabras de un libro
sellado, que da uno al que sabe leer diciendo: «Ea, lee eso»; y dice el otro:

«No puedo, porque está sellado»;

12 y luego pone el libro frente a quien no sabe leer, diciendo: «Ea, lee
eso»; y dice éste: «No sé leer»

13 Dice el Señor: Por cuanto ese pueblo se me ha allegado con su
boca, y me han honrado con sus labios, mientras que su corazón está lejos
de mí, y el temor que me tiene son preceptos enseñados por hombres,

14 por eso he aquí que yo sigo haciendo maravillas con ese pueblo,
haciendo portentosas maravillas; perderé la sabiduría de sus sabios, y
eclipsaré el entendimiento de sus entendidos.

15 Ay de los que se esconden de Yahveh para ocultar sus planes, y
ejecutan sus obras en las tinieblas, y dicen: «¿Quién nos ve, quién
nos
conoce?»

16 ¡Qué error el vuestro! ¿Es el alfarero como la arcilla, para que diga
la obra a su hacedor: «No me ha hecho», y la vasija diga de su alfarero: «No
entiende el oficio?»

17 ¿Acaso no falta sólo un poco, para que el Líbano se convierta en
vergel, y el vergel se considere una selva?

18 Oirán aquel día los sordos palabras de un libro, y desde la tiniebla
y desde la oscuridad los ojos de los ciegos las verán,

19 los pobres volverán a alegrarse en Yahveh, y los hombres más
pobres en el Santo de Israel se regocijarán.

20 Porque se habrán terminado los tiranos, se habrá acabado el
hombre burlador, y serán exterminados todos los que desean el mal;

21 los que declaran culpable a otro con su palabra, y tienden lazos al
que juzga en la puerta, y desatienden al justo por una nonada.


22 Por tanto, así dice Yahveh, Dios de la casa de Jacob, el que rescató
a Abraham: «No se avergonzará en adelante Jacob, ni en adelante su rostro
palidecerá;

23 porque en viendo a sus hijos, las obras de mis manos, en medio de
él, santificarán mi Nombre.» Santificarán al Santo de Jacob, y al
Dios de
Israel tendrán miedo.

24 Los descarriados alcanzarán inteligencia, y los murmuradores
aprenderán doctrina.

Isaías 30

1 ¡Ay de los hijos rebeldes - oráculo de Yahveh - para ejecutar planes,
que no son míos, y para hacer libaciones de alianza, mas no a mi
aire,
amontonando pecado sobre pecado!

2 Los que bajan a Egipto sin consultar a mi boca, para buscar apoyo
en la fuerza de Faraón y ampararse a la sombra de Egipto.

3 La fuerza del Faraón se os convertirá en vergüenza, y el amparo de
la sombra de Egipto, en confusión.

4 Cuando estuvieron en Soán sus jefes, y cuando sus emisarios
llegaron a Janés,

5 todos llevaron presentes a un pueblo que les será inútil, a un pueblo
que no sirve de ayuda - ni de utilidad - sino de vergüenza y de oprobio.

6 Oráculo sobre los animales del Négueb. Por tierra de angustia y
aridez, de leona y de león rugiente, de áspid y dragón volador,
llevan a
lomos de pollinos su riqueza, y sobre jiba de camellos sus tesoros hacia un
pueblo que no les será útil,

7 a Egipto, cuyo apoyo es huero y vano. Por eso he llamado a ese
pueblo «Ráhab la cesante.»

8 Ahora ven, escríbelo en una tablilla, grábalo en un libro, y que dure
hasta el último día, para testimonio hasta siempre:

9 Que es un pueblo terco, criaturas hipócritas, hijos que no aceptan
escuchar la instrucción de Yahveh;

10 que han dicho a los videntes: «No veáis»; y a los visionarios: «No
veáis para nosotros visiones verdaderas; habladnos cosas
halagüeñas,
contemplad ilusiones.

11 Apartaos del camino, desviaos de la ruta, dejadnos en paz del Santo
de Israel.»

12 Por tanto, así dice el Santo de Israel: Por cuanto habéis rechazado
vosotros esta palabra, y por cuanto habéis fiado en lo torcido y perverso y
os habéis apoyado en ello,

13 por eso será para vosotros esta culpa como brecha ruinosa en una
alta muralla, cuya quiebra sobrevendrá de un momento a otro,

14 y va a ser su quiebra como la de una vasija de alfarero, rota
sin
compasión, en la que al romperse no se encuentra una sola tejoleta bastante
grande para tomar fuego del hogar o para extraer agua del aljibe.


15 Porque así dice el Señor Yahveh, el Santo de Israel: «Por la
conversión y calma seréis liberados, en el sosiego y seguridad estará vuestra
fuerza.» Pero no aceptasteis,

16 sino que dijisteis: «No, huiremos a caballo.» ¡Pues, bien, huid! Y

«sobre rápidos carros montaremos». ¡Pues bien, rápidamente seréis
perseguidos!

17 Mil temblarán ante la amenaza de uno solo; ante la amenaza de
cinco huiréis, hasta que seáis dejados como mástil en la cúspide del monte y
como gallardete sobre una colina.

18 Sin embargo aguardará Yahveh para haceros gracia, y así se
levantará para compadeceros, porque Dios de equidad es Yahveh: ¡dichosos
todos los que en él esperan!

19 Sí, pueblo de Sión que habitas en Jerusalén, no llorarás ya más; de
cierto tendrá piedad de ti, cuando oiga tu clamor; en cuanto lo
oyere, te
responderá.

20 Os dará el Señor pan de asedio y aguas de opresión, y después no
será ya ocultado el que te enseña; con tus ojos verás al que te enseña,

21 y con tus oídos oirás detrás de ti estas palabras: «Ese es el camino,
id por él», ya sea a la derecha, ya a la izquierda.

22 Declararás impuro el revestimiento de tus ídolos de plata y el
ornato de tus imágenes fundidas en oro. Los rechazarás como
paño
inmundo: «¡Fuera de aquí!», les dirás.

23 El dará lluvia a tu sementera con que hayas sembrado el suelo, y la
tierra te producirá pan que será pingüe y sustancioso. Pacerán tus ganados
aquel día en pastizal dilatado;

24 los bueyes y asnos que trabajan el suelo comerán forraje salado,
cribado con bieldo y con criba.

25 Habrá sobre todo monte alto y sobre todo cerro elevado
manantiales que den aguas perennes, el día de la gran matanza, cuando
caigan las fortalezas.

26 Será la luz de la luna como la luz del sol meridiano, y la luz del sol
meridiano será siete veces mayor - con luz de siete días - el día que vende
Yahveh la herida de su pueblo y cure la contusión de su golpe.

27 He aquí que el nombre de Yahveh viene de lejos, ardiente su ira y
pesada su opresión. Sus labios llenos están de furor, su lengua es
como
fuego que devora,

28 y su aliento como torrente desbordado que cubre hasta el cuello.
Cribará a las naciones con criba nefasta, pondrá el bocado de sus bridas en
la mandíbula de sus pueblos.

29 Vosotros cantaréis como en la noche de santificar fiesta; se os
alegrará el corazón como el de quien va al son de flauta a entrar en el monte
de Yahveh, a la Peña de Israel.

30 Hará oír Yahveh la majestad de su voz, y mostrará la descarga de
su brazo con ira inflamada y llama de fuego devoradora, turbión, aguacero
y granizo.


31 Pues por la voz de Yahveh será hecho añicos Asur: con un bastón
le golpeará.

32 A cada pasada de la vara de castigo que Yahveh descargue sobre él

- con adufes y con arpas - y con guerras de sacudir las manos
guerreará
contra él.

33 Porque de antemano está preparado un Tófet - también para el rey -
un foso profundo y ancho; hay paja y madera en abundancia. El aliento de
Yahveh, cual torrente de azufre, lo enciende.

Isaías 31

1 ¡Ay, los que bajan a Egipto por ayuda! En la caballería se apoyan, y
fían en los carros porque abundan y en los jinetes porque son muchos; mas
no han puesto su mirada en el Santo de Israel, ni a Yahveh han buscado.

2 Pero también él es sabio, hará venir el mal, y no retirará sus
palabras; se levantará contra la casa de los malhechores y contra la ayuda de
los que obran la iniquidad.

3 En cuanto a Egipto, es humano, no divino, y sus caballos, carne, y
no espíritu; Yahveh extenderá su mano, tropezará el ayudador y caerá
el
ayudado y todos a una perecerán.

4 Porque así me ha dicho Yahveh: Como ruge el león y el cachorro
sobre su presa, y cuando se convoca contra él a todos los pastores, de sus
voces no se intimida, ni de su tumulto se apoca: tal será el
descenso de
Yahveh Sebaot para guerrear sobre el monte Sión y sobre su colina.

5 Como pájaros que vuelan, así protegerá Yahveh Sebaot a Jerusalén,
protegerá y librará, perdonará y salvará.

6 Volveos a aquel de quien profundamente os apartasteis, hijos de
Israel.

7 Porque aquel día repudiará cada uno las divinidades de plata y las
divinidades de oro que hicieron vuestras manos pecadoras.

8 Caerá Asur por espada no de hombres, y por espada no humana
serán devorados; se dará a la fuga ante la espada, y sus mejores guerreros
serán destinados a trabajos.

9 Aterrado, abandonará su tropa, y sus jefes espantados abandonarán
su estandarte. Oráculo de Yahveh, que tiene fuego en Sión, y horno
en
Jerusalén.

Isaías 32

1 He aquí que para hacer justicia reinará un rey, y los jefes juzgarán
según derecho.

2 Será cada uno como un sitio abrigado contra el viento y a cubierto
del temporal; como fluir de aguas en sequedal, como sombra de peñón en
tierra agostada.

3 No se cerrarán los ojos de los videntes, y los oídos de los que
escuchan percibirán;

4 el corazón de los alocados se esforzará en aprender, y la lengua de
los tartamudos hablará claro y ligero.


5 No se llamará ya noble al necio, ni al desaprensivo se le llamará
magnífico.

6 Porque el necio dice necedades y su corazón medita el mal, haciendo
impiedad y profiriendo contra Yahveh desatinos, dejando vacío el estómago
hambriento y privando de bebida al sediento.

7 Cuanto al desaprensivo, sus tramas son malas, se dedica a inventar
maquinaciones para sorprender a los pobres con palabras
engañosas,
cuando el pobre expone su causa.

8 Mientras que el noble medita nobles cosas, y en las cosas nobles está
firme.

9 Mujeres indolentes, ¡arriba!, oíd mi voz; hijas confiadas, escuchad
mi palabra.

10 Dentro de un año y algunos días temblaréis las que confiáis, pues
se habrá acabado la vendimia para no volver más.

11 Espantaos, indolentes, temblad, confiadas, desvestíos, desnudaos,
ceñid vuestra cintura,

12 golpeaos el pecho, por los campos atrayentes, por las viñas
fructíferas.

13 Sobre el solar de mi pueblo zarza y espino crecerá, y también sobre
todas las casas de placer de la villa alegre,

14 porque el alcázar habrá sido abandonado, el genio de la ciudad
habrá desaparecido; Ofel y el Torreón quedarán en adelante vacíos por
siempre, para delicia de asnos y pastizal de rebaños.

15 Al fin será derramado desde arriba sobre nosotros espíritu. Se hará
la estepa un vergel, y el vergel será considerado como selva.

16 Reposará en la estepa la equidad, y la justicia morará en el vergel;
17 el producto de la justicia será la paz, el fruto de la equidad,
una

seguridad perpetua.

18 Y habitará mi pueblo en albergue de paz, en moradas seguras y en
posadas tranquilas.

19 - La selva será abatida y la ciudad hundida.

20 Dichosos vosotros, que sembraréis cabe todas las corrientes, y
dejaréis sueltos el buey y el asno.

Isaías 33

1 ¡Ay, tú que saqueas, y no has sido saqueado, que despojas, y no has
sido despojado! En terminando tú de saquear, serás saqueado; así que
acabes de despojar, serás despojado;

2 Yahveh, ten piedad de nosotros, en ti esperamos. Sé nuestro brazo
por las mañanas y nuestra salvación en tiempo de apretura.

3 Al fragor del estrépito se dispersan los pueblos, al alzarte tú se
desperdigan las gentes,

4 se amontona el botín como quien amontona saltamontes, se
abalanzan sobre él, como se abalanzan las langostas.

5 Exaltado sea Yahveh, pues reposa en lo alto; llene a Sión de equidad
y de justicia.


6 Sean tus días estables; la riqueza que salva son la sabiduría y
la
ciencia, el temor de Yahveh sea tu tesoro.

7 ¡Mirad! Ariel se lamenta por las calles, los embajadores de paz
amargamente lloran.

8 Han quedado desiertas las calzadas, ya no hay transeúntes por los
caminos. Han violado la alianza, han recusado los testimonios, no se tiene
en cuenta a nadie.

9 La tierra está en duelo, languidece; el líbano está ajado y mustio. Ha
quedado el Sarón como la estepa, se van pelando el Basán y el Carmelo.

10 «Ahora me levanto - dice Yahveh - ahora me exalto, ahora me
elevo.

11 Concebiréis forraje, pariréis paja, y mi soplo como fuego os
devorará;

12 los pueblos serán calcinados, espinos cercenados que en fuego
arderán.

13 Oíd, los alejados, lo que he hecho; enteraos, los cercanos, de mi
fuerza.»

14 Se espantaron en Sión los pecadores, sobrecogió el temblor a los
impíos: ¿Quién de nosotros podrá habitar con el fuego consumidor? ¿quién
de nosotros podrá habitar con las llamas eternas?

15 El que anda en justicia y habla con rectitud; el que rehúsa
ganancias fraudulentas, el que se sacude la palma de la mano para no
aceptar soborno, el que se tapa las orejas para no oír hablar de
sangre, y
cierra sus ojos para no ver el mal.

16 Ese morará en las alturas, subirá a refugiarse en la fortaleza de las
peñas, se le dará su pan y tendrá el agua segura.

17 Tus ojos contemplarán un rey en su belleza, verán una tierra
dilatada.

18 Tu corazón musitará con sobresalto: «¿Dónde está el que contaba,
dónde el que pesaba, dónde el que contaba torres?»

19 Y no verás al pueblo audaz, pueblo de lenguaje oscuro,
incomprensible, al bárbaro cuya lengua no se entiende.

20 Contempla a Sión, villa de nuestras solemnidades: tus ojos verán a
Jerusalén, albergue fijo, tienda sin trashumancia, cuyas clavijas no
serán
removidas nunca y cuyas cuerdas no serán rotas.

