Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Jeremías 38, 5-20

5 Dijo el rey Sedecías: «Ahí le tenéis en vuestras manos, pues nada
podría el rey contra vosotros.»

6 Ellos se apoderaron de Jeremías, y lo echaron a la cisterna de
Malkiyías, hijo del rey, que había en el patio de la guardia, descolgando a
Jeremías con sogas. En el pozo no había agua, sino fango, y
Jeremías se
hundió en el fango.

7 Pero Ebed Mélek el kusita - un eunuco de la casa del rey - oyó que
habían metido a Jeremías en la cisterna. El rey estaba sentado en la puerta
de Benjamín.

8 Salió Ebed Mélek de la casa del rey, y habló al rey en estos
términos:

9 «Oh mi señor el rey, está mal hecho todo cuanto esos hombres han
hecho con el profeta Jeremías, arrojándole a la cisterna. Total lo mismo se
iba a morir de hambre, pues no quedan ya víveres en la ciudad.»

10 Entonces ordenó el rey a Ebed Mélek el kusita: «Toma tú mismo
de aquí treinta hombres, y subes al profeta Jeremías del pozo antes de que
muera.»

11 Ebed Mélek tomó consigo a los hombres y entrando en la casa del
rey, al vestuario del tesoro, tomó allí deshechos de paños y telas,
y con
sogas los descolgó por la cisterna hasta Jeremías.

12 Dijo Ebed Mélek el kusita a Jeremías: «Hala, ponte los deshechos
de paños y telas entre los sobacos y las sogas.» Así lo hizo Jeremías,

13 y halando a Jeremías con las sogas le subieron de la cisterna. Y
Jeremías se quedó en el patio de la guardia.

14 Entonces el rey Sedecías mandó traer al profeta Jeremías a la
entrada tercera que había en la Casa de Yahveh, y dijo el rey a Jeremías:

«Yo te pregunto una cosa: no me ocultes nada.»

15 Dijo Jeremías a Sedecías: «Si te soy sincero, seguro que me
matarás; y aunque te aconseje, no me escucharás.»

16 El rey Sedecías juró a Jeremías en secreto: «Por vida de Yahveh, y
por la vida que nos ha dado, que no te haré morir ni te entregaré en manos
de estos hombres que andan buscando tu muerte.»

17 Dijo Jeremías a Sedecías: «Así dice Yahveh, el Dios Sebaot, el
Dios de Israel: Si sales a entregarte a los jefes del rey de Babilonia, vivirás
tú mismo y esta ciudad no será incendiada: tanto tú como los tuyos viviréis.

18 Pero si no te entregas a los jefes del rey de Babilonia, esta ciudad
será puesta en manos de los caldeos e incendiada, y tú no escaparás de sus
manos.»

19 Dijo el rey Sedecías a Jeremías: «Me preocupan los judíos que se
han pasado a los caldeos, no vaya a ser que me entreguen en sus manos, y
éstos hagan mofa de mí.»


20 Pero replicó Jeremías: «No te entregarán. ¡Ea!, oye la voz de
Yahveh en esto que te digo, que te resultará bien y quedarás con vida.