Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Deuteronomio 32, 6-49

6 ¿Así pagáis a Yahveh, pueblo insensato y necio? ¿No es él tu padre,
el que te creó, el que te hizo y te fundó?

7 Acuérdate de los días de antaño, considera los años de edad en edad.

Interroga a tu padre, que te cuente, a tus ancianos, que te hablen.

8 Cuando el Altísimo repartió las naciones, cuando distribuyó a los
hijos de Adán, fijó las fronteras de los pueblos, según el número de los hijos
de Dios;

9 mas la porción de Yahveh fue su pueblo, Jacob su parte de heredad.


10 En tierra desierta le encuentra, en la soledad rugiente de la estepa.

Y le envuelve, le sustenta, le cuida, como a la niña de sus ojos.

11 Como un águila incita a su nidada, revolotea sobre sus polluelos,
así el despliega sus alas y te toma, y le lleva sobre su plumaje.

12 Sólo Yahveh le guía a su destino, con él ningún dios extranjero.

13 Le hace cabalgar por las alturas de la tierra, le alimenta de
los
frutos del campo, le da a gustar miel de la peña, y aceite de la dura roca,

14 cuajada de vacas y leche de ovejas, con la grasa de corderos;
carneros de raza de Basán, y machos cabríos, con la flor de los granos de
trigo, y por bebida la roja sangre de la uva.

15 Come Jacob, se sacia, engorda Yesurún, respinga, - te has puesto
grueso, rollizo, turgente -, rechaza a Dios, su Hacedor, desprecia a la Roca,
su salvación.

16 Le encelan con dioses extraños, le irritan con abominaciones.

17 Sacrifican a demonios, no a Dios, a dioses que ignoraban, a
nuevos, recién llegados, que no veneraron vuestros padres.

18 (¡Desdeñas a la Roca que te dio el ser, olvidas al Dios que te
engendró!)

19 Yahveh lo ha visto y, en su ira, ha desechado a sus hijos y a sus

hijas.

20 Ha dicho: Les voy a esconder mi rostro, a ver en qué paran. Porque

es una generación torcida, hijos sin lealtad.

21 Me han encelado con lo que no es Dios, me han irritado con sus
vanos ídolos; ¡pues yo también voy a encelarles con lo que no es pueblo,
con una nación fatua los irritaré!

22 Porque ha saltado fuego de mi ira, que quemará hasta las honduras
del seol; devorará la tierra y sus productos, abrasará los cimientos
de los
montes.

23 Acumularé desgracias sobre ellos, agotaré en ellos mis saetas.

24 Andarán extenuados de hambre, consumidos de fiebre y mala
peste. Dientes de fieras mandaré contra ellos, veneno de reptiles.

25 Por fuera la espada sembrará orfandad, y dentro reinará el espanto.

Caerán a la vez joven y doncella, niño de pecho y viejo encanecido.

26 He dicho: A polvo los reduciría, borraría su recuerdo de en medio
de los hombres,

27 si no temiera azuzar el furor del enemigo, y que lo entiendan al
revés sus adversarios, no sea que digan: «Nuestra mano prevalece, y no es
Yahveh el que hace todo esto.»

28 Porque es gente de consejo obtuso, y no hay inteligencia en ellos.
29 Si fueran sabios, podrían entenderlo, sabrían vislumbrar su suerte

última.

30 Pues, ¿cómo un solo hombre puede perseguir a mil, y dos poner en
fuga a una miríada, sino porque su Roca se los ha vendido, porque Yahveh
los ha entregado?

31 Mas no es su roca como nuestra Roca, y nuestros enemigos son
testigos.


32 Porque su viña es viña de Sodoma y de las plantaciones de
Gomorra: uvas venenosas son sus uvas, racimos amargos sus racimos;

33 su vino, un veneno de serpiente, mortal ponzoña de áspid.

34 Pero él, ¿no está guardado junto a mí, sellado en mis tesoros?

35 A mí me toca la venganza y el pago para el momento en que su pie
vacile. Porque está cerca el día de su ruina, ya se precipita lo que les espera.
36 (Que va hacer Yahveh justicia al pueblo suyo, va a apiadarse de sus
siervos.) Porque verá que su fuerza se agota, que no queda ya libre
ni

esclavo.

37 Dirá entonces: ¿Dónde están sus dioses, roca en que buscaban su
refugio,

38 los que comían la grasa de sus sacrificios y bebían el vino de sus
libaciones? ¡Levántense y os salven, sean ellos vuestro amparo!

39 Ved ahora que yo, sólo yo soy, y que no hay otro Dios junto a mí.
Yo doy la muerte y doy la vida, hiero yo, y sano yo mismo (y no hay quien
libre de mi mano).

40 Sí, yo alzo al cielo mi mano, y digo: Tan cierto como que vivo
eternamente,

41 cuando afile el rayo de mi espada, y mi mano empuñe el Juicio,
tomaré venganza de mis adversarios, y daré el pago a
quienes me
aborrecen.

42 Embriagaré de sangre mis saetas, y mi espada se saciará de carne:
sangre de muertos y cautivos, cabezas encrestadas de enemigos.

43 ¡Cielos, exultad con él, y adórenle los hijos de Dios! ¡Exultad,
naciones, con su pueblo, y todos los mensajeros de Dios narren su fuerza!
Porque él vengará la sangre de sus siervos, tomará venganza de sus
adversarios, dará su pago a quienes le aborrecen y purificará el suelo de su
pueblo.

44 Fue Moisés y pronunció o oídos del pueblo todas las palabras de
este cántico, acompañado de Josué, hijo de Nun.

45 Cuando Moisés acabó de pronunciar estas palabras a todo Israel,
46 les dijo: «Estad bien atentos a todas estas palabras que hoy os doy

como testimonio. Se las prescribiréis a vuestros hijos, para que
cuiden de
poner en práctica todas las palabras de esta Ley.

47 Porque no es una palabra vana para vosotros, sino que es vuestra
vida, y por ella prolongaréis vuestros días en el suelo que vais a tomar en
posesión al pasar el Jordán.»

48 Yahveh habló a Moisés aquel mismo día y le dijo:

49 «Sube a esa montaña de los Abarim, al monte Nebo que está en el
país de Moab, frente a Jericó, y contempla la tierra de Canaán que yo doy
en propiedad a los israelitas.