Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Jeremías 22, 10-28

10 No lloréis al muerto ni plañáis por él: llorad, llorad por el que se
va, porque jamás volverá ni verá su patria.

11 Pues así dice Yahveh respecto a Sallum, hijo de Josías, rey de Judá
y sucesor de su padre Josías en el reino, el cual salió de este lugar: «No
volverá más aquí,

12 sino que en el lugar a donde le deportaron, allí mismo morirá, y no
verá jamás este país.»

13 ¡Ay del que edifica su casa sin justicia y sus pisos sin derecho! De
su prójimo se sirve de balde y su trabajo no le paga.

14 El que dice: «Voy a edificarme una casa espaciosa y pisos
ventilados», y le abre sus correspondientes ventanas; pone paneles de cedro
y los pinta de rojo.

15 ¿Serás acaso rey porque seas un apasionado del cedro? Tu padre,

¿no comía y bebía? - «También hizo justicia y equidad.» - Pues mejor para
él.

16 «- Juzgó la causa del cuitado y del pobrecillo.» - Pues mejor. ¿No

es esto conocerme? - oráculo de Yahveh -.

17 Pero tus ojos y tu corazón no están más que a tu granjería, - ¡Y a la
sangre inocente! - Para verterla. - ¡Y al atropello y al entuerto! - Para hacer
tú lo propio.

18 Por tanto, así dice Yahveh respecto a Yoyaquim, hijo de Josías, rey
de Judá: No plañirán por él: «¡Ay hermano mío!, ¡ay hermana mía!»;
no
plañirán por él: «¡Ay Señor!, ¡ay su Majestad!»


19 El entierro de un borrico será el suyo: arrastrarlo y tirarlo fuera de
las puertas de Jerusalén.

20 Sube al Líbano y clama, por Basán da voces y clama desde
Abarim, porque han sido quebrantados todos tus amantes.

21 Te había hablado en tu prosperidad. Dijiste: «No oigo.» Tal ha sido
tu costumbre desde tu mocedad, nunca oíste mi voz.

22 A todos tus pastores les pastoreará el viento, y tus amantes cautivos
irán. Entonces sí que estarás avergonzada y confusa de toda tu malicia.

23 Tú, que te asentabas en el Líbano, que anidabas en los cedros,

¡cómo suspirarás, en viniéndote los dolores, el trance como de parturienta!
24 Por mi vida - oráculo de Yahveh -, aunque fuese Konías, el hijo de

Yoyaquim, rey de Judá, un sello en mi mano diestra, de allí te arrancaría.

25 Yo te pondré en manos de los que buscan tu muerte, y en manos de
los que te atemorizan: en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en
manos de los caldeos;

26 y te arrojaré a ti y a la madre que te engendró a otra tierra donde no
habéis nacido, y allí moriréis.

27 Pero a la tierra a donde anhelan volver, no volverán.

28 ¿Es algún trasto despreciable, roto, este individuo, Konías?; ¿quizá
un objeto sin interés? Pues entonces, ¿por qué han sido arrojados él
y su
prole, y echados a una tierra, que no conocían?