Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Hechos 16, 1-20

1 Llegó también a Derbe y Listra. Había allí un discípulo llamado
Timoteo, hijo de una mujer judía creyente y de padre griego.

2 Los hermanos de Listra e Iconio daban de él un buen testimonio.

3 Pablo quiso que se viniera con él. Le tomó y le circuncidó a causa de
los judíos que había por aquellos lugares, pues todos sabían que su padre
era griego.

4 Conforme iban pasando por las ciudades, les iban entregando, para
que las observasen, las decisiones tomadas por los apóstoles y presbíteros
en Jerusalén.

5 Las Iglesias, pues, se afianzaban en la fe y crecían en número de día
en día.

6 Atravesaron Frigia y la región de Galacia, pues el Espíritu Santo les
había impedido predicar la Palabra en Asia.

7 Estando ya cerca de Misia, intentaron dirigirse a Bitinia, pero no se
lo consintió el Espíritu de Jesús.

8 Atravesaron, pues, Misia y bajaron a Tróada.

9 Por la noche Pablo tuvo una visión: Un macedonio estaba de pie
suplicándole: «Pasa a Macedonia y ayúdanos.»

10 En cuanto tuvo la visión, inmediatamente intentamos pasar a
Macedonia, persuadidos de que Dios nos había llamado
para
evangelizarles.

11 Nos embarcamos en Tróada y fuimos derechos a Samotracia, y al
día siguiente a Neápolis;

12 de allí pasamos a Filipos, que es una de las principales ciudades de
la demarcación de Macedonia, y colonia. En esta ciudad nos detuvimos
algunos días.

13 El sábado salimos fuera de la puerta, a la orilla de un río, donde
suponíamos que habría un sitio para orar. Nos sentamos y empezamos a
hablar a las mujeres que habían concurrido.

14 Una de ellas, llamada Lidia, vendedora de púrpura, natural de la
ciudad de Tiatira, y que adoraba a Dios, nos escuchaba. El Señor le abrió el
corazón para que se adhiriese a las palabras de Pablo.

15 Cuando ella y los de su casa recibieron el bautismo, suplicó: «Si
juzgáis que soy fiel al Señor, venid y quedaos en mi casa.» Y nos obligó a
ir.

16 Sucedió que al ir nosotros al lugar de oración, nos vino al
encuentro una muchacha esclava poseída de un espíritu adivino, que
pronunciando oráculos producía mucho dinero a sus amos.

17 Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando: «Estos hombres son
siervos del Dios Altísimo, que os anuncian un camino de salvación.»

18 Venía haciendo esto durante muchos días. Cansado Pablo, se
volvió y dijo al espíritu: «En nombre de Jesucristo te mando que salgas de
ella.» Y en el mismo instante salió.


19 Al ver sus amos que se les había ido su esperanza de ganancia,
prendieron a Pablo y a Silas y los arrastraron hasta el ágora, ante
los
magistrados;

20 los presentaron a los pretores y dijeron: «Estos hombres alborotan
nuestra ciudad; son judíos