Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Daniel 3, 17-29

17 Si nuestro Dios, a quien servimos, es capaz de librarnos, nos librará

del horno de fuego ardiente y de tu mano, oh rey;

18 y si no lo hace, has de saber, oh rey, que nosotros no serviremos a
tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has erigido.»

19 Entonces el rey Nabucodonosor, lleno de cólera y demudada la
expresión de su rostro contra Sadrak, Mesak y Abed Negó, dio orden de que
se encendiese el horno siete veces más de lo corriente,

20 y mandó a los hombres más fuertes de su ejército que ataran a
Sadrak, Mesak y Abed Negó y los arrojaran al horno de fuego ardiente.

21 Fueron, pues, atados estos hombres, con sus zaragüelles, túnicas,
gorros y vestidos, y arrojados al horno de fuego ardiente.

22 Como la orden del rey era perentoria y el horno estaba
excesivamente encendido, la llamarada mató a los hombres que habían
llevado allá a Sadrak, Mesak y Abed Negó.

23 Y los tres hombres, Sadrak, Mesak y Abed Negó, cayeron, atados,
en medio del horno de fuego ardiente.

24 Entonces el rey Nabucodonosor, estupefacto, se levantó a toda
prisa y preguntó a sus consejeros: «¿No hemos echado nosotros al fuego a
estos tres hombres atados?» Respondieron ellos: «Indudablemente, oh rey.»
25 Dijo el rey: «Pero yo estoy viendo cuatro hombres que se pasean
libremente por el fuego sin sufrir daño alguno, y el cuarto tiene el aspecto

de un hijo de los dioses.»

26 Y Nabucodonosor se acercó a la boca del horno de fuego ardiente y
dijo: «Sadrak, Mesak y Abed Negó, servidores del Dios Altísimo, salid
y


venid aquí.» Entonces Sadrak, Mesak y Abed Negó salieron de en medio
del fuego.

27 Los sátrapas, prefectos, gobernadores y consejeros del rey se
reunieron para ver a estos hombres: el fuego no había tenido ningún poder
sobre su cuerpo, los cabellos de su cabeza no estaban chamuscados,
sus
mantos no se habían alterado, y ni el olor del fuego se les había pegado.

28 Nabucodonosor exclamó: «Bendito sea el Dios de Sadrak, Mesak y
Abed Negó, que ha enviado a su ángel a librar a sus siervos que, confiando
en él, quebrantaron la orden del rey y entregaron su cuerpo antes que servir
y adorar a ningún otro fuera de su Dios.

29 Y yo promulgo este edicto: Pueblos, naciones y lenguas, todo aquel
que hable ligeramente del Dios de Sadrak, Mesak y Abed Negó, será
cortado en pedazos y su casa será reducida a escombros, porque no hay otro
dios que pueda salvar de este modo.»