Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Tobías 12, 2-21

2 Respondió Tobías: «Padre, ¿qué salario puedo darle? Aun
entregándole la mitad de la hacienda que traje conmigo, no salgo perdiendo.
3 Me ha guiado incólume, ha cuidado de mi mujer, me ha traído el

dinero y te ha curado a ti. ¿Qué salario voy a darle?»

4 Díjole Tobit: «Hijo, bien merece que tome la mitad de cuanto
trajo.»

5 Le llamó, pues, Tobías y le dijo: «Toma como salario la mitad de
todo cuanto trajiste y vete en paz.»

6 Entonces Rafael llevó aparte a los dos y les dijo: «Bendecid a Dios
y proclamad ante todos los vivientes los bienes que os ha concedido, para
bendecir y cantar su Nombre. Manifestad a todos los hombres las acciones
de Dios, dignas de honra, y no seáis remisos en confesarle.

7 Bueno es mantener oculto el secreto del rey y también es bueno
proclamar y publicar las obras gloriosas de Dios. Practicad el bien
y no
tropezaréis con el mal.

8 «Buena es la oración con ayuno; y mejor es la limosna con justicia
que la riqueza con iniquidad. Mejor es hacer limosna que atesorar oro.

9 La limosna libra de la muerte y purifica de todo pecado. Los
limosneros tendrán larga vida.

10 Los pecadores e inicuos son enemigos de su propia vida.

11 «Os voy a decir toda la verdad, sin ocultaros nada. Ya os he
manifestado que es bueno mantener oculto el secreto del rey y que también
es bueno publicar las obras gloriosas de Dios.

12 Cuando tú y Sarra hacíais oración, era yo el que presentaba y leía
ante la Gloria del Señor el memorial de vuestras peticiones. Y lo
mismo
hacía cuando enterrabas a los muertos.

13 Cuando te levantabas de la mesa sin tardanza, dejando la comida,
para esconder un cadáver, era yo enviado para someterte a prueba.

14 También ahora me ha enviado Dios para curarte a ti y a tú nuera

Sarra.

15 Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre

presentes y tienen entrada a la Gloria del Señor».


16 Se turbaron ambos y cayeron sobre sus rostros, llenos de terror.

17 El les dijo: «No temáis. La paz sea con vosotros. Bendecid a Dios
por siempre.

18 Si he estado con vosotros no ha sido por pura benevolencia mía
hacia vosotros, sino por voluntad de Dios. A él debéis bendecir
todos los
días, a él debéis cantar.

19 Os ha parecido que yo comía, pero sólo era apariencia.

20 Y ahora bendecid al Señor sobre la tierra y confesad a Dios.
Mirad, yo subo al que me ha enviado. Poned por escrito todo cuanto os ha
sucedido.» Y se elevó.

21 Ellos se levantaron pero ya no le vieron más. Alabaron a Dios y
entonaron himnos, dándole gracias por aquella gran maravilla de habérseles
aparecido un ángel de Dios.