Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Éxodo 34, 1-29

1 Dijo Yahveh a Moisés. «Labra dos tablas de piedra como las
primeras, sube donde mí, al monte y yo escribiré en las tablas las palabras
que había en las primeras tablas que rompiste.

2 Prepárate para subir mañana temprano al monte Sinaí; allí en la
cumbre del monte te presentarás a mí.

3 Que nadie suba contigo, ni aparezca nadie en todo el monte. Ni
oveja ni buey paste en el monte.»

4 Labró Moisés dos tablas de piedra como las primeras y,
levantándose de mañana, subió al monte Sinaí como le había mandado
Yahveh, llevando en su mano las dos tablas de piedra.

5 Descendió Yahveh en forma de nube y se puso allí junto a él.

Moisés invocó el nombre de Yahveh.

6 Yahveh pasó por delante de él y exclamó: «Yahveh, Yahveh, Dios
misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad,

7 que mantiene su amor por millares, que perdona la iniquidad, la
rebeldía y el pecado, pero no los deja impunes; que castiga la iniquidad de
los padres en los hijos y en los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta
generación.»

8 Al instante, Moisés cayó en tierra de rodillas y se postró,

9 diciendo: «Si en verdad he hallado gracia a tus ojos, oh Señor,
dígnese mi Señor venir en medio de nosotros, aunque sea un pueblo de dura
cerviz; perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y recíbenos
por
herencia tuya.»

10 Respondió él: «Mira, voy a hacer una alianza; realizaré maravillas
delante de todo tu pueblo, cono nunca se han hecho en toda la tierra ni en
nación alguna; y todo el pueblo que te rodea verá la obra de
Yahveh;
porque he de hacer por medio de ti cosas que causen temor.

11 Observa bien lo que hoy te mando. He aquí que voy a expulsar
delante de ti al amorreo, al cananeo, al hitita, al perizita, al
jivita y al
jebuseo.

12 Guárdate de hacer pacto con los habitantes del país en que vas a
entrar, para que no sean un lazo en medio de ti.

13 Al contrario, destruiréis sus altares, destrozaréis sus estelas y
romperéis sus cipos.

14 No te postrarás ante ningún otro dios, pues Yahveh se llama
Celoso, es un Dios celoso.


15 No hagas pacto con los moradores de aquella tierra, no sea que
cuando se prostituyan tras sus dioses y les ofrezcan sacrificios, te inviten a
ti y tú comas de sus sacrificios;

16 y no sea que tomes sus hijas para tus hijos, y que al prostituirse sus
hijas tras sus dioses, hagan también que tus hijos se prostituyan
tras los
dioses de ellas.

17 No te harás dioses de fundición.

18 Guardarás la fiesta de los Ázimos; siete días comerás ázimos como
te he mandado, al tiempo señalado, esto es, en el mes de Abib, pues en el
mes de Abib saliste de Egipto.

19 Todo lo que abre el seno es mío, todo primer nacido, macho, sea de
vaca o de oveja, es mío.

20 El primer nacido de asno lo rescatarás con una oveja; y si no
lo
rescatas, lo desnucarás. Rescatarás todos los primogénitos de tus hijos, y
nadie se presentará ante mí con las manos vacías.

21 Seis días trabajarás, mas en el séptimo descansarás; descansarás en
tiempo de siembra y siega.

22 Celebrarás la fiesta de las Semanas: la de las primicias de la siega
del trigo, y también la fiesta de la recolección al final del año.

23 Tres veces al año se presentarán todos tus varones ante Yahveh, el
Señor, el Dios de Israel.

24 Pues cuando yo expulse a los pueblos delante de ti y ensanche tus
fronteras, nadie codiciará tu tierra cuando tres veces al año subas a
presentarte ante Yahveh, tu Dios.

25 No inmolarás con pan fermentado la sangre de mi sacrificio, ni
quedará hasta el día siguiente la víctima de la fiesta de Pascua.

26 Llevarás a la casa de Yahveh, tu Dios, lo mejor de las primicias de
los frutos de tu suelo. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.»

27 Dijo Yahveh a Moisés: «Consigna por escrito estas palabras, pues a
tenor de ellas hago alianza contigo y con Israel.»

28 Moisés estuvo allí con Yahveh cuarenta días y cuarenta noches, sin
comer pan ni beber agua. Y escribió en las tablas las palabras de la alianza,
las diez palabras.

29 Luego, bajó Moisés del monte Sinaí y, cuando bajó del monte con
las dos tablas del Testimonio en su mano, no sabía que la piel de su rostro
se había vuelto radiante, por haber hablado con él.