Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Jeremías 18, 2-17

2 Levántate y baja a la alfarería, que allí mismo te haré oír mis
palabras.

3 Bajé a la alfarería, y he aquí que el alfarero estaba haciendo un
trabajo al torno.

4 El cacharro que estaba haciendo se estropeó como barro en manos
del alfarero, y éste volvió a empezar, trasformándolo en otro cacharro
diferente, como mejor le pareció al alfarero.

5 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:

6 ¿No puedo hacer yo con vosotros, casa de Israel, lo mismo que este
alfarero? - oráculo de Yahveh -. Mirad que como el barro en la mano del
alfarero, así sois vosotros en mi mano, casa de Israel.

7 De pronto hablo contra una nación o reino, de arrancar, derrocar y
perder;


8 pero se vuelve atrás de su mal aquella gente contra la que hablé, y
yo también desisto del mal que pensaba hacerle.

9 Y de pronto hablo, tocante a una nación o un reino, de edificar
y
plantar;

10 pero hace lo que parece malo desoyendo mi voz, y entonces yo
también desisto del bien que había decidido hacerle.

11 Ahora, pues, di a la gente de Judá y a los habitantes de Jerusalén:
Así dice Yahveh: «Mirad que estoy ideando contra vosotros cosa mala y
pensando algo contra vosotros. Ea, pues; volveos cada cual de su mal
camino y mejorad vuestra conducta y acciones.»

12 Pero van a decir: «Es inútil; porque iremos en pos de nuestros
pensamientos y cada uno de nosotros hará conforme a la terquedad de
su
mal corazón.»

13 Por tanto, así dice Yahveh: Vamos, preguntad entre las naciones:

¿Quién oyó tal cosa? ¡Bien fea cosa ha hecho la virgen de Israel!

14 ¿Faltará acaso de la peña excelsa la nieve del Líbano? ¿o se
agotarán las aguas crecidas, frescas, corrientes?

15 Pues bien, mi pueblo me ha olvidado. A la Nada inciensan. Han
tropezado en sus caminos, aquellos senderos de siempre, para irse por
trochas, por camino no trillado.

16 Es para trocar su tierra en desolación, en eterna rechifla: todo
el
que pasare se asombrará de ella y meneará la cabeza.

17 Como el viento solano los esparciré delante del enemigo. La
espalda, que no la cara, les mostraré el día de su infortunio.