4 No tendré para ti una mirada de piedad, no te perdonaré, sino que te
pediré cuentas de tu conducta; aparecerán tus abominaciones en medio de
ti, y sabréis que yo soy Yahveh.
5 Así dice el Señor Yahveh: ¡Desgracia única! ¡Ya viene la desgracia!
6 Se acerca el fin, el fin se acerca vigilante sobre ti, es ya inminente.
7 Te llega el turno, habitante del país. Llega el tiempo, está cercano el
día, consternación, que no ya ¡hurra!, en los montes.
8 Ahora voy a derramar sin tregua mi furor sobre ti y a desahogar mi
cólera en ti; voy a juzgarte según tu conducta y a pedirte cuentas de todas
tus abominaciones.
9 No tendré una mirada de piedad, no perdonaré; te pediré cuentas de
tu conducta; tus abominaciones aparecerán en medio de ti, y sabréis que yo
soy Yahveh, el que hiere.
10 He aquí el día, hele que viene: sale el turno, la vara está florida,
florida la insolencia.
11 Se ha erguido la violencia para hacerse vara de maldad...
12 Ha llegado el momento, está cercano el día. No se alegre el
comprador, no se entristezca el vendedor, porque la ira es contra
toda su
multitud.
13 El vendedor no volverá a lo vendido, mientras viva entre los vivos,
pues la ira contra toda su multitud no será revocada; y nadie, por
su
iniquidad, tendrá segura su vida.
14 Se tocará la trompeta, todo estará a punto, pero nadie marchará al
combate, porque mi ira es contra toda su multitud.
15 Está la espada afuera, la peste y el hambre dentro. El que se
encuentre en el campo morirá a espada, y al que esté en la ciudad,
el
hambre y la peste lo devorarán.