Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Baruc 1, 6-19

6 Luego reunieron dinero, según las posibilidades de cada uno,

7 y lo enviaron a Jerusalén, al sacerdote Joaquín, hijo de Jilquías, hijo de
Salom, a los demás sacerdotes y a todo el pueblo que se encontraba con él en
Jerusalén.


8 Y a Baruc, el día diez del mes de Siván, había tomado los
objetos
sagrados de la Casa del Señor que habían sido llevados del Templo, con ánimo
de volverlos a llevar a la tierra de Judá; objetos de plata
mandados hacer por
Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá,

9 después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, deportó de Jerusalén a
Jeconías, a los príncipes, a los cerrajeros, a las autoridades y al
pueblo de la
tierra, llevándolos a Babilonia.

10 Se les decía: Ahí os enviamos dinero; comprad con él holocaustos,
sacrificios por el pecado e incienso; haced oblaciones y ofrendas
sobre el altar
del Señor Dios nuestro.

11 Rogad por la vida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y por la vida de
su hijo Baltasar, para que sean sus días como los días del cielo sobre la
tierra.

12 El Señor nos dará fuerzas e iluminará nuestros ojos para vivir a
la
sombra de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y a la sombra de su hijo Baltasar;
les serviremos largos días y hallaremos gracia a sus ojos.

13 Rogad también por nosotros al Señor Dios nuestro, porque hemos
pecado contra el Señor Dios nuestro, y todavía hoy no se ha retirado de
nosotros
el furor y la ira del Señor.

14 Y leed este libro que os mandamos para que hagáis lectura pública en la
Casa del Señor, el día de la fiesta y en días oportunos.

15 Diréis: Al Señor Dios nuestro la justicia, a nosotros, en cambio,
la
confusión del rostro, como sucede en este día; a los hombres de
Judá y a los
habitantes de Jerusalén,

16 a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros sacerdotes, a nuestros
profetas y a nuestros padres.

17 Porque hemos pecado ante el Señor,

18 le hemos desobedecido y no hemos escuchado la voz del Señor Dios
nuestro siguiendo las órdenes que el Señor nos había puesto delante.

19 Desde el día en que el Señor sacó a nuestros padres del país de Egipto
hasta el día de hoy hemos sido indóciles al Señor Dios nuestro y prestos en
desoír
su voz.