21 Sino que allí Yahveh será magnífico para con nosotros; como un
lugar de ríos y amplios canales, por donde no ande ninguna embarcación de
remos, ni navío de alto bordo lo atraviese.

22 (Porque Yahveh es nuestro juez, Yahveh nuestro legislador,
Yahveh nuestro rey: él nos salvará.)

23 Se han distendido las cuerdas, no sujetan derecho el mástil, no
despliegan estandarte. Entonces será repartido un botín numeroso: hasta los
cojos tendrán botín,

24 y no dirá ningún habitante: «Estoy enfermo»; al pueblo que allí
mora le será perdonada su culpa.


Isaías 34

1 Acercaos, naciones, a oír, atended, pueblos; oiga la tierra y cuanto
hay en ella, el orbe y cuanto en él brota,

2 que ira tiene Yahveh contra todas las naciones, y cólera contra todas
sus mesnadas. Las ha anatematizado, las ha entregado a la matanza.

3 Sus heridos yacen tirados, de sus cadáveres sube el hedor, y sus
montes chorrean sangre;

4 se esfuma todo el ejército de los cielos. Se enrollan como un libro
los cielos, y todo su ejército palidece como palidece el sarmiento de la cepa,
como una hoja mustia de higuera.

5 Porque se ha emborrachado en los cielos mi espada; ya desciende
sobre Edom y sobre el pueblo de mi anatema para hacer justicia.

6 La espada de Yahveh está llena de sangre, engrasada de sebo, de
sangre de carneros y machos cabríos, de sebo de riñones de carneros,
porque tiene Yahveh un sacrificio en Bosrá, y gran matanza en Edom.

7 En vez de búfalos caerán pueblos, y en vez de toros un pueblo de
valientes. Se emborrachará su tierra con sangre, y su polvo será engrasado
de sebo.

8 Porque es día de venganza para Yahveh, año de desquite del
defensor de Sión.

9 Se convertirán sus torrentes en pez, su polvo en azufre, y se hará su
tierra pez ardiente.

10 Ni de noche ni de día se apagará, por siempre subirá el humo de
ella. De generación en generación quedará arruinada, y nunca jamás habrá
quien pase por ella.

11 La heredarán el pelícano y el erizo, el ibis y el cuervo residirán en
ella. Tenderá Yahveh sobre ella la plomada del caos y el nivel del vacío.

12 Los sátiros habitarán en ella, ya no habrá en ella nobles que
proclamen la realeza, y todos sus príncipes serán aniquilados.

13 En sus alcázares crecerán espinos, ortigas y cardos en
sus
fortalezas; será morada de chacales y dominio de avestruces.

14 Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al
otro; también allí reposará Lilit y en él encontrará descanso.

15 Allí anidará la víbora, pondrá, incubará y hará salir del huevo.

También allí se juntarán los buitres.

16 Buscad el libro de Yahveh y leed; no faltará ninguno de ellos,
ninguno de ellos echará en falta a otro. Pues su misma boca lo ha ordenado
y su mismo espíritu los junta.

17 Es él mismo el que los echa a suertes, con su mano les reparte el
país a cordel; lo poseerán por siempre y morarán en él de
generación en
generación.

Isaías 35

1 Que el desierto y el sequedal se alegren, regocíjese la estepa y
la
florezca como flor;


2 estalle en flor y se regocije hasta lanzar gritos de júbilo. La gloria
del Líbano le ha sido dada, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Se verá la
gloria de Yahveh, el esplendor de nuestro Dios.

3 Fortaleced las manos débiles, afianzad las rodillas vacilantes.

4 Decid a los de corazón intranquilo: ¡Animo, no temáis! Mirad que
vuestro Dios viene vengador; es la recompensa de Dios, él vendrá y
os
salvará.

5 Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, y las orejas de
los
sordos se abrirán.

6 Entonces saltará el cojo como ciervo, y la lengua del mudo lanzará
gritos de júbilo. Pues serán alumbradas en el desierto aguas, y torrentes en
la estepa,

7 se trocará la tierra abrasada en estanque, y el país árido en manantial
de aguas. En la guarida donde moran los chacales verdeará la caña y
el
papiro.

8 Habrá allí una senda y un camino, vía sacra se la llamará; no pasará
el impuro por ella, ni los necios por ella vagarán.

9 No habrá león en ella, ni por ella subirá bestia salvaje, no se
encontrará en ella; los rescatados la recorrerán.

10 Los redimidos de Yahveh volverán, entrarán en Sión entre
aclamaciones, y habrá alegría eterna sobre sus cabezas. ¡Regocijo y alegría
les acompañarán! ¡Adiós, penar y suspiros!

Isaías 36

1 En el año catorce del rey Ezequías subió Senaquerib, rey de Asur,
contra todas las ciudades fortificadas de Judá y se apoderó de ellas.

2 El rey de Asur envió desde Lakís a Jerusalén, donde el rey Ezequías,
al copero mayor con un fuerte destacamento. Se colocó éste en el canal de
la alberca superior, que está junto al camino del campo del Batanero.

3 El mayordomo de palacio, Elyaquim, hijo de Jilquías, el secretario
Sebná y el heraldo Yoaj, hijo de Asaf, salieron donde él.

4 El copero mayor les dijo: «Decid a Ezequías: Así habla el gran rey,
el rey de Asur: ¿Qué confianza es ésa en la que fías?

5 Te has pensado que meras palabras de los labios son consejo y
bravura para la guerra. Pero ahora ¿en quién confías, que te has
rebelado
contra mí?

6 Mira: te has confiado al apoyo de esa caña rota, de Egipto, que
penetra y traspasa la mano del que se apoya sobre ella. Pues así es Faraón,
rey de Egipto, para todos los que confían en él.

7 Pero vais a decirme: “Nosotros confiamos en Yahveh nuestro Dios.”

¿No ha sido él, Ezequías, quien ha suprimido los altos y los
altares y ha
dicho a Judá y a Jerusalén: “Os postraréis delante de este altar?”

8 Pues apuesta ahora con mi señor, el rey de Asur: te daré dos mil
caballos si eres capaz de encontrarte jinetes para ellos.

9 ¿Cómo harías retroceder a uno solo de los más pequeños servidores
de mi señor? ¡Te fías de Egipto para tener carros y gentes de carro!


10 Y ahora ¿acaso he subido yo contra esta tierra para destruirla, sin
contar con Yahveh? Yahveh me ha dicho: “Sube contra esta tierra y
destrúyela.”»

11 Dijeron Elyaquim, Sebná y Yoaj al copero mayor: «Por favor,
háblanos a nosotros tus siervos en arameo, que lo entendemos; no nos
hables en lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre la muralla.»

12 El copero mayor dijo: «¿Acaso mi señor me ha enviado a decir
estas cosas a tu señor, o a ti, y no a los hombres que se encuentran sobre la
muralla, que tienen que comer sus excrementos y beber sus orinas con
vosotros?»

13 Se puso en pie el copero mayor y gritó con gran voz en lengua
judía, diciendo: «Escuchad las palabras del gran rey, el rey de Asur.

14 Así dice el rey: No os engañe Ezequías, porque no podrá libraros.
15 Que Ezequías no os haga confiar en Yahveh diciendo: “De cierto

nos librará Yahveh, y esta ciudad no será entregada en manos del rey de
Asur.”

16 No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asur: Haced
paces conmigo, rendíos a mí, y comerá cada uno de su viña y de su higuera,
y beberá cada uno de su cisterna,

17 hasta que yo llegue y os lleve a una tierra como vuestra tierra, tierra
de trigo y de mosto, tierra de pan y de viñas.

18 Que no os engañe Ezequías, diciendo: “Yahveh nos librará.”

¿Acaso los dioses de las naciones han librado cada uno a su tierra
de la
mano del rey de Asur?

19 ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arpad, dónde los dioses de
Sefarváyim, dónde están los dioses de Samaría? ¿Acaso han librado a
Samaría de mi mano?

20 ¿Quiénes, de entre todos los dioses de los países, los han librado de
mi poder, para que libre Yahveh a Jerusalén de mi mano?»

21 Calló el pueblo y no le respondió una palabra, porque el rey había
dado esta orden diciendo: «No le respondáis.»

22 Elyaquim, hijo de Jilquías, mayordomo de palacio, el secretario
Sebná y el heraldo Yoaj, hijo de Asaf, fueron donde Ezequías, desgarrados
los vestidos, y le relataron las palabras del copero mayor.

Isaías 37

1 Cuando lo oyó el rey Ezequías desgarró sus vestidos, se cubrió de
sayal y se fue a la Casa de Yahveh.

2 Envió a Elyaquim, mayordomo, a Sebná, secretario, y a los
sacerdotes ancianos cubiertos de sayal donde el profeta Isaías, hijo
de
Amós.

3 Ellos le dijeron: «Así habla Ezequías: Este día es día de angustia, de
castigo y de vergüenza. Los hijos están para salir del seno, pero
no hay
fuerza para dar a luz.

4 ¿No habrá oído Yahveh tu Dios las palabras del copero mayor al que
ha enviado el rey de Asur, su señor, para insultar al Dios vivo?
¿No


castigará Yahveh tu Dios las palabras que ha oído? Dirige una plegaria en
favor del Resto que aún queda!»

5 Cuando los siervos del rey Ezequías llegaron donde Isaías,

6 éste les dijo: «Así diréis a vuestro señor: Esto dice Yahveh: No
tengas miedo por las palabras que has oído, con las que me insultaron los
criados del rey de Asur.

7 Voy a poner en él un espíritu, oirá una noticia y se volverá a
su
tierra, y en su tierra yo lo haré caer a espada.»

8 El copero mayor se volvió y encontró al rey de Asur atacando a
Libná , pues había oído que había partido de Lakís,

9 porque había recibido esta noticia acerca de Tirhacá, rey de Kus:

«Ha salido a guerrear contra ti.» Senaquerib volvió a enviar
mensajeros
para decir a Ezequías:

10 «Así hablaréis a Ezequías, rey de Judá: No te engañe tu Dios en el
que confías pensando: “No será entregada Jerusalén en manos del rey
de
Asur”.

11 Bien has oído lo que los reyes de Asur han hecho a todos los
países, entregándolos al anatema, ¡y tú te vas a librar!

12 ¿Acaso los dioses de las naciones salvaron a aquellos que mis
padres aniquilaron, a Gozán, a Jarán, a Résef, a los edenitas que estaban en
Tel Basar?

13 ¿Dónde está el rey de Jamat, el rey de Arpad, el rey de Laír,
de
Sefarváyim, de Hená y de Ivvá?»

14 Ezequías tomó la carta de manos de los mensajeros y la leyó.

Luego subió a la Casa de Yahveh y Ezequías la desenrolló ante Yahveh.

15 Hizo Ezequías esta plegaria ante Yahveh:

16 «Yahveh Sebaot, Dios de Israel, que estás sobre los Querubines, tú
sólo eres Dios en todos los reinos de la tierra, tú el que has hecho los cielos
y la tierra.

17 «Tiende, Yahveh, tu oído y escucha; abre, Yahveh, tus ojos y mira.

Oye las palabras con que Senaquerib ha enviado a insultar al Dios vivo.

18 Es verdad, Yahveh, que los reyes de Asur han exterminado a todas
las naciones y su territorio,

19 y han entregado sus dioses al fuego, porque ellos no son dioses,
sino hechuras de mano de hombre, de madera y de piedra, y por eso han
sido aniquilados.

20 Ahora, pues, Yahveh, Dios nuestro, sálvanos de su mano, y sabrán
todos los reinos de la tierra que sólo tú eres Dios, Yahveh.»

21 Isaías, hijo de Amós, envió a decir a Ezequías: «Así dice Yahveh,
Dios de Israel, a quien has suplicado acerca de Senaquerib, rey de Asur.

22 Esta es la palabra que Yahveh pronuncia contra él: Ella te
desprecia, ella te hace burla, la virgen hija de Sión. Mueve la cabeza a tus
espaldas la hija de Jerusalén.

23 ¿A quién has insultado y blasfemado? ¿Contra quién has alzado tu
voz y levantas tus ojos altaneros? ¡Contra el Santo de Israel!


24 Por tus siervos insultas a Adonay y dices: “Con mis muchos carros
subo a las cumbres de los montes, a las laderas del Líbano, derribo la altura
de sus cedros, la flor de sus cipreses, alcanzo el postrer de sus refugios su
jardín del bosque.

25 Yo he cavado y bebido en extranjeras aguas. Secaré bajo la planta
de mis pies, todos los Nilos del Egipto.”

26 ¿Lo oyes bien? Desde antiguo lo tengo preparado; desde viejos días
lo había planeado, ahora lo ejecuto. Tú has convertido en cúmulos de ruinas
las fuertes ciudades.

27 Sus habitantes, de débiles manos, confusos y aterrados, son planta
del campo, verdor de hierba, hierba de tejados, pasto quemado por el viento
de Oriente.

28 Si te alzas o te sientas, si sales o entras, yo lo sé; (y que te alzas
airado contra mí).

29 Pues que te alzas airado contra mí y tu arrogancia ha subido a mis
oídos, voy a poner mi anillo en tus narices, mi brida en tu boca, y
voy a
devolverte por la ruta por la que has venido.

30 La señal será ésta: Este año se comerá lo que rebrote, lo que nazca
de sí al año siguiente. Al año tercero sembrad y segad, plantad las viñas y
comed su fruto.

31 El resto que se salve de la casa de Judá echará raíces por debajo y
fruto en lo alto.

32 Pues saldrá un Resto de Jerusalén, y supervivientes del monte Sión;
el celo de Yahveh Sebaot lo hará.

33 Por eso, así dice Yahveh del rey de Asiria: No entrará en esta
ciudad, no lanzará flechas en ella, no le opondrá escudo, ni alzará en contra
de ella empalizada.

34 Volverá por la ruta que ha traído. No entrará en esta ciudad,
oráculo de Yahveh.

35 Yo protegeré a esta ciudad para salvarla, por quien soy y por mi
siervo David.»

36 Aquella misma noche salió el Angel de Yahveh e hirió en el
campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil hombres; a la hora de
despertarse, por la mañana, no había más que cadáveres.

37 Senaquerib, rey de Asiria, partió y, volviéndose, se quedó en
Nínive.

38 Y sucedió que estando él postrado en el templo de su dios Nisrok,
sus hijos Adrammélek y Saréser le mataron a espada y se pusieron a salvo
en el país de Ararat. Su hijo Asarjaddón reinó en su lugar.

Isaías 38

1 En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías,
hijo de Amós, vino a decirle: «Así habla Yahveh: Haz testamento, porque
muerto eres y no vivirás.»

