Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Jeremías 4, 9-31

9 Sucederá aquel día - oráculo de Yahveh - que se perderá el ánimo
del rey y el de los príncipes, se pasmarán los sacerdotes, y los profetas se
espantarán.

10 Y yo digo: «¡Ay, Señor Yahveh! ¡Cómo embaucaste a este pueblo
y a Jerusalén diciendo: “Paz tendréis”, y ha penetrado la espada
hasta el
alma!»

11 En aquella sazón se dirá a este pueblo y a Jerusalén: - Un viento
ardiente viene por el desierto, camino de la hija de mi pueblo, no
para
beldar, ni para limpiar.

12 Un viento lleno de amenazas viene de mi parte. Ahora me toca a mí
alegar mis razones respecto a ellos.

13 Ved cómo se levanta cual las nubes, como un huracán sus carros, y
ligeros más que águilas sus corceles. - ¡Ay de nosotros, estamos perdidos!

14 - Limpia de malicia tu corazón, Jerusalén, para que seas salva.

¿Hasta cuándo durarán en ti tus pensamientos torcidos?

15 Una voz avisa desde Dan y da la mala nueva desde la sierra de
Efraím.

16 Pregonad: «¡Los gentiles! ¡Ya están aquí!»; hacedlo oír en
Jerusalén. Los enemigos vienen de tierra lejana y dan voces contra
las
ciudades de Judá.

17 Como guardas de campo se han puesto frente a ella en torno,
porque contra mí se rebelaron - oráculo de Yahveh -.

18 Tu proceder y fechorías te acarrearon esto; esto tu desgracia te ha
penetrado hasta el corazón porque te rebelaste contra mí.

19 - ¡Mis entrañas, mis entrañas!, ¡me duelen las telas del corazón, se
me salta el corazón del pecho! No callaré, porque mi alma ha oído sones de
cuerno, el clamoreo del combate.

20 Se anuncia quebranto sobre quebranto, porque es saqueada toda la
tierra. En un punto son saqueadas mis tiendas, y en un cerrar de ojos mis
toldos.

21 ¿Hasta cuándo veré enseñas, y oiré sones de cuerno?

22 - Es porque mi pueblo es necio: A mí no me conocen. Criaturas
necias son, carecen de talento. Sabios son para lo malo, ignorantes para el
bien.

23 Miré a la tierra, y he aquí que era un caos; a los cielos, y faltaba su

luz.


24 Miré a los montes, y estaban temblando, y todos los cerros
trepidaban.

25 Miré, y he aquí que no había un alma, y todas las aves del cielo se
habían volado.

26 Miré, y he aquí que el vergel era yermo, y todas las ciudades
estaban arrasadas delante de Yahveh y del ardor de su ira.

27 Porque así dice Yahveh: Desolación se volverá toda la tierra,
aunque no acabaré con ella.

28 Por eso ha de enlutarse la tierra, y se oscurecerán los cielos arriba;
pues tengo resuelta mi decisión y no me pesará ni me volveré atrás de ella.

29 Al ruido de jinetes y flecheros huía toda la ciudad. Se metían por
los bosques y trepaban por las peñas. Toda ciudad quedó abandonada, sin
quedar en ellas habitantes.

30 Y tú, asolada, ¿qué vas a hacer? Aunque te vistas de grana, aunque
te enjoyes con joyel de oro, aunque te pintes con polvos los ojos, en vano te
hermoseas: te han rechazado tus amantes: ¡tu muerte es lo que buscan!

31 Y entonces oí una voz como de parturienta, gritos como de
primeriza: era la voz de la hija de Sión, que gimiendo extendía sus palmas:

«¡Ay, pobre de mí, que mi alma desfallece a manos de asesinos!»