Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Mateo 26, 49-65

49 Y al instante se acercó a Jesús y le dijo: «¡Salve, Rabbí!», y le dio
un beso.

50 Jesús le dijo: «Amigo, ¡a lo que estás aquí!» Entonces aquéllos se
acercaron, echaron mano a Jesús y le prendieron.

51 En esto, uno de los que estaban con Jesús echó mano a su espada,
la sacó e, hiriendo al siervo del Sumo Sacerdote, le llevó la oreja.

52 Dícele entonces Jesús: «Vuelve tu espada a su sitio, porque todos
los que empuñen espada, a espada perecerán.

53 ¿O piensas que no puedo yo rogar a mi Padre, que pondría al punto
a mi disposición más de doce legiones de ángeles?

54 Mas, ¿cómo se cumplirían las Escrituras de que así debe suceder?»

55 En aquel momento dijo Jesús a la gente: «¿Como contra un
salteador habéis salido a prenderme con espadas y palos? Todos los días me
sentaba en el Templo para enseñar, y no me detuvisteis.

56 Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de
los profetas.» Entonces los discípulos le abandonaron todos y huyeron.

57 Los que prendieron a Jesús le llevaron ante el Sumo Sacerdote
Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos.

58 Pedro le iba siguiendo de lejos hasta el palacio del
Sumo
Sacerdote; y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver el final.

59 Los sumos sacerdotes y el Sanedrín entero andaban buscando un
falso testimonio contra Jesús con ánimo de darle muerte,

60 y no lo encontraron, a pesar de que se presentaron muchos falsos
testigos. Al fin se presentaron dos,

61 que dijeron: «Este dijo: Yo puedo destruir el Santuario de Dios, y
en tres días edificarlo.»

62 Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y le dijo: «¿No respondes
nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?»

63 Pero Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote le dijo: «Yo te
conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.»

64 Dícele Jesús: «Sí, tú lo has dicho. Y yo os declaro que a partir de
ahora veréis = al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder
y venir
sobre las nubes del cielo.» =

65 Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: «¡Ha
blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la
blasfemia.