Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Eclesiástico 41, 8-29

8 Para toda carne, del hombre hasta la bestia, mas para los pecadores
siete veces más:

9 Muerte, sangre, discordia, espada, adversidades, hambre,
tribulación, azote.

10 Contra los sin ley fue creado todo esto, y por su culpa se produjo
el diluvio.

11 Todo cuanto de tierra viene, a tierra vuelve, y cuanto de agua, en
el mar desemboca.

12 Todo don e injusticia serán aventados, más la fidelidad subsistirá
por siempre.

13 Las riquezas de los injustos se esfumarán como un torrente, como
un gran trueno que en tormenta estalla.

14 Cuando él abre las manos, se contenta, así los transgresores
desaparecerán por completo.

15 Los vástagos de los impíos no tienen muchas ramas, las raíces
impuras sólo hallan piedra áspera.

16 Caña que brota en toda agua o borde de río será arrancada antes
que toda hierba.

17 La caridad es como un paraíso de bendición, y la limosna
permanece para siempre.

18 La vida del que se basta a sí mismo y del obrero es dulce,
pero
más que ambos el que encuentra un tesoro.

19 Los hijos y la fundación de una ciudad perpetúan el nombre, pero
más que ambas cosas es estimada la mujer intachable.

20 El vino y la música ponen contento el corazón, pero más que
ambas cosas el amor a la sabiduría.

21 La flauta y el salterio hacen el canto suave, pero más que ambas
cosas la lengua dulce.

22 Gracia y belleza el ojo anhela, pero más que ambas cosas el verdor
del sembrado.

23 Amigo y compañero se encuentran a su hora, pero más que ambos
la mujer con el marido.

24 Amigos y socorro para el tiempo de tribulación, pero más que
ambos salva la limosna.

25 Oro y plata hacen el paso firme, pero más que ambos se estima el
consejo.


26 La riqueza y la fuerza realzan el corazón, pero más que las dos, el
temor del Señor. En el temor del Señor no existe mengua, con él no hay ya
por qué buscar ayuda.

27 El temor del Señor como un paraíso de bendición, protege él más
que toda gloria.

28 Hijo, no lleves una vida de mendicidad, que más vale morir que
mendigar.

29 Hombre que mira a la mesa de otro no merece el nombre de vida
su existencia. Con comida ajena mancha su boca, pero el hombre instruido
y educado de ello se guardará.