2 Ezequías volvió su rostro a la pared y oró a Yahveh.


3 Dijo: «¡Ah, Yahveh! Dígnate recordar que yo he andado en tu
presencia con fidelidad y corazón perfecto haciendo lo recto a tus ojos.» Y
Ezequías lloró con abundantes lágrimas.

4 Entonces le fue dirigida a Isaías la palabra de Yahveh, diciendo:

5 «Vete y di a Ezequías: Así habla Yahveh, Dios de tu padre David:
He oído tu plegaria, he visto tus lágrimas y voy a curarte. Dentro
de tres
días subirás a la Casa de Yahveh. Añadiré quince años a tus días.

6 Te libraré a ti y a esta ciudad de la mano del rey de Asiria,
y
ampararé a esta ciudad.»

7 Isaías respondió: «Esta será para ti de parte de Yahveh, la señal de
que Yahveh hará lo que ha dicho.

8 Mira, voy a hacer retroceder a la sombra diez gradas de las que ha
descendido el sol por las gradas de Ajaz. Y desanduvo el sol diez gradas
por las que había descendido.

9 Cántico de Ezequías, rey de Judá cuando estuvo enfermo y sanó de
su mal:

10 Yo dije: A la mitad de mis días me voy; en las puertas del seol se
me asigna un lugar para el resto de mis años.

11 Dije: No veré a Yahveh en la tierra de los vivos; no veré ya a
ningún hombre de los que habitan el mundo.

12 Mi morada es arrancada, se me arrebata como tienda de pastor.
Enrollo como tejedor mi vida, del hilo del tejido me cortaste. De la noche a
la mañana acabas conmigo;

13 grité hasta la madrugada: Como león tritura todos mis huesos. De
la noche a la mañana acabas conmigo.

14 Como grulla, como golondrina chirrío, zureo como paloma. Se
consumen mis ojos de mirar hacia arriba. Yahveh, estoy oprimido, sal por
mí.

15 ¿Qué diré? ¿De qué le hablaré, cuando él mismo lo ha hecho?

Caminaré todos mis años en la amargura de mi alma.

16 El Señor está con ellos, viven y todo lo que hay en ellos es vida de
su espíritu. Tú me curarás, me darás la vida.

17 Entonces mi amargura se trocará en bienestar, pues tú preservaste
mi alma de la fosa de la nada, porque te echaste a la espalda
todos mis
pecados.

18 Que el Seol no te alaba ni la Muerte te glorifica, ni los que bajan al
pozo esperan en tu fidelidad.

19 El que vive, el que vive, ése te alaba, como yo ahora. El padre
enseña a los hijos tu fidelidad.

20 Yahveh, sálvame, y mis canciones cantaremos todos los días de
nuestra vida junto a la Casa de Yahveh.

21 Isaías dijo: «Traed una masa de higos, aplicadla sobre la úlcera y
sanará.»

22 Ezequías dijo: «¿Cuál será la señal de que subiré a la Casa de
Yahveh?»


Isaías 39

1 En aquel tiempo, Merodak Baladán, hijo de Baladán, rey de
Babilonia, envió cartas y un presente a Ezequías porque había oído
que
había estado enfermo y se había curado.

2 Se alegró Ezequías por ello y enseñó a los enviados su cámara del
tesoro, la plata, el oro, los aromas, el aceite precioso, su arsenal
y todo
cuanto había en los tesoros; no hubo nada que Ezequías no les mostrara en
su casa y en todo su dominio.

3 Entonces el profeta Isaías fue donde el rey Ezequías y le dijo: «¿Qué
han dicho esos hombres y de dónde han venido a ti?» Respondió Ezequías:

«Han venido de un país lejano, de Babilonia.»

4 Dijo: «¿Qué han visto en tu casa?» Respondió Ezequías: «Han visto
cuanto hay en mi casa; nada hay en los tesoros que no les haya enseñado.»

5 Dijo Isaías a Ezequías: «Escucha la palabra de Yahveh Sebaot:

6 Vendrán días en que todo cuanto hay en tu casa y cuanto reunieron
tus padres hasta el día de hoy, será llevado a Babilonia; nada quedará, dice
Yahveh.

7 Y se tomará de entre tus hijos, los que han salido de ti, los que has
engendrado, para que sean eunucos en el palacio del rey de Babilonia.»

8 Respondió Ezequías a Isaías: «Es buena la palabra de Yahveh que
me dices.» Pues pensaba: «¡Con tal que haya paz y seguridad en mis días!»

Isaías 40

1 Consolad, consolad a mi pueblo - dice vuestro Dios.

2 Hablad al corazón de Jerusalén y decidle bien alto que ya ha
cumplido su milicia, ya ha satisfecho por su culpa, pues ha recibido
de
mano de Yahveh castigo doble por todos sus pecados.

3 Una voz clama: «En el desierto abrid camino a Yahveh, trazad en la
estepa una calzada recta a nuestro Dios.

4 Que todo valle sea elevado, y todo monte y cerro rebajado; vuélvase
lo escabroso llano, y las breñas planicie.

5 Se revelará la gloria de Yahveh, y toda criatura a una la verá. Pues la
boca de Yahveh ha hablado.»

6 Una voz dice: «¡Grita!» Y digo: «¿Qué he de gritar?» - «Toda carne
es hierba y todo su esplendor como flor del campo.

7 La flor se marchita, se seca la hierba, en cuanto le dé el viento de
Yahveh (pues, cierto, hierba es el pueblo).

8 La hierba se seca, la flor se marchita, mas la palabra de nuestro Dios
permanece por siempre.

9 Súbete a un alto monte, alegre mensajero para Sión; clama con voz
poderosa, alegre mensajero para Jerusalén, clama sin miedo. Di a las
ciudades de Judá: «Ahí está vuestro Dios.»

10 Ahí viene el Señor Yahveh con poder, y su brazo lo sojuzga todo.

Ved que su salario le acompaña, y su paga le precede.

11 Como pastor pastorea su rebaño: recoge en brazos los corderitos,
en el seno los lleva, y trata con cuidado a las paridas.


12 ¿Quién midió los mares con el cuenco de la mano, y abarcó con su
palmo la dimensión de los cielos, metió en un tercio de medida el polvo de
la tierra, pesó con la romana los montes, y los cerros con la balanza?

13 ¿Quién abarcó el espíritu de Yahveh, y como consejero suyo le
enseñó?

14 ¿Con quién se aconsejó, quién le explicó y le enseñó la senda de la
justicia, y le enseñó la ciencia, y el camino de la inteligencia le mostró?

15 Las naciones son como gota de un cazo, como escrúpulo de
balanza son estimadas. Las islas como una chinita pesan.

16 El Líbano no basta para la quema, ni sus animales para holocausto.
17 Todas las naciones son como nada ante él, como nada y vacío son

estimadas por él.

18 Pues ¿con quién asemejaréis a Dios, qué semejanza le aplicaréis?
19 El fundidor funde la estatua, el orfebre con oro la recubre y funde

cadenas de plata.

20 El que presenta una ofrenda de pobre escoge madera incorruptible,
se busca un hábil artista para erigir una estatua que no vacile.

21 ¿No lo sabíais? ¿No lo habíais oído? ¿No os lo había mostrado
desde el principio? ¿No lo entendisteis desde que se fundó la tierra?

22 El está sentado sobre el orbe terrestre, cuyos habitantes son como
saltamontes; él expande los cielos como un tul, y los ha desplegado como
una tienda que se habita.

23 El aniquila a los tiranos, y a los árbitros de la tierra los reduce a la

nada.

24 Apenas han sido plantados, apenas sembrados, apenas arraiga en

tierra su esqueje, cuando sopla sobre ellos y se secan, y una ráfaga como
tamo se los lleva.

25 ¿Con quién me asemejaréis y seré igualado?, dice el Santo.

26 Alzad a lo alto los ojos y ved: ¿quién ha hecho esto? El que hace
salir por orden al ejército celeste, y a cada estrella por su
nombre llama.
Gracias a su esfuerzo y al vigor de su energía, no falta ni una.

27 ¿Por qué dices, Jacob, y hablas, Israel: «Oculto está mi camino
para Yahveh, y a Dios se le pasa mi derecho?»

28 ¿Es que no lo sabes? ¿Es que no lo has oído? Que Dios desde
siempre es Yahveh, creador de los confines de la tierra, que no se cansa ni
se fatiga, y cuya inteligencia es inescrutable.

29 Que al cansado da vigor, y al que no tiene fuerzas la energía
le
acrecienta.

30 Los jóvenes se cansan, se fatigan, los valientes tropiezan y vacilan,
31 mientras que a los que esperan en Yahveh él les renovará el vigor,

subirán con alas como de águilas, correrán sin fatigarse y andarán
sin
cansarse.

Isaías 41

1 Hacedme silencio, islas, y renueven su fuerza las naciones.
Alléguense y entonces hablarán, reunámonos todos a juicio.


2 ¿Quién ha suscitado de Oriente a aquel a quien la justicia sale
al
paso? ¿Quién le entrega las naciones, y a los reyes abaja? Conviértelos en
polvo su espada, en paja dispersa su arco;

3 les persigue, pasa incólume, el sendero con sus pies no toca.

4 ¿Quién lo realizó y lo hizo? El que llama a las generaciones desde el
principio: yo, Yahveh, el primero, y con los últimos yo mismo.

5 Ved, islas, y temed; confines de la tierra, y temblad. Acercaos y
venid.

6 El uno ayuda al otro y dice a su colega: «¡Animo!»

7 Anima el fundidor al orfebre, el que pule a martillo al que bate en el
yunque, diciendo de la soldadura: «Está bien.» Y fija el ídolo con
clavos
para que no se mueva.

8 Y tú, Israel, siervo mío, Jacob, a quien elegí, simiente de mi amigo
Abraham;

9 que te así desde los cabos de la tierra, y desde lo más remoto
te
llamé y te dije: «Siervo mío eres tú, te he escogido y no te he rechazado»:

10 No temas, que contigo estoy yo; no receles, que yo soy tu Dios. Yo
te he robustecido y te he ayudado, y te tengo asido con mi diestra justiciera.
11 ¡Oh! Se avergonzarán y confundirán todos los abrasados en ira

contra ti. Serán como nada y perecerán los que buscan querella.

12 Los buscarás y no los hallarás a los que disputaban contigo. Serán
como nada y nulidad los que te hacen la guerra.

13 Porque yo, Yahveh tu Dios, te tengo asido por la diestra. Soy yo
quien te digo: «No temas, yo te ayudo.»

14 No temas, gusano de Jacob, gente de Israel: yo te ayudo - oráculo
de Yahveh - y tu redentor es el Santo de Israel.

15 He aquí que te he convertido en trillo nuevo, de dientes dobles.
Triturarás los montes y los desmenuzarás, y los cerros convertirás en tamo.

16 Los beldarás, y el viento se los llevará, y una ráfaga los dispersará.

Y tú te regocijarás en Yahveh, en el Santo de Israel te gloriarás.

17 Los humildes y los pobres buscan agua, pero no hay nada. La
lengua se les secó de sed. Yo, Yahveh, les responderé, Yo, Dios de Israel,
no los desampararé.

18 Abriré sobre los calveros arroyos y en medio de las barrancas
manantiales. Convertiré el desierto en lagunas y la tierra árida en hontanar
de aguas.

19 Pondré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivares. Pondré
en la estepa el enebro, el olmo y el ciprés a una,

20 de modo que todos vean y sepan, adviertan y consideren que la
mano de Yahveh ha hecho eso, el Santo de Israel lo ha creado.

21 «Aducid vuestra defensa - dice Yahveh - allegad vuestras pruebas -
dice el rey de Jacob.

22 Alléguense e indíquennos lo que va a suceder. Indicadnos cómo
fue lo pasado, y reflexionaremos; o bien hacednos oír lo venidero para que
lo conozcamos.


23 Indicadnos las señales del porvenir, y sabremos que sois dioses. En
suma, haced algún bien o algún mal, para que nos pongamos en guardia y
os temamos.

24 ¡Oh! Vosotros sois nada, y vuestros hechos, nulidad, lo mejor de
vosotros, abominación.»

25 Le he suscitado del norte, y viene, del sol naciente le he llamado
por su nombre. Ha hollado a los sátrapas como lodo, como el alfarero patea
el barro.

26 ¿Quién lo indicó desde el principio, para que se supiese, o desde
antiguo, para que se dijese: «Es justo»? Ni hubo quien lo indicase, ni hubo
quien lo hiciese oír, ni hubo quien oyese vuestras palabras.

27 Primicias de Sión: «¡Aquí están, aquí están!» envío a Jerusalén la
buena nueva.

28 Miré, y no había nadie; entre éstos no había consejeros a quienes
yo preguntara y ellos respondieran.

29 ¡Oh! Todos ellos son nada; nulidad sus obras, viento y vacuidad
sus estatuas.

Isaías 42

1 He aquí mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido en quien se
complace mi alma. He puesto mi espíritu sobre él: dictará ley a las
naciones.

2 No vociferará ni alzará el tono, y no hará oír en la calle su voz.

3 Caña quebrada no partirá, y mecha mortecina no apagará. Lealmente
hará justicia;

4 no desmayará ni se quebrará hasta implantar en la tierra el derecho,
y su instrucción atenderán las islas.

5 Así dice el Dios Yahveh, el que crea los cielos y los extiende, el que
hace firme la tierra y lo que en ella brota, el que da aliento al pueblo que
hay en ella, y espíritu a los que por ella andan.

6 Yo, Yahveh, te he llamado en justicia, te así de la mano, te formé, y
te he destinado a ser alianza del pueblo y luz de las gentes,

7 para abrir los ojos ciegos, para sacar del calabozo al preso, de
la
cárcel a los que viven en tinieblas.

8 Yo, Yahveh, ese es mi nombre, mi gloria a otro no cedo, ni mi prez
a los ídolos.

9 Lo de antes ya ha llegado, y anuncio cosas nuevas; antes que se
produzcan os las hago saber.

10 Cantad a Yahveh un cántico nuevo, su loor desde los confines de la
tierra. Que le cante el mar y cuanto contiene, las islas y sus habitantes.

11 Alcen la voz el desierto y sus ciudades, las explanadas en que
habita Quedar. Aclamen los habitantes de Petra, desde la cima de los
montes vociferen.

12 Den gloria a Yahveh, su loor en las islas publiquen.


13 Yahveh como un bravo sale, su furor despierta como el de un
guerrero; grita y vocifera, contra sus enemigos se muestra valeroso.

14 «Estaba mudo desde mucho ha, había ensordecido, me había
reprimido. Como parturienta grito, resoplo y jadeo entrecortadamente.

