Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Judit 8, 30-32

30 Pero el pueblo padecía gran sed y nos obligaron a pronunciar
aquellas palabras, y a comprometernos con un juramento que no podemos
violar.

31 Ahora, pues, tú que eres una mujer piadosa, pide por nosotros al
Señor que envíe lluvia para llenar nuestras cisternas, y así no nos veamos
acabados.»

32 Respondió Judit: «Escuchadme. Voy a hacer algo que se
transmitirá de generación en generación entre los hijos de nuestra raza.