Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Proverbios 21, 1-27

1 Corriente de agua es el corazón del rey en la mano de Yahveh, que
él dirige donde quiere.

2 Al hombre le parecen rectos todos sus caminos, pero es Yahveh
quien pesa los corazones.

3 Practicar la justicia y la equidad, es mejor ante Yahveh que el
sacrificio.

4 Ojos altivos, corazón arrogante, antorcha de malvados, es pecado.

5 Los proyectos del diligente, todo son ganancia; para el que se
precipita, todo es indigencia.

6 Hacer tesoros con lengua engañosa, es vanidad fugitiva de quienes
buscan la muerte.

7 La violencia de los malos los domina, porque se niegan a practicar la
equidad.

8 Tortuoso es el camino del hombre criminal, pero el puro es recto en
sus obras.

9 Mejor es vivir en la esquina del terrado, que casa en común con
mujer litigiosa.

10 El alma del malvado desea el mal, su vecino no halla gracia a sus

ojos.

11 Cuando se castiga al arrogante, el simple se hace sabio; cuando se

instruye al sabio, adquiere ciencia.

12 El Justo observa la casa del malvado, y arroja a los malvados a la
desgracia.

13 Quien cierra los oídos a las súplicas del débil clamará también él y
no hallará respuesta.

14 Regalo a escondidas, aplaca la cólera, y obsequio oculto, la ira
violenta.

15 Alegría para el justo es el cumplimiento de la justicia, pero horror
para los que hacen el mal.


16 El hombre que se aparta del camino de la prudencia reposará en la
asamblea de las sombras.

17 Se arruina el hombre que ama el placer, no será rico el aficionado a
banquetes.

18 Rescate del justo es el malo, y en lugar de los rectos, el traidor.
19 Mejor es habitar en el desierto que con mujer litigiosa y triste.

20 Tesoro precioso y aceite en la casa del sabio, pero el hombre necio
los devora.

21 Quien va tras la justicia y el amor hallará vida, justicia y honor.

22 El sabio escala la ciudad de los fuertes, y derriba la fortaleza en que
confiaban.

23 El que guarda su boca y su lengua, guarda su alma de la angustia.
24 Al insolente y altivo se le llama: «arrogante»; actúa en el exceso de

su insolencia.

25 El deseo del perezoso le lleva a la muerte, porque sus manos
rehúsan el trabajo.

26 Todo el día está el malo codicioso; pero el justo da sin rehusar
jamás.

27 El sacrificio de los malos es abominable, sobre todo si se ofrece
con mala intención.