Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Tobías 11, 5-15

5 Estaba Ana sentada, con la mirada fija en el camino de su hijo.

6 Tuvo la corazonada de que él venía y dijo al padre: «Mira, ya viene
tu hijo y el hombre que le acompañaba.»

7 Rafael iba diciendo a Tobías, mientras se acercaban al padre:

«Tengo por seguro que se abrirán los ojos de tu padre.

8 Untale los ojos con la hiel del pez, y el remedio hará que las
manchas blancas se contraigan y se le caerán como escamos de los ojos. Y
así tu padre podrá mirar y ver la luz.»

9 Corrió Ana y se echó al cuello de su hijo, diciendo: «¡Ya te he
visto, hijo! ¡Ya puedo morir!» Y rompió a llorar.

10 Tobit se levantó y trompicando salió a la puerta del patio.

11 Corrió hacia él Tobías, llevando en la mano la hiel del pez; le
sopló en los ojos y abrazándole estrechamente le dijo: «¡Ten
confianza,
padre!» Y le aplicó el remedio y esperó;

12 y luego, con ambas manos le quitó las escamas de la comisura de
los ojos.

13 Entonces él se arrojó a su cuello, lloró y le dijo: «¡Ahora te veo,
hijo, luz de mis ojos!»

14 Y añadió: ¡Bendito sea Dios! ¡Bendito su gran Nombre! ¡Bendito
todos sus santos ángeles! ¡Bendito su gran Nombre por todos los siglos!

15 Porque me había azotado, pero me tiene piedad y ahora veo a mi
hijo Tobías. Tobías entró en casa lleno de gozo y bendiciendo a Dios con
toda su voz; luego contó a su padre el éxito de su viaje, cómo traía el dinero
y cómo se había casado con Sarra, la hija de Ragüel, y que venía ella con él
y estaba ya a las puertas de Nínive.