15 Derribaré montes y cedros, y todo su césped secaré; convertiré los
ríos en tierra firme y las lagunas secaré.

16 Haré andar a los ciegos por un camino que no conocían, por
senderos que no conocían les encaminaré. Trocaré delante de ellos la
tiniebla en luz, y lo tortuoso en llano. Estas cosas haré, y no las omitiré.»

17 Haceos atrás, confusos de vergüenza, los que confiáis en ídolos, los
que decís a la estatua fundida: «Vosotros sois nuestros dioses.»

18 ¡Sordos, oíd! ¡Ciegos, mirad y ved!

19 ¿Quién está ciego, sino mi siervo? ¿y quién tan sordo como el
mensajero a quien envío? (¿Quién es tan ciego como el enviado y tan sordo
como el siervo de Yahveh?)

20 Por más que has visto, no has hecho caso; mucho abrir las orejas,
pero no has oído.

21 Yahveh se interesa, por causa de su justicia, en engrandecer y dar
lustre a la Ley.

22 Pero es un pueblo saqueado y despojado, han sido atrapados en
agujeros todos ellos, y en cárceles han sido encerrados. Se les despojaba y
no había quien salvase; se les depredaba y nadie decía: «¡Devuelve!»

23 ¿Quién de vosotros escuchará esto, atenderá y hará caso para el
futuro?

24 ¿Quién entregó al pillaje a Jacob, y a Israel a los saqueadores? ¿No
ha sido Yahveh, contra quien pecamos, rehusamos andar por sus caminos, y
no escuchamos sus instrucciones?

25 Vertió sobre él el ardor de su ira, y la violencia de la
guerra le
abrasó, por todos lados sin que se apercibiese, le consumió, sin que
él
reflexionase.

Isaías 43

1 Ahora, así dice Yahveh tu creador, Jacob, tu plasmador, Israel. «No
temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre. Tú eres mío.

2 Si pasas por las aguas, yo estoy contigo, si por los ríos, no te
anegarán. Si andas por el fuego, no te quemarás, ni la llama prenderá en ti.

3 Porque yo soy Yahveh tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador. He
puesto por expiación tuya a Egipto, a Kus y Seba en tu lugar

4 dado que eres precioso a mis ojos, eres estimado, y yo te amo.

Pondré la humanidad en tu lugar, y los pueblos en pago de tu vida.

5 No temas, que yo estoy contigo; desde Oriente haré volver tu raza, y
desde Poniente te reuniré.

6 Diré al Norte: “Dámelos”; y al Sur: “No los retengas”, Traeré a mis
hijos de lejos, y a mis hijas de los confines de la tierra;

7 a todos los que se llamen por mi nombre, a los que para mi gloria
creé, plasmé e hice.»


8 Haced salir al pueblo ciego, aunque tiene ojos, y sordo, aunque tiene
orejas.

9 Congréguense todas las gentes y reúnanse los pueblos. ¿Quién de
entre ellos anuncia eso, y desde antiguo nos lo hace oír? Aduzcan
sus
testigos, y que se justifiquen; que se oiga para que se pueda
decir: «Es
verdad.»

10 Vosotros sois mis testigos - oráculo de Yahveh - y mi siervo a
quien elegí, para que me conozcáis y me creáis a mí mismo, y entendáis que
yo soy: Antes de mí no fue formado otro dios, ni después de mí lo habrá.

11 Yo, yo soy Yahveh, y fuera de mí no hay salvador.

12 Yo lo he anunciado, he salvado y lo he hecho saber, y no hay entre
vosotros ningún extraño. Vosotros sois mis testigos - oráculo de Yahveh - y
yo soy Dios;

13 yo lo soy desde siempre, y no hay quien libre de mi mano. Yo lo
tracé, y ¿quién lo revocará?

14 Así dice Yahveh que os ha rescatado, el Santo de Israel. Por
vuestra causa he enviado a hacer caer todos sus cerrojos de las prisiones de
Babilonia, y se volverán en ayes los hurras de los caldeos

15 Yo, Yahveh vuestro Santo, el creador de Israel, vuestro Rey.

16 Así dice Yahveh, que trazó camino en el mar, y vereda en aguas
impetuosas.

17 El que hizo salir carros y caballos a una con poderoso ejército; a
una se echaron para no levantarse, se apagaron, como mecha
se
extinguieron.

18 ¿No os acordáis de lo pasado, ni caéis en la cuenta de lo antiguo?
19 Pues bien, he aquí que yo lo renuevo: ya está en marcha, ¿no
lo

reconocéis? Sí, pongo en el desierto un camino, ríos en el páramo.

20 Las bestias del campo me darán gloria, los chacales y
las
avestruces, pues pondré agua en el desierto (y ríos en la soledad) para dar
de beber a mi pueblo elegido.

21 El pueblo que yo me he formado contará mis alabanzas.

22 Tú no me has invocado, Jacob, porque te has fatigado de mí, Israel.
23 No me has traído tus ovejas en holocausto ni me has honrado con

tus sacrificios. No te obligué yo a servirme con oblación ni te he fatigado a
causa del incienso.

24 No me has comprado cañas con dinero ni con la grasa de tus
sacrificios me has saciado; hasta me has convertido en siervo con tus
pecados, y me has cansado con tus iniquidades.

25 Era yo, yo mismo el que tenía que limpiar tus rebeldías por amor
de mí y no recordar tus pecados.

26 Házmelo recordar y vayamos a juicio juntos, haz tú mismo el
recuento para justificarte.

27 Pecó tu primer padre y tus intérpretes se rebelaron contra mí.


28 Destituía los príncipes de mi santuario; por eso entregué a Jacob al
anatema y a Israel a los ultrajes.

Isaías 44

1 Ahora, pues, escucha, Jacob, siervo mío, Israel, a quien yo elegí.

2 Así dice Yahveh que te creó, te plasmó ya en el seno y te da ayuda:

«No temas, siervo mío, Jacob, Yesurún a quien yo elegí.

3 Derramaré agua sobre el sediento suelo, raudales sobre la tierra seca.
Derramaré mi espíritu sobre tu linaje, mi bendición sobre cuanto de
ti
nazca.

4 Crecerán como en medio de hierbas, como álamos junto a corrientes
de aguas.

5 El uno dirá: “Yo soy de Yahveh”, el otro llevará el nombre de Jacob.

Un tercero escribirá en su mano: “De Yahveh” y se le llamará Israel.»

6 Así dice Yahveh el rey de Israel, y su redentor, Yahveh Sebaot: «Yo
soy el primero y el último, fuera de mí, no hay ningún dios.

7 ¿Quién como yo? Que se levante y hable. Que lo anuncie y
argumente contra mí; desde que fundé un pueblo eterno, cuanto sucede, que
lo diga, y las cosas del futuro, que las revele.

8 No tembléis ni temáis; ¿no lo he dicho y anunciado desde hace
tiempo? Vosotros sois testigos; ¿hay otro dios fuera de mí? ¡No hay
otra
Roca, yo no la conozco!»

9 ¡Escultores de ídolos! Todos ellos son vacuidad; de nada sirven sus
obras más estimadas; sus testigos nada ven y nada saben, y por eso
quedarán abochornados.

10 ¿Quién modela un dios o funde un ídolo, sin esperar una ganancia?

11 Mas ved que todos sus devotos quedarán abochornados y sus
artífices, que no son más que hombres; se reunirán todos y comparecerán;
y todos temblarán avergonzados.

12 El forjador trabaja con los brazos, configura a golpe de martillo,
ejecuta su obra a fuerza de brazo; pasa hambre y se extenúa; no bebe agua
y queda agotado.

13 El escultor tallista toma la medida, hace un diseño con el lápiz,
trabaja con la gubia, diseña a compás de puntos y le da figura
varonil y
belleza humana, para que habite en un templo.

14 Taló un cedro para sí, o tomó un roble, o una encima y los
dejó
hacerse grandes entre los árboles del bosque; o plantó un cedro
que la
lluvia hizo crecer.

15 Sirven ellos para que la gente haga fuego. Echan mano de ellos
para calentarse. O encienden lumbre para cocer pan. O hacen un dios,
al
que se adora, un ídolo para inclinarse ante él.

16 Quema uno la mitad y sobre las brasas asa carne y come el asado
hasta hartarse. También se calienta y dice: «¡ Ah! ¡me caliento
mientras
contemplo el resplandor!»

17 Y con el resto hace un dios, su ídolo, ante el que se inclina, le adora
y le suplica, diciendo: «¡Sálvame, pues tú eres mi dios!»


18 No saben ni entienden, sus ojos están pegados y no ven; su corazón
no comprende.

19 No reflexionan, no tienen ciencia ni entendimiento para decirse:

«He quemado una mitad, he cocido pan sobre las brasas; he asado carne y
la he comido; y ¡voy a hacer con lo restante algo abominable! ¡voy
a
inclinarme ante un trozo de madera!

20 A quien se apega a la ceniza, su corazón engañado le extravía. No
salvará su vida. Nunca dirá: «¿Acaso lo que tengo en la
mano es
engañoso?»

21 Recuerda esto, Jacob, y que eres mi siervo, Israel. ¡Yo te he
formado, tú eres mi siervo, Israel, yo no te olvido!

22 He disipado como una nube tus rebeldías, como un nublado tus
pecados. ¡Vuélvete a mí, pues te he rescatado!

23 ¡Gritad, cielos, de júbilo, porque Yahveh lo ha hecho! ¡Clamad,
profundidades de la tierra! ¡Lanzad gritos de júbilo, montañas, y bosque con
todo su arbolado, pues Yahveh ha rescatado a Jacob y manifiesta su gloria
en Israel!

24 Así dice Yahveh, tu redentor, el que te formó desde el seno. Yo,
Yahveh, lo he hecho todo, yo, solo, extendí los cielos, yo asenté la tierra,
sin ayuda alguna.

25 Yo hago que fallen las señales de los magos y que deliren los
adivinos; hago retroceder a los sabios y convierto su ciencia en necedad.

26 Yo confirmo la palabra de mi siervo y hago que triunfe el proyecto
de mis mensajeros. Yo digo a Jerusalén: «Serás habitada», y a las ciudades
de Judá: «Seréis reconstruidas.» ¡Yo levantaré sus ruinas!

27 Yo digo al abismo: «¡Sécate! Yo desecaré tus ríos.»

28 Yo soy el que dice a Ciro: «Tú eres mi pastor y darás cumplimiento
a todos mis deseos, cuando digas de Jerusalén: “Que sea reconstruida” y del
santuario: “¡Echa los cimientos!”»

Isaías 45

1 Así dice Yahveh a su Ungido Ciro, a quien he tomado de la diestra
para someter ante él a las naciones y desceñir las cinturas de los reyes, para
abrir ante él los batientes de modo que no queden cerradas las puertas.

2 Yo marcharé delante de ti y allanaré las pendientes. Quebraré los
batientes de bronce y romperé los cerrojos de hierro.

3 Te daré los tesoros ocultos y las riquezas escondidas, para que sepas
que yo soy Yahveh, el Dios de Israel, que te llamo por tu nombre.

4 A causa de mi siervo Jacob y de Israel, mi elegido, te he llamado por
tu nombre y te he ennoblecido, sin que tú me conozcas.

5 Yo soy Yahveh, no hay ningún otro; fuera de mí ningún dios existe.

Yo te he ceñido, sin que tú me conozcas,

6 para que se sepa desde el sol levante hasta el poniente, que todo es
nada fuera de mí. Yo soy Yahveh, no ningún otro;


7 yo modelo la luz y creo la tiniebla, yo hago la dicha y creo la
desgracia, yo soy Yahveh, el que hago todo esto.

8 Destilad, cielos, como rocío de lo alto, derramad, nubes, la victoria.
Abrase la tierra y produzca salvación, y germine juntamente la justicia. Yo,
Yahveh, lo he creado.

9 ¡Ay de quien litiga con el que la ha modelado, la vasija entre
las
vasijas de barro! ¿Dice la arcilla al que la modela: «¿Qué haces
tú?», y

«¿Tu obra no está hecha con destreza?»

10 ¡Ay del que dice a su padre!: «¿Qué has engendrado?» y a su
madre: «¿Qué has dado a luz?»

11 Así dice Yahveh, el Santo de Israel y su modelador: «¿Vais a
pedirme señales acerca de mis hijos y a darme órdenes acerca de la obra de
mis manos?

12 Yo hice la tierra y creé al hombre en ella. Yo extendí los cielos con
mis manos y doy órdenes a todo su ejército.

13 Yo le he suscitado para la victoria y he allanado todos sus caminos.
El reconstruirá mi ciudad y enviará a mis deportados sin rescate y
sin
recompensa», dice Yahveh Sebaot.

14 Así dice Yahveh: Los productos de Egipto, el comercio de Kus y
los sebaítas, de elevada estatura, vendrán a ti y tuyos serán. Irán detrás de
ti,
encadenados, ante ti se postrarán, y te suplicarán: «Sólo en ti hay Dios, no
hay ningún otro, no hay más dioses.»

15 De cierto que tú eres un dios oculto, el Dios de Israel, salvador.

16 Quedarán abochornados, afrentados, marcharán con ignominia los
fabricadores de ídolos.

17 Israel será salvado por Yahveh, con salvación perpetua. No
quedaréis abochornados ni afrentados nunca jamás.

18 Pues así dice Yahveh, creador de los cielos, él, que es Dios,
plasmador de la tierra y su hacedor, él, que la ha fundamentado, y no la creó
caótica, sino que para ser habitada la plasmó: «Yo soy Yahveh, no existe
ningún otro.

19 No he hablado en oculto ni en lugar tenebroso. No he dicho al
linaje de Jacob: Buscadme en el caos. Yo soy Yahveh, que digo lo que es
justo y anuncio lo que es recto.»

20 Reuníos y venid, acercaos todos, supervivientes de las naciones.
No saben nada los que llevan sus ídolos de madera, los que suplican a un
dios que no puede salvar.

21 Exponed, aducid vuestras pruebas, deliberad todos juntos: «¿Quién
hizo oír esto desde antiguo y lo anunció hace tiempo? ¿No he sido
yo
Yahveh? No hay otro dios, fuera de mí. Dios justo y salvador, no hay otro
fuera de mí.

22 Volveos a mí y seréis salvados confines todos de la tierra, porque
yo soy Dios, no existe ningún otro.

23 Yo juro por mi nombre; de mi boca sale palabra verdadera y no
será vana: Que ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua jurará


24 diciendo: ¡Sólo en Yahveh hay victoria y fuerza! A él se volverán
abochornados todos los que se inflamaban contra él.

