Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Marcos 4, 2-26

2 Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su
instrucción:

3 «Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar.

4 Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino;
vinieron las aves y se la comieron.

5 Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y
brotó en seguida por no tener hondura de tierra;

6 pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó.

7 Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y
no dio fruto.

8 Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose,
dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento.»

9 Y decía: «Quien tenga oídos para oír, que oiga.»

10 Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le
preguntaban sobre las parábolas.

11 El les dijo: «A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de
Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas,

12 para que = por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no
entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone.» =

13 Y les dice: «¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, entonces,
comprenderéis todas las parábolas?

14 El sembrador siembra la Palabra.

15 Los que están a lo largo del camino donde se siembra la Palabra
son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la
Palabra
sembrada en ellos.

16 De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso son los que, al
oír la Palabra, al punto la reciben con alegría,

17 pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en
cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la
Palabra,
sucumben en seguida.

18 Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído
la Palabra,

19 pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y
las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda
sin
fruto.

20 Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la Palabra,
la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento.»

21 Les decía también: «¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo
del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero?

22 Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha
sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto.

23 Quien tenga oídos para oír, que oiga.»

24 Les decía también: «Atended a lo que escucháis. Con la medida
con que midáis, se os medirá y aun con creces.

25 Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se
le quitará.»


26 También decía: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el
grano en la tierra;