Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Lucas 11, 3-52

3 danos cada día nuestro pan cotidiano,

4 y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros
perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación.»

5 Les dijo también: «Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a
él a medianoche, le dice: “Amigo, préstame tres panes,

6 porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué
ofrecerle”,

7 y aquél, desde dentro, le responde: “No me molestes; la puerta ya
está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo
levantarme a
dártelos”,

8 os aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al
menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite.»

9 Yo os digo: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os
abrirá.

10 Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama,
se le abrirá.

11 ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez,
en
lugar de un pez le da una culebra;

12 o, si pide un huevo, le da un escorpión?

13 Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros
hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo
pidan!»

14 Estaba expulsando un demonio que era mudo; sucedió que, cuando
salió el demonio, rompió a hablar el mudo, y las gentes se admiraron.

15 Pero algunos de ellos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los
demonios, expulsa los demonios.»

16 Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo.


17 Pero él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino
dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae.

18 Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va
a subsistir su reino?.. porque decís que yo expulso los demonios por
Beelzebul.

19 Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan
vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces.

20 Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha
llegado a vosotros el Reino de Dios.

21 Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes
están en seguro;

22 pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en
las que estaba confiado y reparte sus despojos.»

23 «El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge
conmigo, desparrama.

24 «Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por
lugares áridos, en busca de reposo; y, al no encontrarlo, dice: “Me volveré a
mi casa, de donde salí.”

25 Y al llegar la encuentra barrida y en orden.

26 Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se
instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio.»

27 Sucedió que, estando él diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer
de entre la gente, y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te
criaron!»

28 Pero él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y
la guardan.»

29 Habiéndose reunido la gente, comenzó a decir: «Esta generación es
una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la
señal de Jonás.

30 Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el
Hijo del hombre para esta generación.

31 La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de
esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines
de la
tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón.

32 Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la
condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí
hay algo más que Jonás.

33 «Nadie enciende una lámpara y la pone en sitio oculto, ni bajo el
celemín, sino sobre el candelero, para que los que entren vean el resplandor.

34 La lámpara de tu cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo está sano,
también todo tu cuerpo está luminoso; pero cuando está malo, también tu
cuerpo está a oscuras.

35 Mira, pues, que la luz que hay en ti no sea oscuridad.

36 Si, pues, tu cuerpo está enteramente luminoso, no teniendo parte
alguna oscura, estará tan enteramente luminoso, como cuando la lámpara te
ilumina con su fulgor.»


37 Mientras hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con él;
entrando, pues, se puso a la mesa.

38 Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las
abluciones antes de comer.

39 Pero el Señor le dijo: «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por
fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de
rapiña y
maldad.

40 ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior?

41 Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán
puras para vosotros.

42 Pero, ¡ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la
menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor
a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello.

43 ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las
sinagogas y que se os salude en las plazas!

44 ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre
los que andan los hombres sin saberlo!»

45 Uno de los legistas le respondió: «¡Maestro, diciendo estas cosas,
también nos injurias a nosotros!»

46 Pero él dijo: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a
los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con
uno de
vuestros dedos!

47 «¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que
vuestros padres mataron!

48 Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros
padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis.

49 «Por eso dijo la Sabiduría de Dios: Les enviaré profetas
y
apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán,

50 para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos
los profetas derramada desde la creación del mundo,

51 desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció
entre el altar y el Santuario. Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta
generación.

52 «¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la
ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo
habéis
impedido.»