25 Por Yahveh triunfará y será gloriosa toda la raza de Israel.

Isaías 46

1 Bel se desploma, Nebó se derrumba, sus ídolos van sobre animales y
bestias de carga; llevados como fardos sobre un animal desfallecido.

2 Se derrumbaron, se desplomaron todos, no pudieron salvar la carga;
ellos mismos van cautivos.

3 Escuchadme, casa de Jacob, y todos los supervivientes de la casa de
Israel, los que habéis sido transportados desde el seno, llevados
desde el
vientre materno.

4 Hasta vuestra vejez, yo seré el mismo, hasta que se os vuelva el pelo
blanco, yo os llevaré. Ya lo tengo hecho, yo me encargaré, yo me encargo
de ello, yo os salvaré.

5 ¿A quién me podréis asemejar o comparar? ¿A quién me asemejaréis
para que seamos parecidos?

6 Sacan el oro de sus bolsas, pesan la plata en la balanza, y pagan a un
orfebre para que les haga un dios, al que adoran y ante el cual se postran.

7 Se lo cargan al hombro y lo transportan, lo colocan en su sitio y allí
se queda. No se mueve de su lugar. Hasta llegan a invocarle, mas no
responde, no salva de la angustia.

8 Recordad esto y sed hombres, tened seso, rebeldes,

9 recordad lo pasado desde antiguo, pues yo soy Dios y no hay ningún
otro, yo soy Dios, no hay otro como yo.

10 Yo anuncio desde el principio lo que viene después y desde el
comienzo lo que aún no ha sucedido. Yo digo: Mis planes se realizarán y
todos mis deseos llevaré a cabo.

11 Yo llamo del Oriente un ave rapaz de un país lejano al hombre en
quien pensé. Tal como lo he dicho, así se cumplirá; como lo he planeado,
así lo haré.

12 Escuchadme vosotros, los que habéis perdido el corazón, los que
estáis alejados de lo justo.

13 Yo hago acercarse mi victoria, no está lejos, mi salvación no
tardará. Pondré salvación en Sión, mi prez será para Israel.

Isaías 47

1 Baja, siéntate en el polvo, virgen, hija de Babel! ¡Siéntate en tierra,
destronada, hija de los caldeos! Ya no se te volverá a llamar la
dulce, la
exquisita.

2 Toma el molino y muele la harina. Despójate de tu velo, descubre la
cola de tu vestido, desnuda tus piernas y vadea los ríos.

3 Descubre tu desnudez y se vean tus vergüenzas. Voy a vengarme y
nadie intervendrá.

4 Nuestro redentor, cuyo nombre es Yahveh Sebaot, el Santo de Israel,

dice:


5 Siéntate en silencio y entra en la tiniebla, hija de los caldeos, que ya
no se te volverá a llamar señora de reinos.

6 Irritado estaba yo contra mi pueblo, había profanado mi heredad y
en tus manos los había entregado; pero tú no tuviste piedad de ellos; hiciste
caer pesadamente tu yugo sobre el anciano.

7 Tú decías: «Seré por siempre la señora eterna.» No has meditado
esto en tu corazón no te has acordado de su fin.

8 Pero ahora, voluptuosa, escucha esto, tú que te sientas en seguro y te
dices en tu corazón: «¡Yo, y nadie más! No seré viuda, ni sabré lo que es
carecer de hijos.»

9 Estas dos desgracias vendrán sobre ti en un instante, en el mismo
día. Carencia de hijos y viudez caerán súbitamente sobre ti, a pesar de tus
numerosas hechicerías y del poder de tus muchos sortilegios.

10 Te sentías segura en tu maldad, te decías: «Nadie me ve.» Tu
sabiduría y tu misma ciencia te han desviado. Dijiste en tu corazón: «¡Yo, y
nadie más!»

11 Vendrá sobre ti una desgracia que no sabrás conjurar; caerá sobre ti
un desastre que no podrás evitar. Vendrá sobre ti súbitamente
una
devastación que no sospechas.

12 ¡Quédate, pues, con tus sortilegios y tus muchas hechicerías con
que te fatigas desde tu juventud! ¿Te podrán servir de algo? ¿Acaso harás
temblar?

13 Te has cansado de tus planes. Que se presenten, pues, y que te
salven los que describen los cielos, los que observan las estrellas y hacen
saber, en cada mes, lo que te sucederá.

14 Mira, ellos serán como tamo que el fuego quemará. No librarán sus
vidas del poder de las llamas. No serán brasas para el pan ni llama ante la
cual sentarse.

15 Eso serán para ti tus hechiceros por los que te has fatigado desde tu
juventud. Cada uno errará por su camino, y no habrá quien te salve.

Isaías 48

1 Escucha esto, casa de Jacob, los que lleváis el nombre de Israel, los
que habéis salido de las aguas de Judá. Los que juráis por el
nombre de
Yahveh, los que invocáis al Dios de Israel, mas no según verdad y justicia.

2 Porque lleváis el nombre de la ciudad santa y os apoyáis en el Dios
de Israel, cuyo nombre es Yahveh Sebaot.

3 Yo anuncié desde hace tiempo las cosas pasadas, salieron de mi
boca y las di a conocer; de pronto, las hice y se cumplieron.

4 Yo sabía que tú eres obstinado, que es tu cerviz una barra de hierro y
tu frente de bronce.

5 Por eso te anuncié las cosas hace tiempo y antes que ocurrieran te
las di a conocer, no sea que dijeras: «Las hizo mi ídolo, mi
estatua, mi
imagen fundida lo ordenó.»

6 Tú has oído todo esto, ¿no vas a admitirlo? Ahora te hago saber
cosas nuevas, secretas, no sabidas,


7 que han sido creadas ahora, no hace tiempo, de las que hasta ahora
nada oíste, para que no puedas decir: «Ya lo sabía.»

8 Ni las oíste ni las hiciste ni de antemano te fue abierto el oído, pues
sé muy bien que tú eres pérfido y se te llama rebelde desde el seno materno.
9 Por amor de mi nombre retardé mi cólera, a causa de mi alabanza

me contuve para no arrancarte.

10 Mira que te he apurado, y no había en ti plata, te he probado en el
crisol de la desgracia.

11 Por mí, por mí, lo hago, pues ¿cómo mi nombre sería profanado?

No cederé a otro mi gloria.

12 Escúchame, Jacob, Israel, a quien llamé: Yo soy, yo soy el primero
y también soy el último.

13 Sí, es mi mano la que fundamentó la tierra y mi diestra la que
extendió los cielos. Yo los llamo y todos se presentan.

14 Reuníos todos y escuchad: ¿Quién de entre ellos anunció estas
cosas? «Mi amigo cumplirá mi deseo contra Babilonia y la raza de los
caldeos.»

15 Yo mismo le he hablado, le he llamado, le he hecho que venga y
triunfe en sus empresas.

16 Acercaos a mí y escuchad esto: Desde el principio no he hablado
en oculto, desde que sucedió estoy yo allí. Y ahora el Señor Yahveh
me
envía con su espíritu.

17 Así dice Yahveh, tu redentor, el Santo de Israel. Yo, Yahveh, tu
Dios, te instruyo en lo que es provechoso y te marco el camino por donde
debes ir.

18 ¡Si hubieras atendido a mis mandatos, tu dicha habría sido como un
río y tu victoria como las olas del mar!

19 ¡Tu raza sería como la arena los salidos de ti como sus granos!

¡Nunca habría sido arrancado ni borrado de mi presencia su nombre!

20 ¡Salid de Babilonia! ¡Huid de los caldeos! ¡Anunciad con voz de
júbilo, hacedlo saber, proclamad hasta el extremo de la tierra, decid:
Yahveh ha rescatado a su siervo Jacob!

21 No padecieron sed en los sequedales a donde los llevó; hizo brotar
para ellos agua de la roca. Rompió la roca y corrieron las aguas.

22 No hay paz para los malvados, dice Yahveh.

Isaías 49

1 ¡Oídme, islas, atended, pueblos lejanos! Yahveh desde el seno
materno me llamó; desde las entrañas de mi madre recordó mi nombre.

2 Hizo mi boca como espada afilada, en la sombra de su mano me
escondió; hízome como saeta aguda, en su carcaj me guardó.

3 Me dijo: «Tú eres mi siervo (Israel), en quien me gloriaré.»

4 Pues yo decía: «Por poco me he fatigado, en vano e inútilmente mi
vigor he gastado. ¿De veras que Yahveh se ocupa de mi causa, y mi Dios de
mi trabajo?»


5 Ahora, pues, dice Yahveh, el que me plasmó desde el seno materno
para siervo suyo, para hacer que Jacob vuelva a él, y que Israel se le una.
Mas yo era glorificado a los ojos de Yahveh, mi Dios era mi fuerza.

6 «Poco es que seas mi siervo, en orden a levantar las tribus de Jacob,
y de hacer volver los preservados de Israel. Te voy a poner por luz de las
gentes, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra.»

7 Así dice Yahveh, el que rescata a Israel, el Santo suyo, a aquel cuya
vida es despreciada, y es abominado de las gentes, al esclavo de los
dominadores: Veránlo reyes y se pondrán en pie, príncipes y se postrarán
por respeto a Yahveh, que es leal, al Santo de Israel, que te ha elegido.

8 Así dice Yahveh: En tiempo favorable te escucharé, y en día nefasto
te asistiré. Yo te formé y te he destinado a ser alianza del
pueblo, para
levantar la tierra, para repartir las heredades desoladas,

9 para decir a los presos: «Salid», y a los que están en
tinieblas:

«Mostraos». Por los caminos pacerán y en todos los calveros tendrán pasto.
10 No tendrán hambre ni sed, ni les dará el bochorno ni el sol, pues el

que tiene piedad de ellos los conducirá, y a manantiales de agua los guiará.
11 Convertiré todos mis montes en caminos, y mis calzadas serán

levantadas.

12 Mira: Estos vienen de lejos, esos otros del norte y del oeste, y
aquéllos de la tierra de Sinim.

13 ¡Aclamad, cielos, y exulta, tierra! Prorrumpan los montes en gritos
de alegría, pues Yahveh ha consolado a su pueblo, y de sus pobres
se ha
compadecido.

14 Pero dice Sión: «Yahveh me ha abandonado, el Señor me ha
olvidado.»

15 - ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse
del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo
no te
olvido.

16 Míralo, en las palmas de mis manos te tengo tatuada, tus muros
están ante mí perpetuamente.

17 Apresúrense los que te reedifican, y salgan de ti los que te
arruinaron y demolieron.

18 Alza en torno los ojos y mira: todos ellos se han reunido y han
venido a ti. ¡Por mi vida! - oráculo de Yahveh - que con todos ellos como
con velo nupcial te vestirás, y te ceñirás con ellos como una novia.

19 Porque tus ruinas y desolaciones y tu tierra arrasada van a ser ahora
demasiado estrechas para tanto morador, y se habrán alejado
tus
devoradores.

20 Todavía te dirán al oído los hijos de que fuiste privada: «El lugar es
estrecho para mí, Cédeme sitio para alojarme.»

21 Y dirás para ti misma: «¿Quién me ha dado a luz éstos? Pues yo
había quedado sin hijos y estéril, desterrada y aparte, y a éstos ¿quién los
crió? He aquí que yo había quedado sola, pues éstos ¿dónde estaban?»


22 Así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo voy a alzar hacia las
gentes de mi mano, y hacia los pueblos voy a levantar mi bandera; traerán a
tus hijos en brazos, y tus hijas serán llevadas a hombros.

23 Reyes serán tus tutores, y sus princesas, nodrizas tuyas. Rostro en
tierra se postrarán ante ti, y el polvo de tus pies lamerán. Y sabrás que yo
soy Yahveh; no se avergonzarán los que en mí esperan.

24 ¿Se arrebata al valiente la presa, o se escapa el prisionero del
guerrero?

25 Pues así dice Yahveh: Sí, al valiente se le quitará el prisionero, y la
presa del guerrero se le escapará; con tus litigantes yo litigaré, y a tus hijos
yo salvaré.

26 Haré comer a tus opresores su propia carne, como con vino nuevo,
con su sangre se embriagarán. Y sabrá todo el mundo que yo, Yahveh, soy
el que te salva, y el que te rescata, el Fuerte de Jacob.

Isaías 50

1 Así dice Yahveh: ¿Dónde está esa carta de divorcio de vuestra
madre a quien repudié? o ¿a cuál de mis acreedores os vendí? Mirad que
por vuestras culpas fuisteis vendidos, y por vuestras rebeldías fue repudiada
vuestra madre.

2 ¿Por qué cuando he venido no había nadie, cuando he llamado no
hubo quien respondiera? ¿Acaso se ha vuelto mi mano demasiado corta
para rescatar o quizá no habrá en mí vigor para salvar? He aquí que con un
gesto seco el mar, convierto los ríos en desierto; quedan en seco sus peces
por falta de agua y mueren de sed.

3 Yo visto los cielos de crespón y los cubro de sayal.

4 El Señor Yahveh me ha dado lengua de discípulo, para que haga
saber al cansado una palabra alentadora. Mañana tras mañana despierta mi
oído, para escuchar como los discípulos;

5 el Señor Yahveh me ha abierto el oído. Y yo no me resistí, ni me
hice atrás.

6 Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que
mesaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos.

7 Pues que Yahveh habría de ayudarme para que no fuese insultado,
por eso puse mi cara como el pedernal, a sabiendas de que no
quedaría
avergonzado.

8 Cerca está el que me justifica: ¿quién disputará conmigo?
Presentémonos juntos: ¿quién es mi demandante? ¡que se llegue a mí!

9 He aquí que el Señor Yahveh me ayuda: ¿quién me condenará? Pues
todos ellos como un vestido se gastarán, la polilla se los comerá.

10 El que de entre vosotros tema a Yahveh oiga la voz de su Siervo.
El que anda a oscuras y carece de claridad confíe en el nombre de Yahveh y
apóyese en su Dios.


11 ¡Oh vosotros, todos los que encendéis fuego, los que sopláis las
brasas! Id a la lumbre de vuestro propio fuego y a las brasas que
habéis
encendido. Esto os vendrá de mi mano: en tormento yaceréis.

Isaías 51

1 Prestadme oído, seguidores de lo justo, los que buscáis a Yahveh.
Reparad en la peña de donde fuisteis tallados, y en la cavidad de pozo de
donde fuisteis excavados.

2 Reparad en Abraham vuestro padre, y en Sara, que os dio a luz; pues
uno solo era cuando le llamé, pero le bendije y le multipliqué.

3 Cuando haya consolado Yahveh a Sión, haya consolado todas sus
ruinas y haya trocado el desierto en Edén y la estepa en Paraíso de Yahveh,
regocijo y alegría se encontrarán en ella, alabanza y son de canciones.

