Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Hechos 12, 5-22

5 Así pues, Pedro estaba custodiado en la cárcel, mientras la Iglesia
oraba insistentemente por él a Dios.

6 Cuando ya Herodes le iba a presentar, aquella misma noche estaba
Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas; también había
ante la puerta unos centinelas custodiando la cárcel.


7 De pronto se presentó el Ángel del Señor y la celda se llenó de luz.
Le dio el ángel a Pedro en el costado, le despertó y le dijo:
«Levántate
aprisa.» Y cayeron las cadenas de sus manos.

8 Le dijo el ángel: «Cíñete y cálzate las sandalias.» Así lo hizo.
Añadió: «Ponte el manto y sígueme.»

9 Y salió siguiéndole. No acababa de darse cuenta de que era verdad
cuanto hacía el ángel, sino que se figuraba ver una visión.

10 Pasaron la primera y segunda guardia y llegaron a la puerta de
hierro que daba a la ciudad. Esta se les abrió por sí misma.
Salieron y
anduvieron hasta el final de una calle. Y de pronto el ángel le dejó.

11 Pedro volvió en sí y dijo: «Ahora me doy cuenta realmente de que
el Señor ha enviado su ángel y me ha arrancado de las manos de Herodes y
de todo lo que esperaba el pueblo de los judíos.»

12 Consciente de su situación, marchó a casa de María, madre de
Juan, por sobrenombre Marcos, donde se hallaban muchos reunidos en
oración.

13 Llamó él a la puerta y salió a abrirle una sirvienta llamada Rode;

14 quien, al reconocer la voz de Pedro, de pura alegría no abrió la
puerta, sino que entró corriendo a anunciar que Pedro estaba a la puerta.

15 Ellos le dijeron: «Estás loca.» Pero ella continuaba afirmando que
era verdad. Entonces ellos dijeron: «Será su ángel.»

16 Pedro entretanto seguía llamando. Al abrirle, le vieron, y quedaron
atónitos.

17 El les hizo señas con la mano para que callasen y les contó cómo el
Señor le había sacado de la prisión. Y añadió: «Comunicad esto a Santiago
y a los hermanos.» Salió y marchó a otro lugar.

18 Cuando vino el día hubo un alboroto no pequeño entre los
soldados, sobre qué habría sido de Pedro.

19 Herodes le hizo buscar y al no encontrarle, procesó a los guardias y
mandó ejecutarlos. Después bajó de Judea a Cesarea y se quedó allí.

20 Estaba Herodes fuertemente irritado con los de Tiro y Sidón. Estos,
de común acuerdo, se le presentaron y habiéndose ganado a Blasto,
camarlengo del rey, solicitaban hacer las paces, pues su país se
abastecía
del país del rey.

21 El día señalado, Herodes, regiamente vestido y sentado en la
tribuna, les arengaba.

22 Entonces el pueblo se puso a aclamarle: «¡Es un dios el que habla,
no un hombre!»