10 Yo profeticé como se me había ordenado, y el espíritu entró en
ellos; revivieron y se incorporaron sobre sus pies: era un enorme, inmenso
ejército.
11 Entonces me dijo: «Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa
de Israel. Ellos andan diciendo: Se han secado nuestros huesos, se
ha
desvanecido nuestra esperanza, todo ha acabado para nosotros.