4 Préstame atención, pueblo mío, mi nación, escúchame; que una
instrucción saldrá de mí, y juicio mío para luz de las naciones. Inminente,

5 cercana está mi justicia, saldrá mi liberación, y mis brazos juzgarán
a los pueblos. Las islas esperan en mí y cuentan con mi brazo.

6 Alzad a los cielos vuestros ojos y contemplad la tierra abajo, pues
los cielos como humareda se disiparán, la tierra como un vestido se gastará
y sus moradores como el mosquito morirán. Pero mi salvación por siempre
será, y mi justicia se mantendrá intacta.

7 Prestadme oído, sabedores de lo justo, pueblo consciente de mi ley.

No temáis las injurias de los hombres, y de sus ultrajes no os asustéis;

8 pues como un vestido se los comerá la polilla, y como lana los
comerá la tiña. Pero mi justicia por siempre será, y mi salvación
por
generaciones de generaciones.

9 ¡Despierta, despierta, revístete de poderío, oh brazo de Yahveh!

¡Despierta como en los días de antaño, en las generaciones pasadas!
¿No
eres tú el que partió a Ráhab, el que atravesó al Dragón?

10 ¿No eres tú el que secó la Mar, las aguas del gran Océano, el que
trocó las honduras del mar en camino para que pasasen los rescatados?

11 Los redimidos de Yahveh volverán, entrarán en Sión entre
aclamaciones, y habrá alegría eterna sobre sus cabezas. ¡Regocijo y alegría
les acompañarán! ¡Adiós, el penar y suspiros!

12 Yo, yo soy tu consolador. ¿Quién eres tú, que tienes miedo del
mortal y del hijo del hombre, al heno equiparado?

13 Olvidas a Yahveh, tu hacedor, el que extendió los cielos y cimentó
la tierra; y te estás despavorido todo a lo largo del día ante la
furia del
opresor, en cuanto se aplica a destruir. Pues ¿dónde está esa furia
del
opresor?

14 Pronto saldrá libre el que está en la cárcel, no morirá en la hoya, no
le faltará el pan.

15 Yo soy Yahveh tu Dios, que agito el mar y hago bramar sus olas;
Yahveh Sebaot es mi nombre.


16 Yo he puesto mis palabras en tu boca y te he escondido a la sombra
de mi mano, cuando extendía los cielos y cimentaba la tierra,
diciendo a
Sión: «Mi pueblo eres tú.»

17 ¡Despierta, despierta! ¡Levántate, Jerusalén! Tú, que has bebido de
mano de Yahveh la copa de su ira. El cáliz del vértigo has bebido
hasta
vaciarlo.

18 No hay quien la guíe de entre todos los hijos que ha dado a luz, no
hay quien la tome de la mano de entre todos los hijos que ha criado.

19 Estas dos cosas te han acaecido - ¿quién te conduele? - saqueo y
quebranto, hambre y espada - ¿quién te consuela? -

20 Tus hijos desfallecen, yacen, en la esquina de todas las calles como
antílope en la red, llenos de la ira de Yahveh, de la amenaza de tu Dios.

21 Por eso, escucha esto, pobrecilla, ebria, pero no de vino.

22 Así dice tu Señor Yahveh, tu Dios, defensor de tu pueblo. Mira que
yo te quito de la mano la copa del vértigo, el cáliz de mi ira; ya no tendrás
que seguir bebiéndolo.

23 Yo lo pondré en la mano de los que te afligían, de los que a
ti
misma te decían: «Póstrate para que pasemos», y tú pusiste tu espalda como
suelo y como calle de los que pasaban.

Isaías 52

1 ¡Despierta, despierta! ¡Revístete de tu fortaleza, Sión! ¡Vístete tus
ropas de gala, Jerusalén, Ciudad Santa! Porque no volverán a entrar
en ti
incircuncisos ni impuros.

2 Sacúdete el polvo, levántate, cautiva Jerusalén, Líbrate de las
ligaduras de tu cerviz, cautiva hija de Sión.

3 Porque así dice Yahveh: De balde fuisteis vendidos, y sin plata
seréis rescatados.

4 Sí, así dice el Señor Yahveh: A Egipto bajó mi pueblo en un
principio, a ser forastero allí, y luego Asiria le oprimió sin motivo.

5 Y ahora, ¿qué voy a hacer aquí - oráculo de Yahveh - pues mi
pueblo ha sido arrebatado sin motivo? Sus dominadores profieren gritos
-
oráculo de Yahveh - y todo a lo largo del día mi nombre es blasfemado.

6 Por eso mi pueblo conocerá mi nombre en aquel día y comprenderá
que yo soy el que decía: «Aquí estoy.»

7 ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que
anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a
Sión: «Ya reina tu Dios!»

8 ¡Una voz! Tus vigías alzan la voz, a una dan gritos de júbilo, porque
con sus propios ojos ven el retorno de Yahveh a Sión.

9 Prorrumpid a una en gritos de júbilo, soledades de Jerusalén, porque
ha consolado Yahveh a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén.

10 Ha desnudado Yahveh su santo brazo a los ojos de todas las
naciones, y han visto todos los cabos de la tierra la salvación de
nuestro
Dios.


11 ¡Apartaos, apartaos, salid de allí! ¡Cosa impura no toquéis! ¡Salid
de en medio de ella, manteneos limpios, portadores del ajuar de Yahveh!

12 Pues sin prisa habréis de salir, no iréis a la desbandada, que va al
frente de vosotros Yahveh, y os cierra la retaguardia el Dios de Israel.

13 He aquí que prosperará mi Siervo, será enaltecido, levantado y
ensalzado sobremanera.

14 Así como se asombraron de él muchos - pues tan desfigurado tenía
el aspecto que no parecía hombre, ni su apariencia era humana -

15 otro tanto se admirarán muchas naciones; ante él cerrarán los reyes
la boca, pues lo que nunca se les contó verán, y lo que nunca
oyeron
reconocerán.

Isaías 53

1 ¿Quién dio crédito a nuestra noticia? Y el brazo de Yahveh ¿a quién
se le reveló?

2 Creció como un retoño delante de él, como raíz de tierra árida. No
tenía apariencia ni presencia; (le vimos) y no tenía aspecto que pudiésemos
estimar.

3 Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de
dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y
no le
tuvimos en cuenta.

4 ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros
dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios
y humillado.

5 El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas.
El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido
curados.

6 Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su
camino, y Yahveh descargó sobre él la culpa de todos nosotros.

7 Fue oprimido, y él se humilló y no abrió la boca. Como un cordero
al degüello era llevado, y como oveja que ante los que la
trasquilan está
muda, tampoco él abrió la boca.

8 Tras arresto y juicio fue arrebatado, y de sus contemporáneos,

¿quién se preocupa? Fue arrancado de la tierra de los vivos; por las
rebeldías de su pueblo ha sido herido;

9 y se puso su sepultura entre los malvados y con los ricos su tumba,
por más que no hizo atropello ni hubo engaño en su boca.

10 Mas plugo a Yahveh quebrantarle con dolencias. Si se da a sí
mismo en expiación, verá descendencia, alargará sus días, y lo que plazca a
Yahveh se cumplirá por su mano.

11 Por las fatigas de su alma, verá luz, se saciará. Por su conocimiento
justificará mi Siervo a muchos y las culpas de ellos él soportará.

12 Por eso le daré su parte entre los grandes y con poderosos repartirá
despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y con los
rebeldes fue
contado, cuando él llevó el pecado de muchos, e intercedió por los rebeldes.


Isaías 54

1 Grita de júbilo, estéril que no das a luz, rompe en gritos de júbilo y
alegría, la que no ha tenido los dolores; que más son los hijos de
la
abandonada, que los hijos de la casada, dice Yahveh.

2 Ensancha el espacio de tu tienda las cortinas extiende, no te
detengas; alarga tus sogas, tus clavijas asegura;

3 porque a derecha e izquierda te expandirás, tu prole heredará
naciones y ciudades desoladas poblarán.

4 No temas, que no te avergonzarás, ni te sonrojes, que no quedarás
confundida, pues la vergüenza de tu mocedad olvidarás, y la afrenta de tu
viudez no recordarás jamás.

5 Porque tu esposo es tu Hacedor, Yahveh Sebaot es su nombre; y el
que te rescata, el Santo de Israel, Dios de toda la tierra se llama.

6 Porque como a mujer abandonada y de contristado espíritu, te llamó
Yahveh; y la mujer de la juventud ¿es repudiada? - dice tu Dios.

7 Por un breve instante te abandoné, pero con gran compasión te
recogeré.

8 En un arranque de furor te oculté mi rostro por un instante, pero con
amor eterno te he compadecido - dice Yahveh tu Redentor.

9 Será para mí como en tiempos de Noé: como juré que no pasarían
las aguas de Noé más sobre la tierra, así he jurado que no me irritaré mas
contra ti ni te amenazaré.

10 Porque los montes se correrán y las colinas se moverán, mas mi
amor de tu lado no se apartará y mi alianza de paz no se moverá
- dice
Yahveh, que tiene compasión de ti.

11 Pobrecilla, azotada por los vientos, no consolada, mira que yo
asiento en carbunclos tus piedras y voy a cimentarte con zafiros.

12 Haré de rubí tus baluartes, tus puertas de piedras de cuarzo y todo
tu término de piedras preciosas.

13 Todos tus hijos serán discípulos de Yahveh, y será grande la dicha
de tus hijos.

14 En justicia serás consolidada. Manténte lejos de la opresión, pues
ya no temerás, y del terror, pues no se acercará a ti.

15 Si alguien te ataca, no será de parte mía; quienquiera que te ataque,
contra ti se estrellará.

16 He aquí que yo he creado al herrero, que sopla en el fuego las
brasas y saca los instrumentos para su trabajo.

17 Yo he creado al destructor para aniquilar. Ningún arma forjada
contra ti tendrá éxito, e impugnarás a toda lengua que se levante a
juicio
contigo. Tal será la heredad de los siervos de Yahveh y las
victorias que
alcanzarán por mí - oráculo de Yahveh -.

Isaías 55

1 ¡Oh, todos los sedientos, id por agua, y los que no tenéis plata,
venid, comprad y comed, sin plata, y sin pagar, vino y leche!


2 ¿Por qué gastar plata en lo que no es pan, y vuestro jornal en lo que
no sacia? Hacedme caso y comed cosa buena, y disfrutaréis con algo
sustancioso.

3 Aplicad el oído y acudid a mí, oíd y vivirá vuestra alma. Pues voy a
firmar con vosotros una alianza eterna: las amorosas y fieles promesas
hechas a David.

4 Mira que por testigo de las naciones le he puesto, caudillo y
legislador de las naciones.

5 Mira que a un pueblo que no conocías has de convocar, y un pueblo
que no te conocía, a ti correrá por amor de Yahveh tu Dios y por el Santo de
Israel, porque te ha honrado.

6 Buscad a Yahveh mientras se deja encontrar, llamadle mientras está
cercano.

7 Deje el malo su camino, el hombre inicuo sus pensamientos, y
vuélvase a Yahveh, que tendrá compasión de él, a nuestro Dios, que
será
grande en perdonar.

8 Porque no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros
caminos son mis caminos - oráculo de Yahveh -.

9 Porque cuanto aventajan los cielos a la tierra, así aventajan mis
caminos a los vuestros y mis pensamientos a los vuestros.

10 Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven
allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que
dé simiente al sembrador y pan para comer,

11 así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de
vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a
que la envié.

12 Sí, con alegría saldréis, y en paz seréis traídos. Los montes y las
colinas romperán ante vosotros en gritos de júbilo, y todos los árboles del
campo batirán palmas.

13 En lugar del espino crecerá el ciprés, en lugar de la ortiga crecerá el
mirto. Será para renombre de Yahveh, para señal eterna que no será
borrada.

Isaías 56

1 Así dice Yahveh: Velad por la equidad y practicad la justicia, que mi
salvación está para llegar y mi justicia para manifestarse.

2 Dichoso el mortal que tal haga, el hombre que persevere en ello,
guardándose de profanar el sábado, guardando su mano de hacer nada
malo.

3 Que el extranjero que se adhiera a Yahveh, no diga: «¡De cierto que
Yahveh me separará de su pueblo!» No diga el eunuco: «Soy un árbol
seco.»

4 Pues así dice Yahveh: Respecto a los eunucos que guardan mis
sábados y eligen aquello que me agrada y se mantienen firmes en mi
alianza,


5 yo he de darles en mi Casa y en mis muros monumento y nombre
mejor que hijos e hijas; nombre eterno les daré que no será borrado.

6 En cuanto a los extranjeros adheridos a Yahveh para su ministerio,
para amar el nombre de Yahveh, y para ser sus siervos, a todo aquel que
guarda el sábado sin profanarle y a los que se mantienen firmes en
mi
alianza,

7 yo les traeré a mi monte santo y les alegraré en mi Casa de oración.
Sus holocaustos y sacrificios serán gratos sobre mi altar. Porque mi
Casa
será llamada Casa de oración para todos los pueblos.

8 Oráculo del Señor Yahveh que reúne a los dispersos de Israel. A los
ya reunidos todavía añadiré otros.

9 Bestias todas del campo, venid a comer, bestias todas del bosque.

10 Sus vigías son ciegos, ninguno sabe nada; todos son perros mudos,
no pueden ladrar; ven visiones, se acuestan, amigos de dormir.

11 Son perros voraces, no conocen hartura, y ni los pastores saben
entender. Cada uno sigue su propio camino cada cual, hasta el último, busca
su provecho

12 «Venid, voy a sacar vino y nos emborracharemos de licor, que el
día de mañana será como el de hoy, o muchísimo mejor.»

Isaías 57

1 El justo perece, y no hay quien haga caso; los hombres buenos son
arrebatados, y no hay quien lo considere. Cuando ante la desgracia es
arrebatado el justo,

2 se va en paz. ¡Descansen en sus lechos todos los que anduvieron en
camino recto!

3 Pero vosotros venid acá, hijos de hechicera, raza adúltera que te
prostituyes:

4 ¿De quién os mofáis? ¿Contra quién abrís la boca y sacáis la lengua?

¿No sois vosotros engendros de pecado, prole bastarda?

5 Los que entráis en calor entre terebintos, bajo cualquier árbol
frondoso, degolladores de niños en las torrenteras, debajo de los resquicios
de las peñas.

6 En las piedras lisas del torrente tengas tu parte: ¡ellas, ellas te toquen
en suerte! Que también sobre ellas vertiste libaciones, hiciste
oblación.

¿Acaso con estas cosas me voy a aplacar?

