Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Nehemías 13, 1-29

1 En aquel tiempo se leyó a oídos del pueblo en el libro de Moisés, y
se encontró escrito en él: = «El ammonita y el moabita no entrarán jamás en
la asamblea de = Dios,

2 = porque no recibieron = a los israelitas = con pan y agua. Tomaron
a sueldo = contra ellos a = Balaam, para maldecirles, pero nuestro = Dios =
cambió la maldición en bendición.» =

3 Así que, en oyendo la Ley, se excluyó de Israel a todo extranjero.

4 Antes de esto, el sacerdote Elyasib había sido encargado de los
aposentos de la Casa de nuestro Dios. Como era pariente de Tobías,

5 le había proporcionado un aposento espacioso, donde anteriormente
se depositaban las oblaciones, el incienso, los utensilios, el diezmo
del
trigo, del vino y del aceite, es decir, las porciones de los levitas, los
cantores
y los porteros, y lo reservado a los sacerdotes.

6 Cuando sucedía esto, yo no estaba en Jerusalén, porque el año 32 de
Artajerjes, rey de Babilonia, había ido donde el rey; pero al cabo de algún
tiempo el rey me permitió volver;

7 volví a Jerusalén, y me enteré de la mala acción que había hecho
Elyasib en favor de Tobías, preparándole un aposento en el atrio de la Casa
de Dios.

8 Esto me desagradó mucho; eché fuera del aposento todos los
muebles de la casa de Tobías,

9 y mandé purificar los aposentos y volver a poner en ellos los
utensilios de la Casa de Dios, las oblaciones y el incienso.

10 Me enteré también de que ya no se entregaban las raciones de los
levitas, por lo que ellos se habían marchado cada uno a su campo -
los
levitas y los cantores encargados del servicio -.

11 Reprendí por ello a los consejeros diciéndoles: «¿Por qué ha sido
abandonada la Casa de Dios?» Luego los reuní de nuevo y los restablecí en
sus puestos.

12 Y todo Judá trajo a los almacenes el diezmo del trigo, del vino y
del aceite.

13 Puse al frente de los almacenes al sacerdote Selemías, al escriba
Sadoq y Pedaías, uno de los levitas, y como ayudante, a Janán, hijo
de
Zakkur, hijo de Mattanías, porque eran considerados como personas fieles;
les incumbía distribuir las porciones a sus hermanos.

14 ¡Acuérdate de mí por esto, Dios mío; no borres las obras de piedad
que yo hice por la Casa de mi Dios y por sus servicios!

15 Por aquellos días, vi que había en Judá quienes pisaban los lagares
en día de sábado; otros acarreaban los haces de trigo y los cargaban sobre


los asnos, y también vino, uva, higos y toda clase de cargas, para traerlo a
Jerusalén en día de sábado: les advertí que no vendiesen sus mercancías.

16 En Jerusalén, algunos tirios que habitan en ella traían pescado y
toda clase de mercancías para vendérselas a los judíos en día de sábado,

17 Reprendí a los notables de Judá diciendo: «¡Qué mala acción
cometéis profanando el día del sábado!

18 ¿No fue así como obraron vuestros padres y por lo que nuestro
Dios hizo caer toda esta desgracia sobre nosotros y sobre esta ciudad? ¡Y
vosotros aumentáis así la Cólera contra Israel profanando el sábado!»

19 Así que ordené que cuando la sombra cubriese las puertas de
Jerusalén, la víspera del sábado se cerrasen las puertas, y que no se abriesen
hasta después del sábado. Y puse junto a las puertas a algunos de
mis
hombres para que no entrase carga alguna en día de sábado.

20 Una o dos veces, algunos mercaderes que vendían toda clase de
mercancías pasaron la noche fuera de Jerusalén,

21 pero yo les avisé diciéndoles: «¿Por qué pasáis la noche junto a la
muralla? ¡Si volvéis a hacerlo, os meteré mano!» Desde entonces no
volvían más en sábado.

22 Ordené también a los levitas purificarse y venir a guardar las
puertas, para santificar el sábado. ¡También por esto acuérdate de mí, Dios
mío, y ten piedad de mí según tu gran misericordia!

23 Vi también en aquellos días que algunos judíos se habían casado
con mujeres asdoditas, ammonitas o moabitas.

24 De sus hijos, la mitad hablaban asdodeo o la lengua de uno u otro
pueblo, pero no sabían ya hablar judío.

25 Yo les reprendí y les maldije, hice azotar a algunos de ellos y
arrancarles los cabellos, y los conjuré en nombre de Dios: «¡No debéis dar
vuestras hijas a sus hijos ni tomar ninguna de sus hijas por mujeres ni para
vuestros hijos ni para vosotros mismos!

26 ¿No pecó en esto Salomón, rey de Israel? Entre tantas naciones no
había un rey semejante a él; era amado de su Dios; Dios le había hecho rey
de todo Israel. Y también a él le hicieron pecar las mujeres extranjeras.

27 ¿Se tendrá que oír de vosotros que cometéis el mismo gran crimen
de rebelaros contra nuestro Dios casándoos con mujeres extranjeras?»

28 Uno de los hijos de Yoyadá, hijo del sumo sacerdote Elyasib, era
yerno de Samballat el joronita. Yo le eché de mi lado.

29 ¡Acuérdate de estas gentes, Dios mío, por haber mancillado el
sacerdocio y la alianza de los sacerdotes y levitas!