Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Éxodo 18, 2-27

2 Entonces Jetró, suegro de Moisés, tomó a Séfora, mujer de Moisés, a
la que Moisés había despedido,

3 y a sus hijos; el uno se llamaba Guersom, pues Moisés dijo:

«Forastero soy en tierra extraña,»

4 y el otro se llamaba Eliezer, pues dijo Moisés: «El Dios de mi padre
es mi protector y me ha librado de la espada de Faraón.»

5 Llegó, pues, Jetró, suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de
Moisés, al desierto, donde estaba acampado junto al monte de Dios.

6 Y dijo a Moisés: Yo, Jetró, tu suegro, vengo a ti con tu mujer y sus
dos hijos.»

7 Moisés salió al encuentro de su suegro, se postró y le besó. Se
saludaron ambos y entraron en la tienda.

8 Moisés contó a su suegro todo lo que Yahveh había hecho a Faraón
y a los egipcios, en favor de Israel; todos los trabajos sufridos en el camino
y cómo Yahveh les había librado de ellos.

9 Jetró se alegró de todo el bien que Yahveh había hecho a Israel,
librándole de la mano de los egipcios.


10 Y dijo Jetró: «¡Bendito sea Yahveh, que os ha librado de la mano
de los egipcios y de la mano de Faraón y ha salvado al pueblo del poder de
los egipcios!

11 Ahora reconozco que Yahveh es más grande que todos los
dioses...»

12 Después Jetró, suegro de Moisés, ofreció un holocausto y
sacrificios a Dios; y Aarón y todos los ancianos de Israel fueron a
comer
con el suegro de Moisés en presencia de Dios.

13 Al día siguiente, se sentó Moisés para juzgar al pueblo; y el pueblo
estuvo ante Moisés desde la mañana hasta la noche.

14 El suegro de Moisés vio el trabajo que su yerno se imponía por el
pueblo, y dijo: «¿Cómo haces eso con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo
haciendo que todo el pueblo tenga que permanecer delante de ti desde
la
mañana hasta la noche?»

15 Contestó Moisés a su suegro: «Es que el pueblo viene a mí para
consultar a Dios.

16 Cuando tienen un pleito, vienen a mí; yo dicto sentencia entre unos
y otros, y les doy a conocer los preceptos de Dios y sus leyes.»

17 Entonces el suegro de Moisés le dijo: «No está bien lo que estás
haciendo.

18 Acabarás agotándote, tú y este pueblo que está contigo; porque este
trabajo es superior a tus fuerzas; no podrás hacerlo tú solo.

19 Así que escúchame; te voy a dar un consejo, y Dios estará contigo.
Sé tú el representante del pueblo delante de Dios y lleva ante Dios
sus
asuntos.

20 Enséñales los preceptos y las leyes, dales a conocer el camino que
deben seguir y las obras que han de practicar.

21 Pero elige de entre el pueblo hombres capaces, temerosos de Dios,
hombres fieles e incorruptibles, y ponlos al frente del pueblo como jefes de
mil, jefes de ciento, jefes de cincuenta y jefes de diez.

22 Ellos juzgarán al pueblo en todo momento; te presentarán a ti los
asuntos más graves, pero en los asuntos de menor importancia, juzgarán
ellos. Así se aliviará tu carga, pues ellos te ayudarán a llevarla.

23 Si haces esto, Dios te comunicará sus órdenes, tú podrás resistir, y
todo este pueblo por su parte podrá volver en paz a su lugar.»

24 Escuchó Moisés la voz de su suegro e hizo todo lo que le había
dicho.

25 Eligió, pues, hombres capaces de entre todo Israel, y los puso al
frente del pueblo, como jefes de mil, jefes de ciento, jefes de cincuenta, y
jefes de diez.

26 Estos juzgaban al pueblo en todo momento; los asuntos graves se
los presentaban a Moisés, mas en todos los asuntos menores juzgaban por sí
mismos.

27 Después Moisés despidió a su suegro, que se volvió a su tierra.