7 Sobre montaña alta y empinada pusiste tu lecho. Hasta allí subiste a
hacer el sacrificio.

8 Detrás de la puerta y de la jamba pusiste tu memorial. Sí, te
desnudaste, subiste, y no conmigo, a tu lecho, y lo extendiste. Llegaste a un
acuerdo con aquellos con quienes te plugo acostarte, mirando
el
monumento.

9 Te has acercado con aceite para Mélek, multiplicaste tus aromas.

Enviaste a tus emisarios muy lejos, y los hiciste bajar hasta el seol.

10 De tanto caminar te cansaste, pero sin decir: «Me rindo.» Hallaste
el vigor de tu mano, y así no quedaste debilitada.


11 Pues bien, ¿de quién te asustaste y tuviste miedo, que fuiste
embustera, y de mí no te acordaste, no hiciste caso de ello? ¿No
es que
porque me callé desde siempre, a mí no me temiste?

12 Yo voy a denunciar tu virtud y tus hechos, y no te aprovecharán.
13 Cuando grites, que te salven los reunidos en torno a ti, que a todos

ellos los llevará el viento, los arrebatará el aire. Pero aquel que se ampare
en mí poseerá la tierra y heredará mi monte santo.

14 Entonces se dirá: Reparad, reparad, abrid camino, quitad los
obstáculos del camino de mi pueblo.

15 Que así dice el Excelso y Sublime, el que mora por siempre y cuyo
nombre es Santo. «En lo excelso y sagrado yo moro, y estoy también con el
humillado y abatido de espíritu, para avivar el espíritu de los abatidos, para
avivar el ánimo de los humillados.

16 Pues no disputaré por siempre ni estaré eternamente enojado, pues
entonces el espíritu ante mí desmayaría y las almas que yo he creado.

17 Por culpa de su codicia me enojé y le herí, ocultándome en mi
enojo. Pero el rebelde seguía su capricho.

18 Sus caminos vi. Yo le curaré y le guiaré, y le daré ánimos a él y a
los que con él lloraban,

19 poniendo alabanza en los labios: ¡Paz, paz al de lejos y al de cerca!

- dice Yahveh -. Yo le curaré.»

20 Los malos son como mar agitada cuando no puede calmarse, cuyas
aguas lanzan cieno y lodo.

21 «No hay paz para los malvados» - dice mi Dios

Isaías 58

1 Clama a voz en grito, no te moderes; levanta tu voz como cuerno y
denuncia a mi pueblo su rebeldía y a la casa de Jacob sus pecados.

2 A mí me buscan día a día y les agrada conocer mis caminos, como si
fueran gente que la virtud practica y el rito de su Dios no
hubiesen
abandonado. Me preguntan por las leyes justas, la vecindad de su Dios les
agrada.

3 - ¿Por qué ayunamos, si tú no lo ves? ¿Para qué nos humillamos, si
tú no lo sabes? - Es que el día en que ayunabais, buscabais vuestro negocio
y explotabais a todos vuestros trabajadores.

4 Es que ayunáis para litigio y pleito y para dar de puñetazos a
malvados. No ayunéis como hoy, para hacer oír en las alturas vuestra voz.

5 ¿Acaso es éste el ayuno que yo quiero el día en que se humilla el
hombre? ¿Había que doblegar como junco la cabeza, en sayal y ceniza
estarse echado? ¿A eso llamáis ayuno y día grato a Yahveh?

6 ¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero: desatar los lazos
de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad
a los
quebrantados, y arrancar todo yugo?

7 ¿No será partir al hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir
en casa? ¿Que cuando veas a un desnudo le cubras, y de tu semejante no te
apartes?


8 Entonces brotará tu luz como la aurora, y tu herida se curará
rápidamente. Te precederá tu justicia, la gloria de Yahveh te seguirá.

9 Entonces clamarás, y Yahveh te responderá, pedirás socorro, y dirá:

«Aquí estoy.» Si apartas de ti todo yugo, no apuntas con el dedo y no hablas
maldad,

10 repartes al hambriento tu pan, y al alma afligida dejas saciada,
resplandecerá en las tinieblas tu luz, y lo oscuro de ti será como mediodía.

11 Te guiará Yahveh de continuo, hartará en los sequedales tu alma,
dará vigor a tus huesos, y serás como huerto regado, o como
manantial
cuyas aguas nunca faltan.

12 Reedificarán, de ti, tus ruinas antiguas, levantarás los cimientos de
pasadas generaciones, se te llamará Reparador de brechas, y Restaurador de
senderos frecuentados.

13 Si apartas del sábado tu pie, de hacer tu negocio en el día santo, y
llamas al sábado «Delicia», al día santo de Yahveh «Honorable», y lo
honras evitando tus viajes, no buscando tu interés ni tratando asuntos,

14 entonces te deleitarás en Yahveh, y yo te haré cabalgar sobre los
altozanos de la tierra. Te alimentaré con la heredad de Jacob tu
padre;
porque la boca de Yahveh ha hablado.

Isaías 59

1 Mirad, no es demasiado corta la mano de Yahveh para salvar, ni es
duro su oído para oír,

2 sino que vuestras faltas os separaron a vosotros de vuestro Dios, y
vuestros pecados le hicieron esconder su rostro de vosotros para no oír.

3 Porque vuestras manos están manchadas de sangre y vuestros dedos
de culpa, vuestros labios hablan falsedad y vuestra lengua habla perfidia.

4 No hay quien clame con justicia ni quien juzgue con lealtad. Se
confían en la nada y hablan falsedad, conciben malicia y dan a luz
iniquidad.

5 Hacen que rompan su cascarón las víboras y tejen telas de araña; el
que come de sus huevos muere, y si son aplastados sale una víbora.

6 Sus hilos no sirven para vestido ni con sus tejidos se pueden cubrir.

Sus obras son obras inicuas y acciones violentas hay en sus manos.

7 Sus pies corren al mal y se apresuran a verter sangre inocente. Sus
proyectos son proyectos inicuos, destrucción y quebranto en sus caminos.

8 Camino de paz no conocen, y derecho no hay en sus pasos. Tuercen
sus caminos para provecho propio, ninguno de los que por ellos pasan
conoce la paz.

9 Por eso se alejó de nosotros el derecho y no nos alcanzó la justicia.
Esperábamos la luz, y hubo tinieblas, la claridad, y
anduvimos en
oscuridad.

10 Palpamos la pared como los ciegos y como los que no tienen ojos
vacilamos. Tropezamos al mediodía como si fuera al anochecer,
y
habitamos entre los sanos como los muertos.


11 Todos nosotros gruñimos como osos y zureamos sin cesar como
palomas. Esperamos el derecho y no hubo, la salvación, y se alejó de
nosotros.

12 Porque fueron muchas nuestras rebeldías delante de ti, y nuestros
pecados testifican contra nosotros, pues nuestras rebeldías nos acompañan y
conocemos nuestras culpas:

13 rebelarse y renegar de Yahveh, apartarse de seguir a nuestro Dios,
hablar de opresión y revueltas, concebir y musitar en el corazón
palabras
engañosas.

14 Porque ha sido rechazado el juicio y la justicia queda lejos. Porque
la verdad en la plaza ha tropezado y la rectitud no puede entrar.

15 La verdad se echa en falta y el que se aparta del mal es despojado.

Lo vio Yahveh y pareció mal a sus ojos que no hubiera derecho.

16 Vio que no había nadie y se maravilló de que no hubiera intercesor.

Entonces le salvó su brazo y su justicia le sostuvo.

17 Se puso la justicia como coraza y el casco de salvación en su
cabeza. Se puso como túnica vestidos de venganza y se vistió el celo como
un manto.

18 Según los merecimientos así pagará: ira para sus opresores y
represalia para sus enemigos. Dará a las islas su merecido.

19 Temerán desde Occidente el nombre de Yahveh y desde el Oriente
verán su gloria, pues vendrá como un torrente encajonado contra el
que
irrumpe con fuerza el soplo de Yahveh.

20 Vendrá a Sión para rescatar, a aquellos de Jacob que se conviertan
de su rebeldía. - Oráculo de Yahveh -.

21 Cuanto a mí, esta es la alianza con ellos, dice Yahveh. Mi espíritu
que ha venido sobre ti y mis palabras que he puesto en tus labios no caerán
de tu boca ni de la boca de tu descendencia ni de la boca de la descendencia
de tu descendencia, dice Yahveh, desde ahora y para siempre.

Isaías 60

1 ¡Arriba, resplandece, que ha llegado tu luz, y la gloria de Yahveh
sobre ti ha amanecido!

2 Pues mira cómo la oscuridad cubre la tierra, y espesa nube a los
pueblos, mas sobre ti amanece Yahveh y su gloria sobre ti aparece.

3 Caminarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu
alborada.

4 Alza los ojos en torno y mira: todos se reúnen y vienen a ti.
Tus
hijos vienen de lejos, y tus hijas son llevadas en brazos.

5 Tú entonces al verlo te pondrás radiante, se estremecerá y se
ensanchará tu corazón, porque vendrán a ti los tesoros del mar, las riquezas
de las naciones vendrán a ti.

6 Un sin fin de camellos te cubrirá, jóvenes dromedarios de Madián y
Efá. Todos ellos de Sabá vienen portadores de oro e incienso y pregonando
alabanzas a Yahveh.


7 Todas las ovejas de Quedar se apiñarán junto a ti, los machos
cabríos de Nebayot estarán a tu servicio. Subirán en holocausto agradable a
mi altar, y mi hermosa Casa hermosearé aún más.

8 ¿Quiénes son éstos que como nube vuelan, como palomas a sus
palomares?

9 Los barcos se juntan para mí, los navíos de Tarsis en cabeza, para
traer a tus hijos de lejos, junto con su plata y su oro, por el
nombre de
Yahveh tu Dios y por el Santo de Israel, que te hermosea.

10 Hijos de extranjeros construirán tus muros, y sus reyes se pondrán
a tu servicio, porque en mi cólera te herí, pero en mi benevolencia he tenido
compasión de ti.

11 Abiertas estarán tus puertas de continuo; ni de día ni de noche se
cerrarán, para dejar entrar a ti las riquezas de las naciones, traídas por sus
reyes.

12 Pues la nación y el reino que no se sometan a ti perecerán,
esas
naciones serán arruinadas por completo.

13 La gloria del Líbano vendrá a ti, el ciprés, el olmo y el boj a una, a
embellecer mi Lugar Santo y honrar el lugar donde mis pies reposan.

14 Acudirán a ti encorvados los hijos de los que te humillaban, se
postrarán a tus pies todos los que te menospreciaban, y te llamarán
la
Ciudad de Yahveh, la Sión del Santo de Israel.

15 En vez de estar tú abandonada, aborrecida y sin viandantes, yo te
convertiré en lozanía eterna, gozo de siglos y siglos.

16 Te nutrirás con la leche de las naciones, con las riquezas de
los
reyes serás amamantada, y sabrás que yo soy Yahveh tu Salvador, y el que
rescata, el Fuerte de Jacob.

17 En vez de bronce traeré oro, en vez de hierro traeré plata, en vez de
madera, bronce, y en vez de piedras, hierro. Te pondré como gobernantes la
Paz, y por gobierno la Justicia.

18 No se oirá más hablar de violencia en tu tierra, ni de despojo
o
quebranto en tus fronteras, antes llamarás a tus murallas «Salvación» y a tus
puertas «Alabanza».

19 No será para ti ya nunca más el sol luz del día, ni el resplandor de
la luna te alumbrará de noche, sino que tendrás a Yahveh por luz eterna, y a
tu Dios por tu hermosura.

20 No se pondrá jamás tu sol, ni tu luna menguará, pues Yahveh será
para ti luz eterna, y se habrán acabado los días de tu luto.

21 Todos los de tu pueblo serán justos, para siempre heredarán la
tierra; retoño de mis plantaciones, obra de mis manos para manifestar
mi
gloria.

22 El más pequeño vendrá a ser un millar, el más chiquito, una nación
poderosa. Yo, Yahveh, a su tiempo me apresuraré a cumplirlo.

Isaías 61

1 El espíritu del Señor Yahveh está sobre mí, por cuanto que me ha
ungido Yahveh. A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a


vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los
reclusos la libertad;

2 a pregonar año de gracia de Yahveh, día de venganza de nuestro
Dios; para consolar a todos los que lloran,

3 para darles diadema en vez de ceniza, aceite de gozo en vez de
vestido de luto, alabanza en vez de espíritu abatido. Se les llamará robles de
justicia, plantación de Yahveh para manifestar su gloria.

4 Edificarán las ruinas seculares, los lugares de antiguo desolados
levantarán, y restaurarán las ciudades en ruinas, los lugares por
siempre
desolados.

5 Vendrán extranjeros y apacentarán vuestros rebaños, e hijos de
extraños serán vuestros labradores y viñadores.

6 Y vosotros seréis llamados «sacerdotes de Yahveh», «ministros de
nuestro Dios» se os llamará. La riqueza de las naciones comeréis y en su
gloria les sucederéis.

7 Por cuanto su vergüenza había sido doble, y en lugar de afrenta,
gritos de regocijo fueron su herencia, por eso en su propia tierra heredarán
el doble, y tendrán ellos alegría eterna.

8 Pues yo, Yahveh, amo el derecho y aborrezco la rapiña y el crimen.
Les daré el salario de su trabajo lealmente, y alianza eterna
pactaré con
ellos.

9 Será conocida en las naciones su raza y sus vástagos entre los
pueblos; todos los que los vean reconocerán que son raza bendita de
Yahveh.

10 «Con gozo me gozaré en Yahveh, exulta mi alma en mi Dios,
porque me ha revestido de ropas de salvación, en manto de justicia me ha
envuelto como el esposo se pone una diadema, como la novia se adorna con
aderezos.

11 Porque, como una tierra hace germinar plantas y como un huerto
produce su simiente, así el Señor Yahveh hace germinar la justicia y
la
alabanza en presencia de todas las naciones.»

Isaías 62

1 Por amor de Sión no he de callar, por amor de Jerusalén no he de
estar quedo, hasta que salga como resplandor su justicia, y su
salvación
brille como antorcha.

2 Verán las naciones tu justicia, todos los reyes tu gloria, y te llamarán
con un nombre nuevo que la boca de Yahveh declarará.

3 Serás corona de adorno en la mano de Yahveh, y tiara real en la
palma de tu Dios.

4 No se dirá de ti jamás «Abandonada», ni de tu tierra se dirá jamás

«Desolada», sino que a ti se te llamará «Mi Complacencia», y a tu tierra,

«Desposada». Porque Yahveh se complacerá en ti, y tu tierra
será
desposada.

