Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Génesis 27, 27-40

27 El se acercó y le besó, y al aspirar Isaac el aroma de sus ropas, le
bendijo diciendo: «Mira, el aroma de mi hijo como el aroma de un campo,
que ha bendecido Yahveh.

28 ¡Pues que Dios te dé el rocío del cielo y la grosura de la
tierra,
mucho trigo y mosto!

29 Sírvante pueblos, adórente naciones, sé señor de tus hermanos y
adórente los hijos de tu madre. ¡Quien te maldijere, maldito sea, y quien te
bendijere, sea bendito!»

30 Así que hubo concluido Isaac de bendecir a Jacob, y justo cuando
acababa de salir Jacob de la presencia de su padre Isaac, llegó su hermano
Esaú de su cacería.

31 Hizo también él un guiso suculento y llevándoselo a su padre le
dijo: «Levántese mi padre y coma de la caza de su hijo, para que
me
bendiga tu alma.»

32 Dícele su padre Isaac: «¿Quién eres tú?» Contestóle: «Soy tu hijo
primogénito, Esaú.»

33 A Isaac le entró un temblor fuerte, y le dijo: «Pues entonces, ¿quién
es uno que ha cazado una pieza y me le ha traído? Porque de hecho yo he
comido antes que tú vinieses, y le he bendecido, y bendito está.»

34 Al oír Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito fuerte y
por
extremo amargo, y dijo a su padre: «¡Bendíceme también a mí, padre
mío!»

35 Díjole éste: «Ha venido astutamente tu hermano, y se ha llevado tu
bendición.»

36 Dijo Esaú: «Con razón se llama Jacob, pues me ha suplantado estas
dos veces: se llevó mi primogenitura, y he aquí que ahora se ha llevado mi
bendición.» Y añadió: «¿No has reservado alguna bendición para mí?»

37 Respondió Isaac y dijo a Esaú: «Mira, le he puesto por señor tuyo,
le he dado por siervos a todos sus hermanos y le he abastecido de trigo y
vino. Según eso, ¿qué voy a hacer por ti, hijo mío?»

38 Dijo Esaú a su padre: «¿Es que tu bendición es única, padre mío?

¡Bendíceme también a mí, padre mío!» Isaac guardó silencio y Esaú alzó la
voz y rompió a llorar.

39 Su padre Isaac le dijo por respuesta: «He aquí que lejos de la
grosura de la tierra será tu morada, y lejos del rocío que baja del cielo.

40 De tu espada vivirás y a tu hermano servirás. Mas luego, cuando te
hagas libre, partirás su yugo de sobre tu cerviz.»