Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Gálatas 3, 7-24

7 Tened, pues, entendido que los que viven de la fe, ésos son los hijos
de Abraham.

8 La Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe,
anunció con antelación a Abraham esta buena nueva: = En ti serán
bendecidas todas las naciones. =

9 Así pues, los que viven de la fe son bendecidos con Abraham el
creyente.

10 Porque todos los que viven de las obras de la ley incurren en
maldición. Pues dice la Escritura: = Maldito todo el que no se mantenga en
la práctica de todos los preceptos escritos en el libro de la Ley. =

11 - Y que la ley no justifica a nadie ante Dios es cosa evidente, pues

= el justo vivirá por la fe; =

12 pero la ley no procede de la fe, sino que = quien practique sus
preceptos, vivirá por ellos - =

13 Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose él mismo
maldición por nosotros, pues dice la Escritura: = Maldito todo el que está
colgado de un madero, =

14 a fin de que llegara a los gentiles, en Cristo Jesús, la bendición de
Abraham, y por la fe recibiéramos el Espíritu de la Promesa.

15 Hermanos, voy a explicarme al modo humano: aun entre los
hombres, nadie anula ni añade nada a un testamento hecho en regla.

16 Pues bien, las promesas fueron dirigidas a Abraham = y a = su =
descendencia. = No dice: «y a los descendientes», como si fueran muchos,
sino a uno solo, = a tu descendencia, = es decir, a Cristo.


17 Y digo yo: Un testamento ya hecho por Dios en debida forma, no
puede ser anulado por la ley, que llega 430 años más tarde, de tal modo que
la promesa quede anulada.

18 Pues si la herencia dependiera de la ley, ya no procedería de la
promesa, y sin embargo, Dios otorgó a Abraham su favor en forma de
promesa.

19 Entonces, ¿para qué la ley? Fue añadida en razón de las
transgresiones hasta que llegase la descendencia, a quien iba destinada la
promesa, ley que fue promulgada por los ángeles y con la intervención de
un mediador.

20 Ahora bien, cuando hay uno solo no hay mediador, y Dios es uno

solo.

21 Según eso, ¿la ley se opone a las promesas de Dios? ¡De ningún

modo! Si de hecho se nos hubiera otorgado una ley capaz de vivificar, en
ese caso la justicia vendría realmente de la ley.

22 Pero, de hecho, la Escritura encerró todo bajo el pecado, a fin de
que la Promesa fuera otorgada a los creyentes mediante la fe en Jesucristo.

23 Y así, antes de que llegara la fe, estábamos encerrados bajo la
vigilancia de la ley, en espera de la fe que debía manifestarse.

24 De manera que la ley ha sido nuestro pedagogo hasta Cristo, para
ser justificados por la fe.