Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Romanos 8, 16-29

16 El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de
que somos hijos de Dios.

17 Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de
Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados.

18 Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son
comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros.

19 Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación
de los hijos de Dios.

20 La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no
espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza

21 de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar
en la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

22 Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre
dolores de parto.

23 Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del
Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate
de nuestro cuerpo.

24 Porque nuestra salvación es en esperanza; y una esperanza que se
ve, no es esperanza, pues ¿cómo es posible esperar una cosa que se ve?

25 Pero esperar lo que no vemos, es aguardar con paciencia.

26 Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza.
Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el
Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables,


27 y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del
Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios.

28 Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para
bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su
designio.

29 Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a
reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito
entre
muchos hermanos;