Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Eclesiástico 24, 2-13

2 ¿Quién aplicará el látigo a mis pensamientos, y a mi corazón la
disciplina de la sabiduría, para que no se perdonen mis errores, ni pasen por
alto mis pecados?

3 No sea que mis yerros aumenten, y que abunden mis pecados, que
caiga yo ante mis adversarios, y de mí se ría mi enemigo.

4 Señor, padre y Dios de mi vida, no me des altanería de ojos,
5 aparta de mí la pasión.

6 Que el apetito sensual y la lujuria no se apoderen de mí, no me
entregues al deseo impúdico.

7 La instrucción de mi boca escuchad, hijos, el que la guarda no caerá
en el lazo.

8 Por sus labios es atrapado el pecador, el maldiciente, el altanero,
caen por ellos.

9 Al juramento no acostumbres tu boca, no te habitúes a nombrar al
Santo.

10 Porque, igual que un criado vigilado de continuo no quedará libre
de golpes, así el que jura y toma el Nombre a todas horas no se verá limpio
de pecado.

11 Hombre muy jurador, lleno está de iniquidad, y no se apartará de
su casa el látigo. Si se descuida, su pecado cae sobre él, si pasa por alto el
juramento, doble es su pecado; y si jura en falso, no será justificado, que su
casa se llenará de adversidades.


12 Hay un lenguaje que equivale a la muerte, ¡que no se halle en la
heredad de Jacob! Pues los piadosos rechazan todo esto, y en los pecados
no se revuelcan.

13 A la baja grosería no habitúes tu boca, porque hay en ella palabra
de pecado.