Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Jeremías 50, 15-44

15 Dad gritos contra ella en derredor. Ella tiende su mano. Fallaron
sus cimientos, se derrumbaron sus muros. Era la venganza de Yahveh.
Tomad venganza de ella: Tal cual hizo, haced con ella.

16 Suprimid de Babilonia al sembrador y al que maneja la hoz al
tiempo de la siega. Ante la espada irresistible, cada uno enfilará
hacia su
pueblo, cada uno huirá a su tierra.

17 Rebaño disperso es Israel: leones lo ahuyentaron. El rey de Asiria
lo devoró el primero, y Nabucodonosor, rey de Babilonia, lo quebrantó
después.

18 Por tanto, así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: He aquí que
yo visito al rey de Babilonia y su territorio, lo mismo que visité al rey de
Asiria.

19 Y devolveré a Israel a sus pastizal, y pacerá el Carmelo y el Basán,
y en la montaña de Efraím y Galaad se saciará.

20 En aquellos días y en aquella sazón - oráculo de Yahveh -, se
buscará la culpa de Israel y no la habrá, y el pecado de Judá y no se hallará,
porque seré piadoso con el resto que yo deje.

21 «Sube a la tierra de Meratáyim, sube contra ella; y a los habitantes
de Pecod pásalos a espada y dalos al anatema hasta el último - oráculo de
Yahveh -: haz en todo según te lo he mandado.»

22 Ruido de guerra en el país y quebranto grande.

23 ¡Cómo se partió y fue quebrado el martillo de toda la tierra! ¡Cómo
vino a ser pasmo Babilonia entre las naciones!

24 Te puse lazo y quedaste atrapada, Babilonia, sin darte cuenta; se
dio contigo y fuiste capturada, porque contra Yahveh te sublevaste.

25 Abrió Yahveh su arsenal y sacó las armas de su ira. Era la tarea del
Señor Yahveh Sebaot en tierra de caldeos.

26 «Venid a ella desde el confín, abrid sus almacenes. Haced con ellos
montones y dadlos al anatema: no quede de ella reliquia.

27 Acuchillad todos sus bueyes, bajen a la degollina. ¡Ay de ellos, que
llegó su día, la hora de su castigo!»

28 ¡Voces de huidos y escapados del país de Babilonia anunciando en
Sión la venganza de Yahveh nuestro Dios, la venganza de su santuario!

29 Haced leva de flecheros contra Babilonia, todos los que asestáis
arco acampad en torno suyo. Que no se escape nadie. Pagadle lo que vale su
trabajo, Tal cual hizo, haced con ella, porque contra Yahveh se insolentó,
contra el Santo de Israel.

30 En verdad, caerán sus mancebos escogidos en sus plazas, y todos
sus guerreros perecerán aquel día - oráculo de Yahveh -.

31 Heme aquí contra ti, «Insolencia», - oráculo del Señor Yahveh
Sebaot - porque ha llegado tu día, la hora en que yo te castigue.

32 Tropezará «Insolencia» y caerá, sin tener quien la levante. Prenderé
fuego a sus ciudades, y devorará todos sus contornos.


33 Así dice Yahveh Sebaot: Oprimidos estaban los hijos de Israel y
los hijos de Judá a una. Todos sus cautivadores los retenían, se negaban a
soltarlos.

34 Su Redentor esforzado, Yahveh Sebaot se llama. El tomará la
defensa de su causa hasta hacer temblar la tierra y estremecerse a
los
habitantes de Babilonia.

35 ¡Espada a los caldeos - oráculo de Yahveh - y a los habitantes de
Babilonia, a sus jefes y a sus sabios!

36 Espada a sus adivinos, y quedarán por necios. Espada a sus
valientes, y desmayarán.

37 Espada a sus caballos y a sus carros, a toda la mezcolanza de
gentes que hay dentro de ella, y serán como mujeres. Espada a sus tesoros
y serán saqueados.

38 ¡Sequía a sus aguas y se secarán; porque tierra de ídolos es aquélla,
y por sus Espantos pierden la cabeza!

39 Por eso vivirán las hienas con los chacales y vivirán en ella
las
avestruces, y no será habitada nunca jamás ni será poblada por
siglos y
siglos.

40 Como en la catástrofe causada por Dios a Sodoma, Gomorra y sus
vecinas - oráculo de Yahveh - donde no vive nadie, ni reside en ellas ser
humano.

41 Mirad que un pueblo viene del norte, una gran nación, y muchos
reyes se despiertan de los confines de la tierra.

42 Arco y lanza blanden, crueles son y sin entrañas. Su voz como la
mar muge, y a caballo van montados, ordenados como un solo hombre para
la guerra contra ti, hija de Babel.

43 Oyó el rey de Babilonia nuevas de ellos y flaquean sus manos.

Angustia le asaltó, dolor como de parturienta.

44 Vedlo como león que sube del boscaje del Jordán hacia el pastizal
perenne, cuando en un instante le haré salir huyendo de allí, para colocar
allí a quien me plazca. Porque ¿quién como yo, y quién me
emplazará, y
quién es el pastor que aguante en mi presencia?