Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Proverbios 6, 6-32

6 Vete donde la hormiga, perezoso, mira sus andanzas y te harás
sabio.

7 Ella no tiene jefe, ni capataz, ni amo;

8 asegura en el verano su sustento, recoge su comida al tiempo de la

mies.


9 ¿Hasta cuándo, perezoso, estarás acostado? ¿cuándo te levantarás de
tu sueño?

10 Un poco dormir, otro poco dormitar, otro poco tumbarse con los
brazos cruzados;

11 y llegará como vagabundo tu miseria y como un mendigo tu
pobreza.

12 Un malvado, un hombre inicuo, anda con la boca torcida,
13 guiña el ojo, arrastra los pies, hace señas con los dedos.

14 Torcido está su corazón, medita el mal, pleitos siembra en todo
tiempo.

15 Por eso vendrá su ruina de repente, de improviso quebrará, y no
habrá remedio.

16 Seis cosas hay que aborrece Yahveh, y siete son abominación para
su alma:

17 ojos altaneros, lengua mentirosa, manos que derraman sangre
inocente,

18 corazón que fragua planes perversos, pies que ligeros corren hacia
el mal,

19 testigo falso que profiere calumnias, y el que siembra pleitos entre
los hermanos.

20 Guarda, hijo mío, el mandato de tu padre y no desprecies la lección
de tu madre.

21 Tenlos atados siempre a tu corazón, enlázalos a tu cuello;

22 en tus pasos ellos serán tu guía; cuando te acuestes, velarán por ti;
conversarán contigo al despertar.

23 Porque el mandato es una lámpara y la lección una luz; camino de
vida los reproches y la instrucción,

24 para librarte de la mujer perversa, de la lengua suave de la extraña.
25 No codicies su hermosura en tu corazón, no te cautive con sus

párpados,

26 porque un mendrugo de pan basta a la prostituta, pero la casada va
a la caza de una vida preciosa.

27 ¿Puede uno meter fuego en su regazo sin que le ardan los vestidos?

28 ¿Puede uno andar sobre las brasas sin que se le quemen los pies?
29 Así le pasa al que se llega a la mujer del prójimo: no saldrá ileso

ninguno que la toque.

30 No se desprecia al ladrón cuando roba para llenar su estómago,
porque tiene hambre.

31 Mas, si le sorprenden, paga el séptuplo, tiene que dar todos los
bienes de su casa.

32 Pero el que hace adulterar a una mujer es un mentecato; un suicida
es el que lo hace;