5 Porque como se casa joven con doncella, se casará contigo tu
edificador, y con gozo de esposo por su novia se gozará por ti tu Dios.


6 Sobre los muros de Jerusalén he apostado guardianes; ni en todo el
día ni en toda la noche estarán callados. Los que hacéis que Yahveh
recuerde, no guardéis silencio.

7 No le dejéis descansar, hasta que restablezca, hasta que trueque a
Jerusalén en alabanza en la tierra.

8 Ha jurado Yahveh por su diestra y por su fuerte brazo: «No daré tu
grano jamás por manjar a tus enemigos. No beberán hijos de extraños
tu
mosto por el que te fatigaste,

9 sino que los que lo cosechen lo comerán y alabarán a Yahveh, y los
que los recolecten lo beberán en mis atrios sagrados.»

10 ¡Pasad, pasad por las puertas! ¡Abrid camino al pueblo! ¡Reparad,
reparad el camino, y limpiadlo de piedras! ¡Izad pendón hacia los pueblos!

11 Mirad que Yahveh hace oír hasta los confines de la tierra: «Decid a
la hija de Sión: Mira que viene tu salvación; mira, su salario le acompaña, y
su paga le precede.

12 Se les llamará “Pueblo Santo”, “Rescatados de Yahveh”; y a ti se te
llamará “Buscada”, “Ciudad no Abandonada”.»

Isaías 63

1 - ¿Quién es ése que viene de Edom, de Bosrá, con ropaje teñido de
rojo? ¿Ese del vestido esplendoroso, y de andar tan esforzado? - Soy yo que
hablo con justicia, un gran libertador.

2 - Y ¿por qué está de rojo tu vestido, y tu ropaje como el de
un
lagarero?

3 - El lagar he pisado yo solo; de mi pueblo no hubo nadie conmigo.
Los pisé con ira, los pateé con furia, y salpicó su sangre mis vestidos, y toda
mi vestimenta he manchado.

4 ¡Era el día de la venganza que tenía pensada, el año de mi desquite
era llegado!

5 Miré bien y no había auxiliador; me asombré de que no hubiera
quien apoyase. Así que me salvó mi propio brazo, y fue mi furia la que me
sostuvo.

6 Pisoteé a pueblos en mi ira, los pise con furia e hice correr por tierra
su sangre.

7 Las misericordias de Yahveh quiero recordar, las alabanzas de
Yahveh, por todo lo que nos ha premiado Yahveh, por la gran bondad para
la casa de Israel, que tuvo con nosotros en su misericordia, y por
la
abundancia de sus bondades.

8 Dijo él: «De cierto que ellos son mi pueblo, hijos que
no
engañarán.» Y fue él su Salvador

9 en todas sus angustias. No fue un mensajero ni un ángel: él mismo
en persona los liberó. Por su amor y su compasión él los rescató: los levantó
y los llevó todos los días desde siempre.

10 Mas ellos se rebelaron y contristaron a su Espíritu santo, y él
se
convirtió en su enemigo, guerreó contra ellos.


11 Entonces se acordó de los días antiguos, de Moisés su siervo.

¿Dónde está el que los sacó de la mar, el pastor de su rebaño? ¿Dónde el
que puso en él su Espíritu santo,

12 el que hizo que su brazo fuerte marchase al lado de Moisés, el que
hendió las aguas ante ellos para hacerse un nombre eterno,

13 el que les hizo andar por los abismos como un caballo por el
desierto, sin que tropezaran,

14 cual ganado que desciende al valle? El Espíritu de Yahveh los llevó
a descansar. Así guiaste a tu pueblo, para hacerte un nombre glorioso.

15 observa desde los cielos y ve desde tu aposento santo y glorioso.

¿Dónde está tu celo y tu fuerza, la conmoción de tus entrañas? ¿Es que tus
entrañas se han cerrado para mí?

16 Porque tú eres nuestro Padre, que Abraham no nos conoce, ni Israel
nos recuerda. Tú, Yahveh, eres nuestro Padre, tu nombre es «El que
nos
rescata» desde siempre.

17 ¿Por qué nos dejaste errar, Yahveh, fuera de tus caminos,
endurecerse nuestros corazones lejos de tu temor? Vuélvete, por amor
de
tus siervos, por las tribus de tu heredad.

18 ¿Por qué el enemigo ha invalido tu santuario, tu santuario han
pisoteado nuestros opresores?

19 Somos desde antiguo gente a la que no gobiernas, no se nos llama
por tu nombre. ¡Ah si rompieses los cielos y descendieses - ante tu faz los
montes se derretirían,

Isaías 64

1 como prende el fuego en la hojarasca, como el fuego hace hervir al
agua - para dar a conocer tu nombre a tus adversarios, y hacer temblar a las
naciones ante ti,

2 haciendo tú cosas terribles, inesperadas. (Tú descendiste: ante tu faz,
los montes se derretirán.)

3 Nunca se oyó. No se oyó decir, ni se escuchó, ni ojo vio a un Dios,
sino a ti, que tal hiciese para el que espera en él.

4 Te haces encontradizo de quienes se alegran y practican justicia y
recuerdan tus caminos. He aquí que estuviste enojado, pero es que fuimos
pecadores; estamos para siempre en tu camino y nos salvaremos.

5 Somos como impuros todos nosotros, como paño inmundo todas
nuestras obras justas. Caímos como la hoja todos nosotros, y nuestras
culpas como el viento nos llevaron.

6 No hay quien invoque tu nombre, quien se despierte para asirse a ti.
Pues encubriste tu rostro de nosotros, y nos dejaste a merced de
nuestras
culpas.

7 Pues bien, Yahveh, tú eres nuestro Padre. Nosotros la arcilla, y tú
nuestro alfarero, la hechura de tus manos todos nosotros.

8 No te irrites, Yahveh, demasiado, ni para siempre recuerdes la culpa.

Ea, mira, todos nosotros somos tu pueblo.


9 Tus ciudades santas han quedado desiertas, Sión desierta ha
quedado, Jerusalén desolada.

10 Nuestra Casa santa y gloriosa, en donde te alabaron nuestros
padres, ha parado en hoguera de fuego, y todas nuestras cosas más queridas
han parado en ruinas.

11 ¿Es que ante esto te endurecerás, Yahveh, callarás y nos humillarás
sin medida?

Isaías 65

1 Me he hecho encontradizo de quienes no preguntaban por mí; me he
dejado hallar de quienes no me buscaban. Dije: «Aquí estoy, aquí estoy» a
gente que no invocaba mi nombre.

2 Alargué mis manos todo el día hacia un pueblo rebelde que sigue un
camino equivocado en pos de sus pensamientos;

3 pueblo que me irrita en mi propia cara de continuo, que sacrifican en
los jardines y queman incienso sobre ladrillos;

4 que habitan en tumbas y en antros hacen noche; que comen carne de
cerdo y bazofia descompuesta en sus cacharros;

5 los que dicen: «Quédate ahí, no te llegues a mí, que te santificaría.»
Estos son humo en mi nariz, fuego que abrasa siempre.

6 Mirad que está escrito delante de mí: no callaré hasta no haber
puesto su paga en su seno,

7 la de vuestras culpas y las de vuestros padres juntamente - dice
Yahveh - que quemaron incienso en los montes y en las colinas me
afrentaron; pero yo voy a medirles la paga de su obra y se la pondré en su
seno.

8 Así dice Yahveh: Como cuando se encuentra mosto en el racimo y
se dice: «No lo eches a perder, porque es una bendición», así haré yo por
amor de mis siervos, evitando destruirlos a todos.

9 Sacaré de Jacob simiente y de Judá heredero de mis montes; los
heredarán mis elegidos y mis siervos morarán allí.

10 Sarón será majada de ovejas y el valle de Akor corral de vacas para
mi pueblo, los que me buscaron.

11 Mas vosotros, los que abandonáis a Yahveh, los que olvidáis mi
monte santo, los que ponéis una mesa a Gad y llenáis una copa a Mení,

12 Yo os destino a la espada y todos vosotros caeréis degollados,
porque os llamé y no respondisteis, hablé y no oísteis, sino que hicisteis lo
que me desagrada, y lo que no me gusta elegisteis.

13 Por tanto, así dice el Señor Yahveh: Mirad que mis siervos
comerán, mas vosotros tendréis hambre; mirad que mis siervos beberán,
mas vosotros tendréis sed; mirad que mis siervos se alegrarán, mas vosotros
padeceréis vergüenza;

14 mirad que mis siervos cantarán con corazón dichoso, mas vosotros
gritaréis con corazón triste, y con espíritu quebrantado gemiréis.


15 Dejaréis vuestro nombre a mis elegidos para que sirva de
imprecación: «¡Así te haga morir el Señor Yahveh...!», pero a sus siervos
les dará un nombre nuevo

16 tal que, quien desee ser bendecido en la tierra, deseará serlo en el
Dios del Amén, y quien jurare en la tierra, jurará en el Dios del
Amén;
cuando se hayan olvidado las angustias primeras, y cuando estén ocultas a
mis ojos.

17 Pues he aquí que yo creo cielos nuevos y tierra nueva, y no serán
mentados los primeros ni vendrán a la memoria;

18 antes habrá gozo y regocijo por siempre jamás por lo que voy a
crear. Pues he aquí que yo voy a crear a Jerusalén «Regocijo», y
a su
pueblo «Alegría»;

19 me regocijaré por Jerusalén y me alegraré por mi pueblo, sin que se
oiga allí jamás lloro ni quejido.

20 No habrá allí jamás niño que viva pocos días, o viejo que no llene
sus días, pues morir joven será morir a los cien años, y el que no alcance
los cien años será porque está maldito.

21 Edificarán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán su
fruto.

22 No edificarán para que otro habite, no plantarán para que otro
coma, pues cuanto vive un árbol vivirá mi pueblo, y mis
elegidos
disfrutarán del trabajo de sus manos.

23 No se fatigarán en vano ni tendrán hijos para sobresalto, pues serán
raza bendita de Yahveh ellos y sus retoños con ellos.

24 Antes que me llamen, yo responderé; aún estarán hablando, y yo
les escucharé.

25 Lobo y cordero pacerán a una, = el león comerá paja como el buey

=, y la serpiente se alimentará de polvo, = no harán más daño ni perjuicio
en todo mi santo monte - dice Yahveh.

Isaías 66

1 Así dice Yahveh: Los cielos son mi trono y la tierra el estrado de
mis pies, Pues ¿qué casa vais a edificarme, o qué lugar para mi reposo,

2 si todo lo hizo mi mano, y es mío todo ello? - Oráculo de Yahveh -.
Y ¿en quién voy a fijarme? En el humilde y contrito que tiembla a
mi
palabra.

3 Se inmola un buey, se abate un hombre, se sacrifica una oveja, se
desnuca un perro, se ofrece en oblación sangre de cerdo, se hace un
memorial de incienso, se bendice a los ídolos. Ellos mismos eligieron sus
propios caminos y en sus monstruos abominables halló su alma
complacencia.

4 También yo elegiré el vejarlos y sus temores traeré sobre ellos, por
cuanto que llamé y nadie respondió, hablé y no escucharon, sino que
hicieron lo que me parece mal y lo que no me gusta eligieron.

5 Escuchad la palabra de Yahveh, los que tembláis a su palabra.
Dijeron vuestros hermanos que os aborrecen, que os rechazan por causa de


mi nombre: «Que Yahveh muestre su gloria y veamos vuestra alegría.»
Pero ellos quedarán avergonzados.

6 Voz estruendosa viene de la ciudad, voz del Templo: la voz de
Yahveh que paga el merecido a sus enemigos.

7 Antes de tener dolores dio a luz, antes de llegarle el parto dio a luz
varón.

8 ¿Quién oyó tal? ¿Quién vio cosa semejante? ¿Es dado a luz un país
en un solo día? ¿O nace un pueblo todo de una vez? Pues bien: Tuvo
dolores y dio a luz Sión a sus hijos.

9 ¿Abriré yo el seno sin hacer dar a luz - dice Yahveh - o lo cerraré
yo, que hago dar a luz? - Dice tu Dios.

10 Alegraos, Jerusalén, y regocijaos por ella todos los que la amáis,
llenaos de alegría por ella todos los que por ella hacíais duelo;

11 de modo que maméis y os hartéis del seno de sus consuelos, de
modo que chupéis y os deleitéis de los pechos de su gloria.

12 Porque así dice Yahveh: Mirad que yo tiendo hacia ella, como río
la paz, y como raudal desbordante la gloria de las
naciones, seréis
alimentados, en brazos seréis llevados y sobre las rodillas
seréis
acariciados.

13 Como uno a quien su madre le consuela, así yo os consolaré (y por
Jerusalén seréis consolados).

14 Al verlo se os regocijará el corazón, vuestros huesos como el
césped florecerán, la mano de Yahveh se dará a conocer a sus siervos, y su
enojo a sus enemigos.

15 Pues he aquí que Yahveh en fuego viene y como torbellino son sus
carros, para desfogar su cólera con ira y su amenaza con llamas de fuego.

16 Porque con fuego Yahveh va a juzgar y con su espada a toda
carne, y serán muchas las víctimas de Yahveh.

17 Los que se consagran y los que se purifican en los jardines, detrás
de uno que está en medio, que comen carne de cerdo, cosas inmundas y de
rata, a una serán eliminados con sus acciones y sus pensamientos, - oráculo
de Yahveh -.

18 Yo vengo a reunir a todas las naciones y lenguas; vendrán y verán
mi gloria.

19 Pondré en ellos señal y enviaré de ellos algunos escapados a las
naciones: a Tarsis, Put y Lud, Mések, Ros, Túbal, Yaván; a las islas
remotas que no oyeron mi fama ni vieron mi gloria. Ellos anunciarán
mi
gloria a las naciones.

20 Y traerán a todos vuestros hermanos de todas las naciones como
oblación a Yahveh - en caballos, carros, literas, mulos y dromedarios - a mi
monte santo de Jerusalén - dice Yahveh - como traen los hijos de Israel la
oblación en recipiente limpio a la Casa de Yahveh.

21 Y también de entre ellos tomaré para sacerdotes y levitas - dice
Yahveh.


22 Porque así como los cielos nuevos y la tierra nueva que yo hago
permanecen en mi presencia - oráculo de Yahveh - así permanecerá vuestra
raza y vuestro nombre.

23 Así pues, de luna en luna nueva y de sábado en sábado, vendrá
todo el mundo a prosternarse ante mí - dice Yahveh.

24 Y en saliendo, verán los cadáveres de aquellos que se rebelaron
contra mí; su gusano no morirá su fuego no se apagará, y serán el asco de
todo el mundo.