Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Juan 4, 8-33

8 Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida. Le
dice a la mujer samaritana:


9 «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer
samaritana?» (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.)

10 Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que
te dice: “Dame de beber”, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua
viva.»

11 Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es
hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva?

12 ¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y
de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»

13 Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener

sed;

14 pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino

que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para
vida eterna.»

15 Le dice la mujer: «Señor, dame de esa agua, para que no tenga más
sed y no tenga que venir aquí a sacarla.»

16 El le dice: «Vete, llama a tu marido y vuelve acá.»

17 Respondió la mujer: «No tengo marido.» Jesús le dice: «Bien has
dicho que no tienes marido,

18 porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido
tuyo; en eso has dicho la verdad.»

19 Le dice la mujer: «Señor, veo que eres un profeta.

20 Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que en
Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.»

21 Jesús le dice: «Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este
monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre.

22 Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que
conocemos, porque la salvación viene de los judíos.

23 Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores
verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el
Padre que sean los que le adoren.

24 Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y
verdad.»

25 Le dice la mujer: «Sé que va a venir el Mesías, el llamado Cristo.

Cuando venga, nos lo explicará todo.»

26 Jesús le dice: «Yo soy, el que te está hablando.»

27 En esto llegaron sus discípulos y se sorprendían de que hablara con
una mujer. Pero nadie le dijo: «¿Qué quieres?» o «¿Qué hablas con ella?»

28 La mujer, dejando su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente:
29 «Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho.

¿No será el Cristo?»

30 Salieron de la ciudad e iban donde él.

31 Entretanto, los discípulos le insistían diciendo: «Rabbí, come.»

32 Pero él les dijo: «Yo tengo para comer un alimento que vosotros no
sabéis.»


33 Los discípulos se decían unos a otros: «¿Le habrá traído alguien de
comer?»