Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Marcos 14, 31-72

31 Pero él insistía: «Aunque tenga que morir contigo, yo no te
negaré.» Lo mismo decían también todos.


32 Van a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus
discípulos: «Sentaos aquí, mientras yo hago oración.»

33 Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir pavor
y angustia.

34 Y les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos
aquí y velad.»

35 Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser
posible pasara de él aquella hora.

36 Y decía: «¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta
copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú.»

37 Viene entonces y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «Simón,

¿duermes?, ¿ni una hora has podido velar?

38 Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está
pronto, pero la carne es débil.»

39 Y alejándose de nuevo, oró diciendo las mismas palabras.

40 Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban
cargados; ellos no sabían qué contestarle.

41 Viene por tercera vez y les dice: «Ahora ya podéis dormir y
descansar. Basta ya. Llegó la hora. Mirad que el Hijo del hombre va a ser
entregado en manos de los pecadores.

42 ¡Levantaos! ¡vámonos! Mirad, el que me va a entregar está cerca.»
43 Todavía estaba hablando, cuando de pronto se presenta Judas, uno

de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, de parte de los
sumos sacerdotes, de los escribas y de los ancianos.

44 El que le iba a entregar les había dado esta contraseña: «Aquel a
quien yo dé un beso, ése es, prendedle y llevadle con cautela.»

45 Nada más llegar, se acerca a él y le dice: «Rabbí», y le dio un beso.
46 Ellos le echaron mano y le prendieron.

47 Uno de los presentes, sacando la espada, hirió al siervo del Sumo
Sacerdote, y le llevó la oreja.

48 Y tomando la palabra Jesús, les dijo: «¿Como contra un salteador
habéis salido a prenderme con espadas y palos?

49 Todos los días estaba junto a vosotros enseñando en el Templo, y
no me detuvisteis. Pero es para que se cumplan las Escrituras.»

50 Y abandonándole huyeron todos.

51 Un joven le seguía cubierto sólo de un lienzo; y le detienen.
52 Pero él, dejando el lienzo, se escapó desnudo.

53 Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y se reúnen todos los
sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas.

54 También Pedro le siguió de lejos, hasta dentro del palacio del
Sumo Sacerdote, y estaba sentado con los criados, calentándose al fuego.

55 Los sumos sacerdotes y el Sanedrín entero andaban buscando
contra Jesús un testimonio para darle muerte; pero no lo encontraban.

56 Pues muchos daban falso testimonio contra él, pero los testimonios
no coincidían.

57 Algunos, levantándose, dieron contra él este falso testimonio:


58 «Nosotros le oímos decir: Yo destruiré este Santuario hecho por
hombres y en tres días edificaré otro no hecho por hombres.»

59 Y tampoco en este caso coincidía su testimonio.

60 Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y poniéndose en medio,
preguntó a Jesús: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos
atestiguan
contra ti?»

61 Pero él seguía callado y no respondía nada. El Sumo Sacerdote le
preguntó de nuevo: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?»

62 Y dijo Jesús: «Sí, yo soy, y veréis = al Hijo del hombre sentado a la
diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo.» =

63 El Sumo Sacerdote se rasga las túnicas y dice: «¿Qué necesidad
tenemos ya de testigos?

64 Habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece?» Todos juzgaron que
era reo de muerte.

65 Algunos se pusieron a escupirle, le cubrían la cara y le daban
bofetadas, mientras le decían: «Adivina», y los criados le
recibieron a
golpes.

66 Estando Pedro abajo en el patio, llega una de las criadas del Sumo
Sacerdote

67 y al ver a Pedro calentándose, le mira atentamente y le dice:

«También tú estabas con Jesús de Nazaret.»

68 Pero él lo negó: «Ni sé ni entiendo qué dices», y salió afuera, al
portal, y cantó un gallo.

69 Le vio la criada y otra vez se puso a decir a los que estaban allí:

«Este es uno de ellos.»

70 Pero él lo negaba de nuevo. Poco después, los que estaban allí
volvieron a decir a Pedro: «Ciertamente eres de ellos pues además
eres
galileo.»

71 Pero él, se puso a echar imprecaciones y a jurar: «¡Yo no conozco a
ese hombre de quien habláis!»

72 Inmediatamente cantó un gallo por segunda vez. Y Pedro recordó
lo que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante dos veces, me habrás
negado tres.» Y rompió a llorar.