Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Ester 4, 3-13

3 En todas las provincias, dondequiera que se publicaban la palabra y
el edicto real, había entre los judíos gran duelo, ayunos y
lágrimas y
lamentos, y a muchos el sayal y la ceniza les sirvió de lecho.

4 Las siervas y eunucos de Ester vinieron a comunicárselo. La reina se
llenó de angustia y mandó enviar a Mardoqueo vestidos para que se
vistiese y se quitase el sayal, pero él no quiso.

5 Llamó Ester a Hatak, uno de los eunucos que el rey había puesto a
su servicio, y le envió a Mardoqueo para enterarse de lo que pasaba y a qué
obedecía todo aquello.

6 Salió Hatak y fue donde Mardoqueo, que estaba en la plaza de la
ciudad que hay frente a la Puerta Real.

7 Mardoqueo le informó de todo cuanto había pasado y de la suma de
dinero que Amán había prometido entregar al tesoro real por el exterminio
de los judíos.

8 Le dio también una copia del texto del edicto de exterminio
publicado en Susa, para que se lo enseñara a Ester y se informara; y ordenó
a la reina que se presentase ante el rey, se ganara su favor y
suplicara por su
pueblo.

9 Regresó Hatak e informó a Ester de las palabras de Mardoqueo.
10 Ester mandó a Hatak que dijera a Mardoqueo:

11 «Todos los servidores del rey y todos los habitantes de las
provincias del rey saben que todo hombre o mujer que se presente al rey, en
el patio interior, sin haber sido llamado, es condenado a muerte por
el
edicto, salvo aquel sobre quien el rey extienda su cetro de oro; y hace ya
treinta días que yo no he sido llamada a presencia del rey.»

12 Llevó a Mardoqueo la respuesta de Ester

13 y Mardoqueo hizo que le contestara: «No te imagines que por estar
en la casa del rey, te vas a librar tú sola entre todos los judíos,